-Richard ¿puedo quedarme algunos días en casa de Jennifer?, ya sabes que falta poco para terminar mis vacaciones y la otra semana debo estar en casa porque debo esperar a ver si llega alguna de las cartas de aceptación- sonreí.
-Claro, pero solo unos cinco días como máximo- dijo serio- quiero que estés de vuelta el domingo a más tardar en la cena, veré si puedo sacar unos días de vacaciones para disfrutar juntos tu última semana ¿te parece?-.
-Me parece papá- le sonreí más feliz aun- muchas gracias- besé su mejilla y me fui a dormir- Buenas noches-.
-Buenas noches mi borreguita-.
Me quedé dormida y de inmediato comencé a soñar.
Estaba en Auckland, lo podía deducir por la tienda y las calles del frente de dónde me encontraba, caminé y empecé a buscarlo, crucé a la acera del frente pues era pleno día y el sol pegaba fuertísimo y allí había sombra, vi alguien lejos que me hacía señas, entonces cuando el sol dejó de molestar a mi visión me di cuenta que era él.
-¿Por qué estamos en Auckland?- pregunté.
-Bueno, esta vez yo he creado este sueño, quiero que me muestres tu casa, ¿no crees que es injusto que tú conozcas la mía y yo no la tuya?- dijo sonriente.
-Pero si es tu sueño no tienes idea como es mi casa- dije confundida.
-Pues imagínala, puedes cambiar mi sueño si quieres, inténtalo- sonrió- yo quiero conocerla, a estas alturas ya debería conocer a tu padre y decirle que quiero que seas mi novia- rió y me acercó más a él.
-Ni en sueños, no es posible- dije molesta- tú sabes que papá entiende cómo funciona todo esto, sabrá que es real-.
-Lo sé, tranquila, solo bromeaba-.
Era verdad, faltaba poco para cumplir tres meses en esta "relación secreta" y él no conocía mi casa, era momento de acercarlo más a mi vida diaria.
-Okey, vamos- le di un suave beso en los labios y le tomé la mano para guiarlo.
Caminamos por la ciudad, no había mucha gente, le mostré cada lugar importante, mi secundaria, la casa de Laila, el parque más grande, el cierto comercial y finalmente llegamos a casa.
-Con que tu casa queda al otro lado de la ciudad, bastante lejos de donde yo vivo-.
-Esa duda tenía ¿vivimos en la misma ciudad?- pregunté.
-Sí, en la misma ciudad pero en distintos mundos y con distintas personas, aunque en verdad difícilmente podría conocer tu casa porque vives en la parte "privada" de Auckland, yo nunca he venido por aquí- dijo sonriente.
-Creo que por eso no me había dado cuenta que estábamos en la misma ciudad, yo no conocía tampoco hacia donde tu vives, siempre he llegado hasta el centro nada más, fue Ángel quien me dijo que estaba aquí en esta ciudad cuando casi comento un grave error-.
-¿Qué error?- preguntó asustado.
-Es que casi me descubre que mentía de mi origen, me preguntó de dónde venía y yo había dicho que de Auckland y él me había comentado que eso no podía ser porque ahí me encontraba entonces fue cuando me di cuenta, menos mal que supe salir del paso-.
-Menos mal, yo creo que hay que pensar bien cómo y cuándo contárselo-.
-Lo sé, bueno ¿entremos?- apunté hacia la puerta de mi casa.
Entramos y lo primero que observó fue el recibidor, luego la cocina y comedor que estaban muy cerca, el baño del primer piso y la habitación de visitas, subimos al segundo piso, le mostré el baño, la sala del televisor, la sala de música, la oficina de papá cuando trabajaba en la casa, el baño de ese piso, la habitación de Richard, la de Alicia y finalmente la mía.
-Es muy amplia, mucha más que la que tienes en mi casa, en realidad toda tu casa es gigante, parece un palacio Amira-.
-Y eso que no has visto el patio- dije riendo.
-No, pero ya lo imagino-.
Caminamos a la cocina, preparamos algo rico y subimos a ver una película, antes de que ésta diera término me levanté y lo lleve conmigo a la sala de música, estuvimos ahí tocando juntos durante varias horas hasta que notamos que ya era tarde.
-Amira, lo he pasado muy bien, me ha encantado conocer aun más de ti, es un hogar muy acogedor, me gustaría poder disfrutarlo en la realidad, conocer a tu familia y que me consideraran parte de ello- su rostro era melancólico, luego lo cambió- ¿te quedarás esta semana en mi casa?- preguntó mientras me abrazaba y me observaba muy cerca de él.
-Sí, Richard ya me ha dado el permiso pero solo por unos cinco días, después tengo que volver para disfrutar mi última semana de vacaciones con él, quizás viajemos- aclaré.
-No hay problema, verás que aunque sean pocos días valdrán totalmente la pena- besó mi mejilla suavemente- es momento de lanzarte - dijo mientras desaparecía, yo por mi parte, una vez que él se había ido del todo, corrí lanzándome por la ventana.
Cada vez se me hacía más fácil esta vida.
ESTÁS LEYENDO
El chico de mis sueños
Romance¿Existen límites para el amor? ¿Cuánto cuesta hacer realidad un sueño? Estas son dos preguntas que se hará durante toda la historia Amira, una joven chica que está a punto de cumplir sus dieciocho años y que a pesar de un difícil pasado tiene un tr...