JiSung y Chenle festejaron la chuza de Anh que brincaba y hacía poses heroicas ante tal proeza. La chica se acercó a ellos, chocando los 5 con ambos.
-Fue pura suerte -dijo SungChan mirando a la chica con burla. Anh le sacó la lengua, riendo.
-Sé buen perdedor -dijo Shotaro acercándose a ella y chocando la mano. -Vamos, es nuestro turno -dijo el japonés tomando una bola perfecta para él.
-Con una chuza no nos ganarán toda la ronda -dijo Hendery poniendo dos dedos en sus ojos para luego pasarlos a ellos.
Los demás rieron ante sus acciones, regresando a la mesa para comer un poco de los snacks que habían pedido. Anh se acercó a Chenle para sentarse a su lado y revisar su abrigo en busca de su celular.
-Mira, Anh -se acercó JiSung a mostrarle algo a la chica que dejó de nuevo su celular en su abrigo para poner atención a su amigo.
Si Anh hubiera tomado su celular, se habría dado cuenta de todas las llamadas perdidas que tenía.
HaeChan pudo sentir cómo su cabeza comenzaba a doler, su entorno estaba oscuro, pero pudo percibir cómo sus ojos se iban abriendo con dificultad. El aire era extremadamente helado, su nariz incluso dolía por respirar aquello. Sus manos y sus pies estaban atados a algo que pudo identificar como una mesa de madera. Al menos aún sentía su ropa en su cuerpo.
-Mierda -jadeó cuando sintió cómo el cuero se clavaba a sus manos y pies al momento de moverse para salir de ahí. Miró por todos lados para poder encontrar alguna salida, pero nada, no podía ni distinguir su cuerpo frente a él.
-No te muevas tanto, no quiero que te lastimes -susurraron a su lado. HaeChan chilló asustado. Odiaba no poder controlar lo que pasaba a su alrededor. -Tranquilo, amor mío, pronto te liberaré -acariciaron el costado de su rostro, HaeChan movió su rostro para alcanzar a morder la mano, pero lo que sea que lo había tocado, se movió.
-Déjame ya, pruébame y te destrozaré la cara en cuanto te alcance -amenazó moviéndose con violencia, gritando cuando el cuero se apretó más.
-Amor... no hables así. Verás cómo pronto cambiarás de opinión -su cabello fue acariciado, pero HaeChan estaba tan asustado que lo sintió como un balde de agua fría. Retiró como pudo su cabeza de aquél insano toque.
-Por favor... déjame ir. Mis padres deben estar preocupados, mi hermana, mi novio -suplicó él, tratando de conmover a aquél ser. Algo en el ambiente cambió. Algo estaba mal con eso.
-No te volverás a preocupar por nadie porque me tendrás a mí, así que será mejor que sea pronto si no quieres sufrir. -escuchó sus pasos dirigirse hasta enfrente de él. -Algún día verás todo lo que hecho por ti. -abrió la puerta, dándole a HaeChan una rápida vista de él.
-¡TaeIl! -gritó al reconocerlo, pero la puerta ya se había cerrado. HaeChan dejó caer su cabeza en la dura madera, llorando por todo aquello. Si tan sólo le hubiera hecho caso a Mark, nada de eso estaría pasando.
-¿Ya despertó? -preguntó TaeYong acercándose a su hermano que asintió cabizbajo. -¿Te despreció? -sonrió victorioso y burlón, TaeIl volvió a asentir, sin siquiera importarle que TaeYong se estuviera burlando de su desgracia.
-Pero pronto podrá verme con ojos de amor, estoy seguro -levantó la mirada, y TaeYong no se pudo sentir mejor al ver cómo la luz se apagaba de los hermosos ojos de su hermano mayor. TaeIl estaba perdiendo su esencia de ángel. Y él sería el único beneficiado de todo aquello.
Pobre TaeIl, no sabía que era sólo una pieza más del plan de TaeYong.
-Dejemos que HaeChan reflexione sobre esto unos dos días, en lo que llegan DoYoung y JaeHyun, esos idiotas pueden ser de ayuda para Anh, y no queremos que sepa la verdad antes de lo previsto. -dijo TaeYong abrazando a su hermano por los hombros. Ambos salieron de la cabaña abandonada en medio de aquél horrible bosque, donde alguna vez TaeIl había alimentado hermosos animales.
Ahora no era más que un páramo horroroso pestilente.
Cortito por que se viene lo bueno
