XXIII

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Mis manos temblaron, miré hacia abajo, era demasiada la distancia que me separaba del suelo

No me mal entiendan, no soy suicida,  pero la idea cruzó por mi cabeza tan rápido que a los segundos me pareció estupida

Claramente no habia familiares que llorarán mi muerte, pero aún había algunos personas, que sufrirían por una cosa así

Sin duda alguna Lucas lloraría, Mateo se preguntaría por qué lo hice, Sarah no solo quedaría devastada, se culparía diciendo que podía haber echo algo, y tal vez solo talvez el señor Robinson sentiría un nudo en la garganta al saber la noticia

Mi mente viajaba entre mis pensamientos, pareciendo divertirse ante los escenarios que mi cerebro formaba

El sonido que hace un seguro siendo retirado me hizo despertar del trance en el que me había sumergido, mis ojos se dirigieron rápidamente a la puerta corrediza del cuarto de Lucas, y pude divisarlo entre las cortinas azules, había retirado el seguro para que yo no tuviera problema al entrar y no pude evitar sonreír ante la idea

Di un salto, el salto que me separaba de verlo nuevamente, mi corazón golpeó mis costillas ante la adrenalina y el aire fresco de la noche se adentro a mis pulmones.

Toque despacio con mis nudillos el vidrio de la ventana, Lucas no tardo en volver a la puerta corrediza, su rostro apareció entre las cortinas, el azul claro de estas solo hacían resaltar más sus pecas, y el tono de su piel clara, no podía evitar suspirar ante su presencia, cualquier persona notaria lo locamente enamorado que Lucas me tenía.

- hola- había extrañado su voz, y solo habían transcurrido unas horas

- como sabias que era yo?- pregunte intentando ignorar las palabras de la señora Robinson que se repetían en mi mente

- Sebastián,  no te ofendas, pero eres el único loco que saltaría al balcón- soltó una leve carcajada tras sus palabras

- el amor nos hace cometer locuras- mi respuesta parecía sacada de una pelicula romántica, esas que a Sarah le gustaban tanto

Sus manos se movieron torpemente frente a el, buscando acercarse a mi, di un paso hacia el, acortando esa distancia que me estaba matando, sus manos se toparon con mi pecho y casi por inercia lo vi subir su rostro y separar un poco sus labios

No tenia que decir nada, ni siquiera insinuarse un poco, tampoco tenia que preguntar por qué siempre cedería ante sus labios, me acerqué a ellos queriendo saborearlos nuevamente y el me dio permiso, aferrándose a mi y yo a el, aquel beso sabia un poco a melancolía, una que ambos habiamos sentido al estar separados, pero que ninguno admitiría, al menos no en voz alta.

Tus Pecas y las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora