Capítulo 17

766 84 4
                                    

Mi último día en París.

No sé cómo sentirme al respecto, sé que Chris no quiere mencionar el tema porque le duele tanto como a mí.

Tal y como él había dicho anteriormente, desayunamos (si, no quemó la cocina y además estuvo delicioso) y después nos dimos un baño.

Pasamos la tarde como verdaderos niños, jugando en cada ocasión que podíamos (de hecho llegamos a subirnos en varias atracciones).

—Deberíamos de comer en uno de esos restaurantes. — sugirió Christopher —. Preparan la mejor créme brûlée que vas a probar en tu vida.

Estuve tentada a decirle que no sabía siquiera lo que era pero al ver su carita de ilusión mientras caminábamos hacia el restaurante decidí callarme.


—Para comer vamos a pedir un coq ou vin. — indicó a uno de los camareros que se había acercado nada más tomamos asiento—. Y de postre créme brûlée... Oh, de beber...

Me miró como buscando respuesta pero simplemente me encogí de hombros dándole a entender que lo que escogiera estaría bien. Si esto iba a ser una comida francesa que lo fuera de principio a fin.


—¿Vino blanco o tinto?

—Blanco, a poder ser. — respondí, entonces sonrió con complicidad como si ya supiera que iba a responder eso.

—Chardonnay. — dice en dirección al camarero, este asiente con formalidad y abandona nuestra mesa.

—¿Debería de confiar en tus gustos, Vélez?

Bien sûr, mon amour. — susurra seductor a la vez que moja sus labios con su lengua.


Sonrío coqueta, mi dedo índice se envuelve en un mechón de mi cabello y juego con él.


Parecemos dos adolescentes flirteando pero es divertido.

Por desgracia, el camarero no tarda mucho en romper nuestra atmósfera e interrumpir nuestro tonto juego cuando trae la comida.

—Pruébalo. — me anima con una sonrisa de oreja a oreja, no tenía falta de decírmelo porque me moría de hambre (si, nuevamente).

En cuanto hizo contacto con mi paladar cerré los ojos y lo saboree, no quería darle la razón pero esto realmente estaba exquisito.

—¿Delicioso, verdad?

—Uhum, hiciste una muy buena elección. — admito para después volver a comer, esta vez él imita mi acción y por su expresión sé que tuvo un jodido orgasmo de comida como lo tuve yo hace unos instantes.


—¿Por qué me miras así?

—Yo no te miro de ninguna forma.

—Por supuesto que lo haces.

—¿Cómo?

Entonces él trata de imitarme pero lo único que consigue es ridiculizar mis gestos, rompo a reír a carcajadas logrando que me mire ofendido.

—No te rías de mí. —infla sus mejillas tratando de verse indignado, pero no lo consigue.

—Te ves adorable.

—Ay, Jewel. — murmura sonrojándose—. No digas eso.

—Eres un chico sensible eh, no te puedo mirar ni tampoco hablar.

—Me puedes tocar. — alza sus cejas con diversión.

El resto de la comida se pasa de la misma forma, comentarios fuera de lugar que nos hacen reír a los dos e incluso llegamos a contar alguna pequeña anécdota.

Llegamos al hotel tomados de la mano, me dirige hacia su habitación. Al entrar puedo divisar como alguien más estuvo allí, Jade supongo.

Veo como camina hacia el armario y lo abre para que yo también pueda ver lo que este contiene.

—Me tomé el atrevimiento de mandar a Jade a comprarte este vestido, sé que lucirá hermoso en ti.— dijo a la vez que sacaba un vestido del armario, este era de color rojo y probablemente me llegara a los pies.


—Oh, por Dios. — susurró totalmente sorprendida—. Es demasiado...

—Vístete, yo haré lo mismo. — deja este sobre la cama, se acuclilla para sacar una caja de zapatos de debajo de la cama—. Los zapatos que combinan con el vestido, espero que te gusten.

—¿Bromeas? — lo miro—. Gustarme es poco.

—Es un alivio escucharte. — sonríe a la vez que se levanta —. Me vestiré en la habitación de Nathan, te esperaré al final de las escaleras.

—Gracias... Muchas gracias.

Me acerco para dejar un beso en sus labios, sus manos se posan en mis caderas y me acerca a él para poder profundizar el beso.

—Te estoy haciendo perder tiempo... Y las mujeres tardáis mucho en arreglaros así que mejor me voy — tironea de mi labio inferior antes de irse y dejarme sola en su habitación.

Me deshago de mi ropa para poder vestirme con lo que él me había dejado, sonrío al ver un neceser lleno de maquillaje en el baño. No demoro mucho en maquillarme de una forma sencilla y al mismo tiempo formal.

El rojo intenso de mis labios es del mismo color que el vestido y los tacones.

Cuando me veo al espejo me siento completamente otra, debería de arreglarme más a menudo...

Acomodo un poco mi cabello, no se veía del todo mal así que lo dejé tal cual estaba.

Salgo de la habitación y camino por el pasillo, la tela del vestido arrastra por el suelo pero de una forma precisa y elegante. Mi mano se aferra al pasamanos (porque conociéndome... Es muy probable que con este vestido y estés tacones tropezara con algo y me cayera, haciendo el ridículo y al mismo tiempo haciéndome daño) y bajo con total calma, mirando en cada momento que tan bien piso en las escaleras.

Cuando estoy por terminarlas me tomo el tiempo de alzar la mirada, Christopher se encontraba con un traje que parecía hecho a medida para su cuerpo, esperándome tal y como me había prometido.

Madame... — me extendió su mano y no dudé en tomarla.

—Te ves muy guapo. — dije mientras lo miraba de arriba a abajo.

—Tú siempre igual... Yo quería ser el primero en halagarte. — pone los ojos en blanco en fingida molestia, sus labios hacen contacto con la piel de mi mano—. Te ves radiante.


Lo miro y él también me mira.

Sonreímos con nostalgia, a apenas unas horas de irme allí estábamos tratando de aparentar lo contrario.

París||C.VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora