Secretos: Draco Malfoy y tú

PRÓLOGO

Aún recordaba lo maravilloso que fue recibir su carta a Hogwarts, aunque sus padres no estaban del todo contentos, se notaban preocupados y temerosos, decían que ese mundo no era bueno, que ellos mismos habían huído de él por razones demasiado preocupantes.

—Sigo sin entender su postura– La niña miraba seria a sus padres

—Hubo acontecimientos, que nos hicieron dejar de lado todo– Su padre seguía mirando por la ventana de su hogar con melancolía, era como si en el fondo, recordase los buenos tiempos de su estadía en Hogwarts

—¿Qué pasó?

Su padre sonrió mientras se acercaba a ella y le tomaba la mano —Eres muy joven para saberlo

—Algún día te lo contaremos— su madre le sonrió —Te lo juro

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Esa fue la última vez que vio a sus padres, desde que supo de aquél mundo mágico, su vida cambió drásticamente, su padre fue amenazado, al fin habían conocido el paradero de su familia y supo que todo era por su culpa, al recibir la carta, el pasado de sus padres también había entrado a sus vidas.

–No eres culpable de nada– su madre le sonreía con cariño —Debemos de separarnos, pero siempre debes de saber que te amamos, pronto estaremos juntos

Desde ese día, su custodia pasó a Severus Snape, un hombre frío y cruel en algunos momentos, el propio Albus Dumbledore fue quien la mandó con el profesor de pociones, nadie le decía nada, todos le pedían que no dijera su origen, debía de mentir y de evitar cualquier palabra sobre su pasado y familia.

—Serás _____ Goldstein, una hija de muggles, una huérfana

Snape le dijo eso apenas llegó a su casa, el lugar era oscuro y le dio miedo saber que ese sería su "hogar"

Ella mantenía su distancia, obedeciendo e investigando más sobre su nueva vida que al final no le parecía algo bueno, lo único que quería era respuestas y volver con sus padres.

¿Era tan malo como para evitar decirle lo que en verdad pasaba?

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Para Snape no fue sorpresa que la joven quedara en Slytherin, él sabía que los padres de la niña eran sangre pura, aunque todos creían que era una simple hija de muggles, todos la miraban con seriedad, otros con asco, no les agradaba tenerla ahí, en la casa donde la pureza de sangre lo era todo. Desde el origen de las casas de Hogwarts, los prejuicios y repudio en contra de los hijos de muggles siempre estuvieron presentes en Slytherin, jamás se vio a una "sangre sucia" ser seleccionada en esa casa, fue casi un insulto para todos los integrantes.

—Mestizo o sangre pura, es mejor que ser hija de muggles, no le será fácil

—¿Te preocupas por ella Severus?

—Jamás

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Habían pasado solo unos días, _____ se sentía fatal por ver que todos sus compañeros la ignoraban, solo había alguien que no, un chico con el cabello rubio o plateado y ojos grises fríos, él la molestaba tanto como a Harry Potter.

Siempre se sentaba en la mesa de las serpientes, en donde miraba a otras personas conversando y siendo felices pero ella no, ni siquiera le importaba del todo, siempre pensaba en su familia y lo peligroso que era decir su verdadero origen, sonrió con ironía, ni siquiera ella sabía qué pasaba en su vida, no supo la razón por la cual sus padres huyeron y la dejaron sola, nunca supo del mundo mágico hasta que recibió su carta a Hogwarts.

Debía de saber más, aunque sería difícil hacerlo.

—Asquerosa sangre sucia

Aquél niño mimado, egoísta y arrogante, la miraba con aquellos ojos grises llenos de enojo. De nuevo se prestaba a ser parte del grupo que le hacía la vida imposible.

Ella no tenía la culpa de no poder decir su origen, se le hacía repugnante que la pureza fuera tan importante en Slytherin y más saber que había quienes se lo tomaban demasiado en serio.

—Nadie te ha hablado Malfoy– dijo ella atacando al chico con sus palabras —¿Nadie te hace caso que vienes a molestarme?

Él ni siquiera le contestó, se fue de ahí, ella sonrió victoriosa

"Juro que durante mi estancia en este lugar, Draco Malfoy no se saldrá con la suya"