Extra 1

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Extra 1:


A pesar de que los años han pasado, recuerdo como si fuera ayer el día en que tuvimos aquel susto de embarazo y también la ilusión de Chris con solo pensar que podría ser padre... Lo había conseguido.


No sé con exactitud en qué momento pasó pero ambos habíamos decidido ir a por el bebé. Todavía no se notaba demasiado mi vientre en esas doce semanas, por lo mismo Christopher no sabía nada de ello.




—Amor, hace demasiado calor... — murmuró mientras se abanicaba el rostro con sus propias manos—. ¿Por qué no te pones algo más fresco?




—Ahm... Estoy bien así. — respondí encogiéndome de hombros, no era verdad, la sudadera que llevaba estaba haciéndome arder.




—No te creo, moun amour.— sonríe de forma ladeada—. Anda, ve a cambiarte, podemos ir a la piscina.




—¿Piscina? — cuestioné haciendo un puchero.


—No te quejes, estaré esperándote. — deja un casto beso en mis labios antes de salir de la habitación para darme privacidad a la hora de vestirme.


Me deshago de mi ropa y busco en el armario algo que ponerme para estar más fresca. Termino decantándome por un vestido de color blanco que transparente el bikini que llevo por debajo.


Hablando de vestidos blancos...


No hemos tomado la decisión de casarnos. A pesar de que sentía que Chris era el amor de mi vida, todavía no era el momento para hablar de boda. Y más si tenemos en cuenta que estoy esperando un hijo suyo del cual él no tenía ni idea.




Salgo de la habitación acomodando mis gafas de sol en mis ojos, Christopher sonrió al verme salir y me extendió una mano que no dudé en tomar.




—Te ves hermosa, ma belle. — me halaga antes de dejar un sonoro beso en mi mejilla.




—Gracias, ese beso podría haber sido en otro sido y lo habría disfrutado más...


Deja escapar una risa para después tomar mis labios entre los suyos, su lengua se pasea de forma sensual por mi labio inferior y acto seguir atrapa este con sus dientes.




—Vamos a la piscina antes de que te haga el amor por segunda vez en el día. — susurra contra mis labios.


Y a pesar de que la idea sonaba muy tentadora, me vi a mi misma caminando de su mano hasta salir de la habitación y bajar a la piscina.


Los recuerdos de nuestro tercer reencuentro en este mismo lugar llegan a mi mente y no puedo evitar sonreír embobada.




—¿También lo recuerdas? — preguntó antes de sentarse en una tumbona e indicarme que hiciera lo mismo.


—Es inevitable no hacerlo...




—Allí mismo iba a penetrarte si Jade no hubiera aparecido. — murmura con diversión señalando el borde de la piscina, mis mejillas se ponen coloradas de inmediato. Por supuesto que eso no hubiera ocurrido, todavía no había perdido el juicio.




—Ya te gustaría, Vélez.


—Y a ti también.


Ruedo los ojos con fingida molestia y me pongo alerta cuando sus manos toman el borde de mi vestido y lo alzan para sacármelo.




—Recuéstate, voy a ponerte crema solar.




Hago lo que me indica, sus manos no tardan en deslizarse por mi cuerpo de una forma que podría catalogar como sensual. Hace que me voltee, quedando ahora enfrentados, sus manos se mueven por mis piernas extendiendo la crema con total calma, al llegar a mi vientre sus movimientos se vuelven mucho más pausados. Parece que en vez de estar echando crema está repartiendo caricias.


—¿Hay algo que tengas que decirme? — pregunta, sus manos parecen no querer apartarse de la zona y eso me hace levantar sospechas.




–Tal vez haya algo...




—¿Lo conseguimos? — pregunta en un hilo de voz, sus ojos se encuentran vidriosos cuando me miran llenos de emoción.




—Si. —consigo articular, trago saliva con dificultad tratando de aguantar las ganas de llorar que tengo en esos momentos.




Christopher por su parte no lleva muy bien eso de retener las lágrimas, sus mejillas ya se encuentran totalmente empapadas mientras que de sus ojos sigue brotando la misma esencia de agua salada.




Se olvida de la labor que estaba haciendo y envuelve mi cuerpo en sus brazos, escondiendo su rostro en el hueco de mi cuello y llorando contra esta zona.




—Por fin. — susurra minutos después, sus ojos conectan con los míos a la vez que sus manos acaricia mis mejillas con toda la dulzura del mundo—. No sabes lo agradecido que te estoy, mon amour...


Deja un casto beso en mis labios para después llevar sus manos a mi vientre y acariciarlo de igual forma.




—Vamos a ser papás...

Sus labios hacen presión justo encima de mi ombligo, dándome a entender que estaba más que emocionado con la noticia.


Esta no era la forma en la que pensaba contárselo pero bueno, había resultado mejor de lo esperado y me alegraba que así fuera.


París||C.VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora