capítulo 17

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Isabella

Dante se retorcía en la cama, pude ver como se sacudía fuertemente, en un parpadeo pude ver el recuerdo en el que estaba atrapado. Varios niños lo golpeaban con brutalidad, sus puños eran con ira, sus risas era de diversión desenfrenada. Al abrirlos ojos por un momento, pude ver como sus labios estaban sangrando, empezó a escupir sangre, estaba aterrorizada, como era posible que pudiera tener las heridas que recibía a causa de un recuerdo.

Intente detener los movimientos bruscos de su cuerpo poniéndome encima de él.

Su cuerpo se llenaba de moretones y rasgaduras.

-¡por favor basta! ¡Detente! ¡Dante despierta!

No podía sentir su dolor, no escucharlo, ni él podía escucharme.

En un instante me lanzo contra el suelo, y el cayo arrodillado, en su recuerdo lo había lanzado de pies y manos contra la pared. Estaba horrorizada por lo que esos niños fueron capaces de hacerle a Dante. Por un momento intento ponerse de pie, pero empezó a escupir sangre. El suelo estaba lleno de sangre, quería acercarme a él, estaba arrodillado con su puño en el suelo. Se había detenido.

-¡amor!

-¿Dónde estoy?

Lo abrace y empecé llorar. Él me abrazo, lloraba con fuerza y él, a pesar de su dolor me abrazaba y trataba de calmarme hasta que. En sus brazos, sentí una turba de golpes. Todo lo que él había sentido, yo lo sentí en solo unos instantes, alguna fuerza inexplicable intento lanzarme por los aires, pero Dante me abrazo tan fuerte que fuimos lanzados contra la pared.

Al tomar conciencia, los dos estábamos llenos de sangre moretones y rajaduras. Los dos nos quedamos abrazándonos y terminamos llorando por un gran rato.

Una vez nos serenamos, Dante fue por el botiquín de primeros auxilios, lo veía tambalear cuando caminaba, llego con él y empezó a limpiarme con una toalla y aplicarme una crema que de solo tocarla me dolía. Sus ojos estaban abiertos, sin ningún sentimiento. Sabía que él sentida todo mi dolor, pero al vendarme y pasarme la crema cuidadosamente casi por todo mi cuerpo. Sentí un dolor diferente y era la culpabilidad lo que, lo tenía así. Le seque las lágrimas y le puse las vendas, le puse la crema en sus moretones y podía sentir otra vez como quemaba, pero él no se inmutaba. Pensé por un momento que él ya estaba acostumbrado a todos esos tipos de dolores. Una vez termine los acostamos en la cama.

Tenía miedo de dormir al igual que él.

-¿Qué fue eso? Pregunte.

-mi vida.

-¿a qué te refieres?

- ese dios o lo que sea lo que nos dio este don, quería que sintieras como fue mi vida, sabía que la insensibilidad que tengo no te haría sentir lo que realmente paso en mis recuerdos, por eso, una vez me dormí sentí todo como aquella vez, como si fuera otra vez ese niño. Solo quería que sintieras mi dolor.

-¿cómo lo sabes?

-es la única explicación coherente que encuentro de ello.

Pasamos todo el día cuidando uno del otro, Dante me pedía ayuda para hacer el desayuno, el almuerzo y cena ya que él tenía que hacer unas pausas para respirar y soportar el dolor que padecíamos. A los dos días, ya nuestros cuerpos se habían curado casi por completo, sabía que Dante le había tomado más de tres semanas en recuperarse aquella vez.

Una tarde que volvimos de hacer unas compras al abrir la puerta nos encontramos con mi madre y la madre de Dante nos habíamos olvidado por esos días de ellas.

-¡Isabella! Dijo mi madre con ira.

-¡Dante! Dijo la madre de Dante al verlo.

Mi madre se me vino como búfalo apunto de embestirme. Y Dante se puso enfrente de mí. –Alto.-Mi madre se detuvo.- fui yo la de la idea. Le dije.

-pero como pudieron los dos saben que apenas salieron de un hospital. Dijo mi madre enojada.

-lo sé, y no fue la mejor decisión pero estar cerca de la muerte nos hizo comprender que la vida es demasiado corta.- se hizo un silencio de plomo, me sentía sofocada por lo que decía.- sé que están enojadas pero, solo queríamos vivir un poco, ya estábamos artos de la rutina y estuve a punto de perderla a ella.- no te un pequeño dolor en mi pecho era Dante el que sufría- solo les pido que comprendan que solo quería vivir un tiempo junto los dos olvidando por un momento nuestras vidas.

Dante se arrodillo y se inclinó en el suelo. Era la primera vez que vi a una persona hacer eso, las lágrimas de Dante eran verdaderas no fingidas, eso estremeció a mi madre. La madre de Dante lo levanto del suelo y lo abrazo.

Mi madre me abrazo, sentía su ira pero la tristeza le ganaba.

Nos devolvimos en el auto de mi madre, ella conducía y los dos decidimos sentarnos en los asientos de atrás. A pesar de que todo estaba en silencio ese momento quería que Dante me respondiera ¿por qué hizo eso? Dante me respondió.

-la forma de decir la sinceridad es demostrándolo de formas inimaginables. Pensó

-¿pero por qué así?

-no lo sé, solo lo hice. Quería que supieran lo que sentimos, casi mueres, casi muero, sé que por esto de compartir una vida se te olvido lo que paso, pero es la realidad que decidimos ocultar.

-lo sé, lo siento, es que el hecho de sentir tu vida me dio esperanza que perdí la noción de lo que había pasado.

-no te disculpes yo también olvide eso, pero lo que me importa ahora es pasar lo que más pueda a tu lado.

-gracias, me duele la cabeza.

-pensaba que era el único que lo sentía.

Dante le pidió a su madre que le diera una pastilla para el dolor de cabeza. La señora busco en su bolso y se la dio del asiento del copiloto.

-hijo tómala ¿también te duele la cabeza? Dijo la señora preguntándome a mí.

-si un poco.

Mi madre miro por el retrovisor.

-no puedes tomar nada por ahora.

-¡Isabella! Grito mi madre mirando el retrovisor.

Sentí como la sangre salía de mi nariz.

-¡Dante! Grito la señora Claudia.

Él también sangraba.

Entendí en ese momento que después de unirnos habría algo que hará nuestras vidas miserables. 

¿y si compartimos una vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora