Jaemin llegó en la noche, como había prometido, con un hambre atroz, arrasando con lo último que había quedado del guisado de la cena. Las luces estaban apagadas y no se oía nada fuera de lo normal. Sólo él en el celular y comiendo de su plato tranquilamente.
-Llegaste -la voz de Jeno lo asustó un poco, haciendo que su cuchara resbalara de sus dedos hasta el suelo, manchando un poco.
-No hagas eso, me asustas -le recriminó juguetón. Se agachó para recoger la cuchara, para cuando se enderezó pudo ver a Jeno sentado a su lado, mirándolo con algo raro en los ojos. -¿Qué? -preguntó limpiando la cuchara con una servilleta.
-Ibas a cenar con Anh-
-Ajá -asintió dando un gran bocado al guisado.
-Creo que no cenaste con Anh- ladeó su rostro. Jaemin lo miró extrañado, masticando la comida con cautela.
-¿A qué te refieres? -le preguntó aún confundido.
-Creo que te la cenaste a ella- le sonrió divertido.
Jaemin abrió los ojos enormemente para luego darle un buen golpe en el hombro al rubio que casi suelta una carcajada de no ser porque había tapado su boca.
-No digas esas cosas, maldición -se quejó avergonzado. Aunque sus mejillas estaban rojas y sus ojos de repente habían tomado un bonito brillo de satisfacción.
Jeno sintió que su estómago se revolvía. ¿Eran celos? ¿Pero celos por quién?
-Tal vez... Sus papás no estaban... -se encogió de hombros, meneando el guisado en su plato.
-Oye, no los juzgo, es normal, son novios - hizo un ademán con sus hombros para levantarse de la mesa. -Recuerda que mañana iremos con tu tío de compras, no quiero despertarte a gritos -le sonrió por última vez para salir de la cocina.
Se detuvo en el pasillo, tocando su pecho donde su corazón latía desbocado. Imaginar a Jaemin y a Anh haciendo sabe qué cosas, le revolvía el estómago en celos.
Pero... ¿Por qué de pronto le entraron ganas de golpear a Jaemin?
Tal vez ya estaba cansado y necesitaba dormir. Ya estaba comenzando a delirar.