-Buenos días princesa- me dijo Félix que se encontraba a mi lado.
-Buenos días- dije algo perdida.
-¿Qué haces aquí?- dije con tono asustada una vez que ya había despertado del todo.
-Vine a despertarte- dijo con su típica sonrisa torcida.
-Pero nos pueden ver y eso no sería nada bueno-.
-Amira tranquila, no hay nadie en casa-.
Tras escuchar eso me relajé, nadie podría vernos y sospechar lo que había entre nosotros.
-¿Y cuándo volverán?-.
-En cinco días más-.
De inmediato tensé cada músculo de mi cuerpo y palidecí...¿eso significaba que estaríamos solos durante casi toda una semana?
-Tranquila- dijo a penas notó mi reacción- en tres días más llegará mi hermana y tendremos que volver a tener distancia, aunque no tanto pues estará aquí con Ángel por lo que no andará preocupada por nosotros todo el tiempo, otra cosa que debía comunicarte, Franccesca se fue de vacaciones y tenemos presentación este fin de semana, yo dije que tú podrías ayudarnos con la parte del piano y bueno de la voz también ¿no te parece una idea genial?-.
No sabía que información me ponía más nerviosa, aunque sabía que en el fondo podría ser divertido.
-Jamás he tocado en público, me dará pánico- comenté con tono fuerte.
-Eres muy habilidosa Amira, si te damos las partituras podrás seguirlas y funcionaremos, practicaremos antes si quieres, quédate tranquila- dijo acariciando mi cabello- ya quédate aquí, vuelvo de inmediato-.
Al volver traía un ramillete de calas rojas con una linda tarjetita naranja.
-Bueno Amira, nunca te he hecho un regalo antes, bueno las calas moradas en tu habitación habían sido un regalo mío pero no te lo había dicho así que preferí esta vez dártelas en la realidad o por lo menos en mi realidad y personalmente, elijo calas porque las encuentro hermosas, delicadas y a su vez misteriosas en su forma, tal como siempre te he visto a ti- estaba algo sonrojado mientras me lo decía pero seguía firme, mirándome directamente a los ojos.
-Muchas gracias, están preciosas, me gustan mucho estas flores y ya sabía que tu las habías puesto en mi habitación pero no creía que fueran por una razón en especial, creo que es un muy bonito gesto, para mí siempre tendrán el significado de nuestro amor- sonreí y me lancé de inmediato encima de él llenando sus labios de besos cortos y seguidos, primero con el fin de una jugarreta luego se volvieron más lentos, más largos y profundos, entonces me levanté interrumpiendo el momento- voy a preparar el desayuno, te aviso cuando esté listo para que bajes- dije mientras me retiraba de la habitación intentando a su vez calmar aquel fuego interno que había aparecido en mí.
Desayunamos juntos y luego salimos a dar una vuelta, me mostró cada lugar de Auckland que no conocía, luego llegamos a mi casa donde obviamente otras personas vivían, ya cuando se hizo tarde, cenamos en un local cerca de su casa, finalmente volvimos a casa, el cielo ya estaba oscuro por lo que nos quedamos en el patio de su casa, en una mecedora mirando las estrellas juntos, por primera vez podíamos hacerlo sin que solo fuera un sueño y sin miedo de que alguien nos viera muy cerca, tras eso cada uno se fue a dormir. No soñé nada importante, él tampoco apareció en ellos, solo fue algo corto pues sin darme cuenta ya era tiempo de lanzarme para poder volver y despertar.
ESTÁS LEYENDO
El chico de mis sueños
Romance¿Existen límites para el amor? ¿Cuánto cuesta hacer realidad un sueño? Estas son dos preguntas que se hará durante toda la historia Amira, una joven chica que está a punto de cumplir sus dieciocho años y que a pesar de un difícil pasado tiene un tr...