Capítulo XXXIX

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Terminamos la presentación muy felices, el dueño de aquel local nos había felicitado y hasta comentó que ésta era la mejor presentación.

-Tienes una voz muy suave- nos dijo el caballero que no pasaba de los cincuenta años, mirándome principalmente a mí- además las canciones tocadas en el piano de cola suenan muy dulces, hace tiempo que no veía un grupo así, esta ha sido su mejor presentación definitivamente, felicidades-.

-Muchas gracias- dijimos todos a la vez.

Volvimos a casa, le contamos a Jennifer quién nos felicitó muy alegre a todos, luego Ángel se fue y entonces aproveché para comunicar que debía irme a mi hogar y que volvería en un tiempo más. Como el día había sido tan duro todos decidieron irse a sus habitaciones, yo estaba muy cansada, por lo que me acosté y sin darme cuenta me quedé plácidamente dormida.

-¿Félix?- mencioné a penas lo vi.

-Hola- sonrió- hoy te devuelves a casa y no alcancé a despedirme como era necesario, así que decidí venirte a ver a tus sueños, además no había podido felicitarte como se debía- decía mientras se acercaba y me rodeaba la cintura, nos miramos unos minutos a los ojos sin decir nada y luego me besó lleno de ternura.

Estuvimos juntos caminando por aquella plaza, nos recostamos en el pasto verde claro y no nos soltamos hasta que empecé a sentir que me despertaría.

-Ya es tarde, tendremos que irnos- le dije acariciando su rostro con tristeza- nos vemos en otro sueño- lo besé por última vez cariñosamente sin quererme separar de sus labios y cuando volví a abrir los ojos, por más que no lo había querido ya me encontraba en mi casa.

Baje a desayunar, saludé a Alicia y a papá que ya estaban en la mesa, me senté y comencé a contarles todo sobre como lo había pasado. Alicia ya sabía todo sobre mis extrañas habilidades y la vida que desde ahora llevaba, con papá lo habíamos decidido contárselo ya que era parte de la familia, ya llevábamos tiempo confiando en ella. Ambos me escucharon atentamente hasta terminar el desayuno, entonces fue cuando Richard me habló.

-Amira, salimos hoy en la noche con Alicia, iremos a unas islas cerca de aquí muy relajantes de vacaciones, es una excelente opción antes de que entres a la universidad- dijo emocionado- iremos por tres días o cuatro, luego debemos volver-.

Yo asentí y subí a ordenar inmediatamente la maleta, le mandé un "WhatsApp" a Laila para contarle absolutamente todo, entonces recibí una llamada de su parte.

-Laila hola- dije a penas contenté.

-¡¿Cómo que hola simplemente?!, ¡niña por Dios te acostaste con él! empieza por ahí- dijo gritando eufórica.

-No lo grites- dije riendo.

-Ya , ya , si me quedo calladita ¿soy la única en enterarme, verdad?- dijo ya bajando el tono de voz.

-Obvio, eres mi mejor amiga, pero no vuelvas a gritar que me muero si alguien se entera-.

-Sí, tranquila, oye yo también tengo que contarle dos cosas, primero mañana me iré a quedar a unas cabañas con la familia de Adam- se notaba emocionada-y lo otro que quería contarte es que me llegó ayer una carta de aceptación en la universidad central de Auckland- gritaba eufórica y gritando, como siempre.

-Felicitaciones Laila, a mi aun no me llega nada, pero bueno esta semana son las aceptaciones, así que solo debo esperar-.

-Gracias y tranquila, ya verás que todo saldrá bien, oye me debo ir, besos linda, adiós-.

-Besos para ti también, adiós-.

Esa tarde partimos a unas islas cerca de donde vivíamos, pasamos cuatro días increíbles allá, nos quedamos en un bosque de la isla, era tan parecido a las de mis sueños pero aun más lindo y relajante, más real; nos bañamos en termas naturales que habían en ese lugar, nos dieron masajes y realmente me sentía renovada. Durante mis sueños no lo veía, estaba muy apenada pero creía que quizás estaba muy ocupado, preparándose para su segundo año, lo extrañaba mucho más cada día, solo deseaba volver y verlo.

Volvimos a Auckland, lo primero que vimos al llegar a la casa fue el correo, en él había una carta para mi, al abrirla me di cuenta que era de aceptación a una de las postulaciones de universidades que había hecho, realmente me sentía muy feliz, lo había logrado. Tanto papá como Alicia me felicitaron emocionados y a mí me gustaba saber que los hacía feliz con mi decisión, le pedí a Richard si podía irme a casa de Jennifer temprano y él me dejó, me sentía tan contenta que lo único que quería era ir a decirle a Félix y compartir esta buena noticia con él. Me fui a dormir temprano y comencé a soñar, otra vez no lo encontré y de inmediato me invadía un sentimiento de angustia y decepción, realmente no entendía por qué llevábamos tantos días sin saber nada de él, aunque como siempre buscaba una u otra explicación, sabía que tenía que estarme extrañando tanto como yo a él. Me lancé rápidamente cuando comencé a sentir que iba a despertar, entonces al abrir los ojos me encontraba en su casa; bajé feliz, al fin iba a verlo, me había hecho mucha falta.

-Hola Amira- me dijo Jennifer quien cocinaba el almuerzo, dejó de hacerlo un instante para abrazarme- que bueno que has llegado, hoy tenemos una cena muy especial y yo quería que pudieras ir, vamos a celebrar que mi hija entró a la universidad que todos queríamos para ella y aunque ustedes dos no se lleven bien yo decidí invitarte, tranquila que nadie se opuso, ni si quiera ella- dijo feliz.

-¡Oh! que bien, estaré allí no se preocupe- dije emocionada- ¿y Félix?¿Ha salido a trotar?-.

-Obvio que estarás allí si te irás conmigo y sobre Félix no lo sé ha salido muy temprano y no ha dicho nada, quizás llegue más tarde- aun cuando no sabía dónde estaba su hijo se notaba tranquila, o por lo menos se notaba así mientras yo moría por dentro.

El día pasó y por más que lo esperaba Félix no llegó jamás, pensé que podía estar con Ángel pero cambié de opinión cuando lo vi aparecer, muy bien vestido con Samantha. ¿Dónde se había metido?.

-Hija- Jennifer se dirigió a mí y me sacó de mi preocupación un instante- en tu habitación he dejado un vestido para ti, póntelo y arréglate, si necesitas algo me avisas, yo estaré en mi habitación, tenemos que irnos en unos minutos a la cena-.

-Está bien, lo haré rápido-.

Subí a la habitación, abrí el ropero y encontré en él un vestido ajustado de color rojo, me lo puse y se veía más bien de lo que había creído, encima me puse un "bolero" de encaje negro con unas sandalias de taco alto de negro también, el pelo lo amarré en una cola alta dejando dos mechones sueltos a los lados, me maquillé de la forma más natural que encontré, quería verme simple pero bonita para él, finalmente me coloqué unos aros de flores doradas para adornar un poco más mi rostro, cuando ya estaba lista me miré por última vez en el espejo de la puerta de mi closet y bajé.

-Te ves preciosa- mencionó Jennifer a penas me vio, ella vestía una falda de color café que llegaba a la altura de su rodilla, arriba una blusa suelta de color rosado claro y encima una chaqueta a mitad de cuerpo café también, de la misma tonalidad de sus tacones bajos.

-Gracias tía- dije a penas recordé en que así le gustaba que le dijera- usted también se ve muy bonita- yo sonreí y ella me devolvió el gesto.

-¿Vamos?-.

-Vamos- contesté.

Salimos de la casa camino a un local en el cual cenaríamos, tal vez Félix se había ido directo para allá, no podía esperar a que me viera con esta ropa y aun menos a contarle lo emocionada que me encontraba con mi aceptación en la universidad que tanto había querido estar, aunque el sentimiento más grande era el querer verlo a él y hundirme en sus ojos, sentir su aroma cerca, verlo sonreír tan dulcemente con esa sonrisa torcida tan bonita en él y solo si se podía, sentir sus labios, suaves y cálidos en los míos, lo que deseaba más que nada era a él.

El chico de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora