Capítulo 13

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Dante

Puedo sentir su piel con mis manos y mi cuerpo pero, sabía que sentía ese temor de hacerle daño, y ella necesitaba que la comprendiera para que ella se diera a sí misma la valentía de seguir. Varias veces recordaba ese momento inevitablemente y yo solo podía escuchar con claridad como Isabella le rogaba a aquel hombre que se detuviera. Pero a pesar de eso yo seguía tocando su cuerpo, porque sentía ese miedo, o autoflagelación de que sintiera algún tipo de asco por ella, es por eso, que soportaba los recuerdos en mi mente solo para estar a su lado y que ella pudiera superar ese momento y que aceptara que en este presente está conmigo, solo quería que volviera a este presente. Porque días después de eso ella, se encerró en un bucle donde solo podía recordar ese pasado, a veces no sentía mi presencia, sino que me veía como aquel hombre. No importaba lo que yo hacía por ella, ella no podía controlar esa necesidad de su cuerpo de estar inseguro. Hubo veces que me veía como aquel hombre, como si yo fuera él. Varias veces no pude contener mis lágrimas y lloraba frente a ella y solo se disculpaba porque no sabía lo que hacía, pensaba o sucedía. Tenía miedo de dañarla es lo que siento ahora miedo de que ella confunda ese terrible pasado conmigo y que yo le cause más daño. Por eso pasaba mis dedos lentamente tanto que se creaba una gran fricción con su cuerpo ella, me miraba y no dejaba de ver mis ojos o mis manos.

Comencé a comprender lo difícil que es compartir una vida con la persona que amas, es porque los recuerdos, esos que duele, volverán una y otra vez, y solo dañas a la otra persona, es por ello, que miraba esta especie de suplicio, como la única oportunidad para estar con ella y debía dar todo absolutamente, todo mi atención, pensamientos o deseos para un única cosa y era estar con ella.

Su deseo por estar conmigo era evidente, pero se detenía una vez que volvía ese recuerdo. Su historia no era nada más que una vida humana de esas que está completamente rodeadas de una miseria que aun, teniendo lo que los demás deseaban ella sentía ese gran vacío que la consumía y que no podía hacer nada al respecto, solo podía fingir o engañarse pero una vez que se topó conmigo supe que ella pensaba que había encontrado lo que necesitaba, pero yo sabía que era también un tipo de engaño, así que decidí algo y era que yo le ayudaría a vivir independientemente de que yo no estuviera a su lado. Para ella fui una especie de profesor o maestro que le enseñaba mundos alternos que ella había pasado por alto, por eso, cuando le contaba historias o la llevaba a una aventura conmigo ella, siempre sonreirá con admiración, con esa que una vez se acaba la infancia se termina, ella aun sentía esa necesidad para ver el mundo de una perspectiva diferente. La estaba preparando para que pudiera vivir sin mí, por si alguno de los dos no estuviera. Y esa decisión le salvo la vida ese viernes 7 de octubre días después que aquel hombre la había abusado ella, se intentó suicidar. Subí a su cuarto queriendo darle una sorpresa con un pastel que compre y había encontrado en su cajón una de las cartas de despedida que había escrito para mí.

No se cómo soportar esto, te estoy lastimando aunque tú digas que no es así, pero lo siento, siento el daño que puedo causarte y el dolor que sientes por mí, solo quiero que seas feliz sin mi yo soy un desastre que no tiene cura, no hay forma de que tus sentimientos puedan cambiarme aunque, veo que para ti soy el centro de todos tus pensamientos no sé cómo puedes ayudarme y no quiero devastarte más de lo que estas, siento como si me enseñaste a vivir sin ti y te lo agradezco, te amo.

Le había enseñado a vivir sin mí, pero no me había enseñado a vivir a mí mismo para vivir sin ella.

La busque por toda la casa, mire en el patio donde había un yacusi de baldosas, en la cocina en consultorio de Anna, en su cuarto en el segundo piso; el corazón me latía tan rápido que no pida controlarme, fui al primer baño y no estaba, pase por la habitación de Anna y fui al baño personal, y la allí la encontré estaba en la tina cubierta de agua que iba tomando un color rojizo, tenía una camisa blanca mía, la saque para que pudiera respirar pero no lo hacía, entonces vi las heridas, dos cortaduras una en cada muñeca de ella, era larga y profunda. Me quite la camisa para hacer un torniquete en su brazo, busque en el baño y encontré una toalla blanca que apreté su otra mano. La tome en mis manos y la baje por las escaleras, llame una ambulancia mientras esperaba con ella en mis manos en un pequeño escalón de la puerta.

¿y si compartimos una vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora