A la mañana siguiente, desperté rápido y preparé el desayuno, cuando lo terminé subí con calma a su cuarto, quería darle un regalo también pero al llegar él no estaba, tampoco se sentía la ducha por lo que deduje que no se encontraba ahí, bajé con la bandeja y cuando iba llegando al último escalón, la puerta principal se abrió y lo vi aparecer.
-¿Qué haces con esa bandeja?- preguntó con voz entre cortada por el cansancio.
-Pensaba darte una sorpresa, no sabía que justo hoy saldrías a trotar tan temprano, pensé que solo lo hacías los domingos- dije algo molesta, él solo sonrió y me besó.
Fue a ducharse, al igual que yo y más tarde desayunamos juntos, que lindo sería tener una casita de ambos, era bonito soñar despierta; el resto de mañana la pasamos en el piano y luego del almuerzo salimos de casa.
-Lleva un traje de baño- me dijo antes de salir.
-¿A dónde vamos?- pregunté intrigada.
-Quiero llevarte a un lugar dónde íbamos desde pequeños, es divertido y estoy seguro que no lo conoces- dijo emocionado.
-Bien- fue todo lo que contesté.
Llegamos a unas piscinas, noté que era una parque de diversiones acuático de su vecindario ¿por qué jamás me había enterado de su existencia?, había mucha gente y en verdad quedaba muy lejos de mi hogar.
Estuvimos casi toda la tarde ahí, luego fuimos a cenar al mismo lugar del día anterior y finalmente volvimos a casa.
-¿Y si vemos alguna película buena que haya en la televisión?- sugerí emocionada.
-Podría ser- dijo él- pero aquí no, hace frío, subamos a mi habitación- apuntó hacia las escaleras.
-Está bien- dije una vez que lo había pensado, confiaba en él, así que juntos subimos.
Nos sentamos en su cama abrigándonos con el cobertor, prendimos el televisor, revisamos cada canal y la verdad no encontramos nada bueno o entretenido para mirar, lo dejamos en una película que estaba por terminar que ya había visto antes, pues era lo mejor que había. Una vez que terminó miré la hora y era un buen momento para ir a dormir.
-Bueno yo ya me voy a acostar- dije levantándome de su cama-.
-Amira, espera- dijo Félix aceleradamente frenándome- quiero dormir esta noche contigo-.
Yo quedé sorprendida mirándolo, él por su parte estaba serio aunque podía notar cierto nerviosismo esperando que yo dijera algo. Al notar mi sorpresa y no escuchar respuesta se acercó a mí, acarició me mejilla delicadamente y luego me besó, tan lento, tan suave, tan dulce, me miró de manera tiernamente apasionada y volvió a besarme, primero mi rostro luego otra vez mis labios; no sé de qué forma pero rápidamente me encontraba sobre la cama con él encima mío, sus dedos rozaban mi piel con extrema suavidad, yo sabía que era esto aun cuando nunca antes lo había hecho.
-Es mi primera vez- le dije algo avergonzada para que lo supiera antes de que siguiera.
Félix solo sonrió y asintió observándome con tranquilidad, con sus caricias y besos logró relajarme haciendo que lentamente me entregara completa a él.
Desperté a su lado, extrañamente no había soñado o quizás sí pero no lo recordaba, intenté alcanzar mi ropa que se encontraba a los pies de la cama intentando no despertarlo.
-¿A dónde vas?- me dijo algo soñoliento aun.
-Voy a ir a preparar desayuno, ya tengo hambre- aun me avergonzaba mirarlo directamente.
-¿No puedes ir más tarde?, quiero aprovechar este momento, al almuerzo llega mi hermana-.
-Entonces dadas las circunstancias tendré que quedarme un rato más- dije risueña recostándome otra vez y metiéndome entre sus brazos.
Nos acurrucamos, nos besamos, nos miramos y dijimos todo lo feliz que nos sentíamos durante largo rato, era una sensación realmente agradable, él me sonreía y podía notar su emoción también, siempre me calmaba, a su lado podía ser tal cual era y entonces recordaba que esto era verdad y no solo un sueño, él estaba allí a mi lado dándome todo su amor.
-En verdad me haces muy feliz, yo realmente me he enamorado de ti, yo te amo Félix- me sonrojé y baje la mirada , entonces fue cuando él hizo que lo volviera a mirar, directamente a sus ojos.
-¿En verdad me amas?- su mirada era brillante y con mucha ternura.
-Sí, desde hace mucho, creo que desde siempre, desde que éramos niños y jugábamos en nuestros sueños sin saber que en verdad existías, ya más grande nos alejamos pero siempre te observaba, creo que no me había dado cuenta pero eres todo lo que siempre he querido en mi vida- terminé diciendo después de un largo suspiro.
Él me observaba serio, sin decir nada, al principio me había asustado pero me calmé cuando tomó mi rostro y me besó, con eso creo que me decía todo, debía recordar que él no era bueno con las palabras pero no las necesitaba para convencerme de este amor mutuo que crecía cada día más.
De repente sentimos la puerta de la casa, rápidamente me levanté y corrí a mi habitación en puntillas, intentando no hacer demasiado ruido, a penas cerré la puerta sentí la voz de Samantha hablándole a su hermano desde la escalera, mi corazón latía muy fuerte, habíamos estado a punto de meternos en el tremendo problema.
Me metí a la ducha, me vestí y bajé como si nada hubiera ocurrido, tal como lo hacíamos antes mantuvimos distancia y él me hablaba serio, era algo incómodo pero tenía fe de que en algún momento me acostumbraría a esos cambios.
Ese día no desayuné y Félix tampoco, solo esperamos la hora de almuerzo. Samantha lo preparó y aun cuando intenté ayudarla no me dejó. Almorzamos todos juntos y tanto ella como Ángel nos contaron sus vacaciones en esos tres días, luego de eso Félix pidió que ensayáramos recordando que la presentación sería pronto y que yo reemplazaría a Franccesca. Así lo hicimos durante gran parte de la tarde y poco antes de la cena paramos; Ángel y Samantha salieron a cenar juntos, entonces fue cuando pudimos quedarnos unos minutos solos.
-Esta noche cocino yo- me dijo.
-Bien, veamos qué tal se te da- dije riendo y desafiándolo a la vez, sinceramente no me lo imaginaba cocinando.
Tras varios minutos en la cocina, por fin volvió a mi lado.
-Señorita, la cena está lista- su tono más parecía de camarero.
-Muchas gracias señor- sonreí.
Cenamos juntos y realmente estaba muy delicioso, aun cuando buscaba alguna imperfección en él siempre salía sorprendiéndome.
Cuando terminamos nos fuimos cada uno a nuestras habitaciones, obviamente luego de un gran beso de buenas noches.
-¿Hoy irás a soñar conmigo?- le pregunté mientras me abrazaba.
-¿Dónde quieres ir?- preguntó él.
-No lo sé, a cualquier lugar-.
-Okey, entonces prepárate que nos iremos bien lejos- sonrió y cerró la puerta de su habitación.
Antes de dormir, agradecí a mamá, sabía que gracias a ella todo esto estaba sucediendo.
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El chico de mis sueños
Romantik¿Existen límites para el amor? ¿Cuánto cuesta hacer realidad un sueño? Estas son dos preguntas que se hará durante toda la historia Amira, una joven chica que está a punto de cumplir sus dieciocho años y que a pesar de un difícil pasado tiene un tr...