Capítulo 1

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DANTE

Podía escuchar sus pensamientos sin ningún filtro, sin ninguna interrupción de ella, aunque quisiera detener sus pensamientos, de solo pensarlo sabía que eso era imposible, yo los escucharía. Lo que lleva dentro de si alguien que ha sido agredido sexualmente es inconsistente, incoherente e inestable. Decir lo que piensa a veces es doloroso, porque me dice lo que sintió ese día, lo que le atormenta y lo que le lastima. Como hombres no hemos entendido eso, ya que no podemos sentir más allá de lo que podemos imaginar, más allá de nuestras experiencias o simplemente somos cobardes para hacerlo. Es esto lo que nos ha destruido, lo que nos ha lastimado, ella a pesar de lo que ocurrió trata vivir normalmente pero es imposible, el dolor llega incluso en los momentos más felices, así que no es de esperarse una espiral de dolor en su vida y mucho peor cuando estamos conectados, porque son también mis sentimientos afligidos los que la lastiman.

Necesitaba ese sentimiento de aniquilamiento que me renovaba, que me decía que era lo que nuestra vida merecía, al menos por un instante o como la ame por toda mi vida. Sabía lo que eso significaba porque, sabía que si muriera en este instante, ella sería lo último que vería, aunque fuera en ese sueño que se da antes de morir. Ella estaría en mis últimos latidos y eso era nostálgico, porque no vasto una vida para amarla como se merece.

Era una mañana un poco diferente a las demás, lo sabía porque, el despertador no había sonado y yo ya estaba despierto, como si algo en mi me pidiera que me despertara. Cumplí con mi rutina de desayunar, bañarme, vestirme he ir al colegio. Llegue justo a tiempo, entre al salón entre una multitud, me deje caer en el pupitre, mire por la ventana como de costumbre. Solo esperaba la nieve porque, era esas metáforas que necesitaba en mi vida, un desierto cae sobre nosotros, mostrando lo solitaria que es la vida, porque solo vivimos de espejismos que necesitamos para no morir de frio. En todas las nevadas ellas había algo siempre en común estaba ella.

La chica que esta mi izquierda, la que esta con sus amigas hablando de lo cotidiano, se llama Isabella Cevedo su cabello rojo largo, sus ojos negros, su piel blanca, sus labios de diferentes colores dependiendo de su ánimo, lo note cada vez que llegaba con un lápiz labial en sus labios cada día. Si ella, es el sueño de todo hombre pero, no es por su figura femenina lo que me ha flechado, sino porque ella era la única persona que sabía lo que ocurría en mi mente, pero decidido alejarse de mí en una noche de invierno.

Esa noche ella entendió que estar a mi lado se destruiría así misma por el dolor que llevamos dentro de cada uno, por eso, esa noche de invierno me dijo algo que a pesar del dolor que desgarraba cada uno de mis músculos.

-Lo siento, te amo, pero me duele.

Sabía que era lo mejor, pero me dolía y aun dentro de mí sentía esperanza de que todo lo que habíamos vivido se repararía. Se fue y me quede solo mirando el cielo mientras caía la nieve. Después de eso me sentí más aliviado pero, muy solo y con mucho frio.

Pocas veces me habla o me dirige la palabra, por ello, estoy contando el principio de la historia, aunque ella ya la sabe, pero era ese momento que no escuchaba mis pensamientos.

El invierno en Quebec llegaba y todos estaban alegres por las fiestas de navidad, esos días cambio por completo mi rutina. Era la primera nevada ella, había llegado con más abrigos de lo normal y todos quería saber lo que le sucedía porque, estaba más pálida de lo común, sus labios eran trasparentes, se había aplicado un simple brillo. Tocia de vez en cuando y yo giraba a verla, por un momento quise ayudarla cuando se levantó para salir al recreo, por ese instante perdió el equilibrio como si una de sus piernas no le respondiera pero, se pudo sostener por si misma apoyándose en el pupitre, todos la rodeaban era como un cuerpo de gran masa que atrajera a todos a su órbita. Sus amigas la llevaron a la cafetería, mientras le decían.

¿y si compartimos una vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora