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—Al fin— se dijo a sí misma mientras salía del despacho de Snape, miraba con cautela a todos lados.

Al ver que nadie estaba cerca suyo, decidió apresurarse, el mapa merodeador le ayudaría, no entendía porqué Snape lo había dejado ahí como si nada, de seguro lo que vio lo hizo sentir necesidad de salir sin pensar seriamente en sus acciones.

Volteando a todos lados para ver si nadie la miraba, abrió el mapa merodeador con sutileza, algo le decía que no debería de ver pero su necesidad de encontrar respuestas era mayor.

Comenzó a ver todos los nombres que aparecían, al ser de noche las cosas eran más fáciles, no había muchas personas, solamente pudo ver a Snape cerca del sauce boxeador, una mueca de extraneza se hizo presente en su rostro cuando la mota del nombre desapareció.

—¿A dónde...

No terminó la pregunta, sin dudarlo fue directamente al lugar, fue algo difícil, algunos maestros decidieron hacer sus rondas y ella no quería ser descubierta antes de lograr saber qué escondía Snape.

Llegó al sauce boxeador, estaba tranquilo, parece ser que le habían lanzado un hechizo. Sin dudar de la oportunidad que tenía, se adentró sintiendo dudas de si había sido buena idea.

Al fin llegó al final, pudo ver que el lugar estaba oscuro, lo que quedaba de muebles estaban rotos como si una bestia los hubiera destrozado.

—¿La casa de los gritos?— preguntó al aire, se parecía mucho en verdad

—¡Quiero matarlo! ¡He esperado demasiado!

Esa voz no la conocía

—¿Se puede saber qué haces aquí?

Snape salió de las sombras, susurrando como si no quisiera que lo escucharan

—Yo solo...

No pudo terminar la oración pues el profesor sin dudarlo, entró a la habitación de donde se escuchaban los gritos. ________ iba a seguirlo, pero algo la hizo detenerse un momento, en su interior sabía que sí entraba, podría toparse con aquél hombre que era su verdadero padre.

Suspiró levemente, deseando que las cosas no fueran como su intuición le decía, pero la duda no la dejaba irse de ese lugar. Poco a poco, se fue acercando al marco deteriorado de aquella habitación, pudo observar a Snape con la varita apuntando a alguien, aunque no podía ver a quién.

—Quejicus, como siempre, llegas a la conclusión equivocada...

—¡Cállate escoria!

—Severus...

—Y tú, Dumbledore creyó en ti, no hizo caso a mis palabras, eras su amigo y eso no cambiaría nunca, ahora podré decirles a todos tu asqueroso secreto...

_______ supo a quién le decía aquello, Remus Lupin estaba ahí, entonces, quien los acompañaba era...

—¿Quién mató a mis padres?

La voz de Harry la hizo sentirse más curiosa, sin dudar más, se adentró a la habitación, lo que vieron sus ojos fue a aquél hombre que aparecía siempre en el profeta, aquél que al final sería su padre verdadero.

—_______— dijo el hombre en un susurro, no creyendo en lo que observaba —Mi pequeña...

Ella no podía hablar, había creído que en el momento en que lo viera, sería capaz de lanzarle una maldición, lo odiaba por lo que había hecho, pero ahora simplemente se mantenía mirándolo. Harry en cambio hizo algo que nadie se esperaba, lanzó a Snape por los aires para después hacerlo quedar inconsciente.

Secretos: Draco Malfoy y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora