XLI

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...

- Sebastián- pronunció firme con su rostro serio

- por favor- la interrumpi- por favor no me pida que me aleje de Lucas, no creo soportarlo más, aunque sea déjeme verlo hoy, necesito verlo-

Mi voz se quebró y no pude continuar, jamás había rogado por algo, jamás había pedido con tantas ansias algo.

La señora Robinson me miró como examinandome, de pies a cabeza, sus ojos se detuvieron en mi rostro y una mueca que simulaba ser una media sonrisa apareció

Jamás me había sonreído, siempre me había mirado con desprecio, o simplemente indiferencia.

- No te pediré eso, no otra vez- sus palabras me sorprendieron

La mire confundido sin saber que responder

- Sebastián, verás, mi hijo, Lucas, es lo más importante en mi vida, y pensé que alejarlo de ti sería lo mejor, aún no entiendo por completo como dos hombres pueden amarse, pero no podía seguir viendo cómo perdía a mi hijo cada día más, verlo llorar me devastaba, y después de mucho pensarlo, me di cuenta que, gracias a ti, Lucas había vuelto a vivir, a desear que el próximo día llegará, y si esa felicidad estaba mal, entonces todo lo que conozco está mal-

Aquel pequeño discurso me conmovió, quien era está señora, y por qué me estaba haciendo sentir de esta manera?

- Yo, yo sé que no soy perfecto, ni siquiera sé si merezco a Lucas- intentaba controlar mi respiracion conforme hablaba- solo se que lo amo y haría lo que fuera por verlo feliz-

Hubo un extraño brillo en sus ojos, que me indico que iba por buen camino.

Asintió satisfecha, dió unos cuantos pasos, se detuvo a mi lado y coloco su mano en mi hombro

- Esperalo dónde lo conociste- me indico y sin decir nada en respuesta me marche

...

Me encontraba en ese salón, dónde mi corazón fue robado y mi alma arrebatada

Dónde un chico ciego me robó suspiros con su voz, dónde comenzamos una amistad que nos llevaría a la perdición.

Me sentía un extraño en mi propio cuerpo, como si alguien me hubiera arrebatado mi ser, y depositado un cursi y nervioso chico.

Mis pensamientos rebotaban de pared en pared, intentando alinearse sin éxito alguno.

Vería a Lucas

Después de un año sin deleitarme con sus constelaciones, un año sin verlo sonreír o escucharlo cantar.

No sabía que diría, no sabía lo que el diría, y por unos momentos la idea de que me rechazará se plantó en mi mente

Quería verlo, pero me estaba muriendo del miedo.

Lo necesitaba

Pero así como podía darme vida, podía destruirme, con un simple rechazo partiría mi alma, y mi corazón en pedazos y no quedaría razón alguna para vivir.

Sin Sarah y sin Lucas, simplemente no podría seguir

Daba pasos de un lado a otro, como si de alguna manera eso fuera a controlarme.

Me moría por un cigarrillo, pero me moría más por ver a Lucas.

Escuché los pasos en el pasillo, haciendo eco, a una velocidad que lograba formar un ritmo

Mi corazón se armonizó junto a los pasos, latiendo tan fuerte en mi pecho que lograba causar molestia.

Guarde ambas manos en los bolsillos de mi pantalón, sintiendolas temblar contra mis piernas.

Mis ojos se mantenían clavados a la puerta del salón, imaginándome las estrellas y el océano.

Intentaba prepararme, busque las palabras, tal vez un simple "hola", o le agregaría un "te he extrañado", o talvez "te amo" o sería muy arriesgado

El picaporte de la puerta giro, y se abrió lentamente, jugando con mi paciencia, tenía ganas de correr hacia la puerta y lanzarme a sus brazos, pero no lo hice, me quedé parado, en medio del salón.

El paraíso se poso ante mis ojos, como una ilusión.

Sus cabellos color chocolate, algo despeinados formando un laberinto de perdición.

Su blanca piel, como la crema dulce de los pasteles o una nube de azúcar, dulce al tacto y a la vista.

Supe que debía agradecerle a su dios, por esos ojos, esos océanos, en los que no me importaría ser náufrago.

Solo que ahora unos cristales los adornaban, conteniendo las mareas altas.

Sus labios eran tan perfectos como los recordaba, rosados y ligeramente agrietados, recordándome las grietas que se forman en el desierto, y sinceramente podían dejarte igual de sediento.

Y esos puntos repartidos a lo largo de su piel, formando constelaciones, que te hacían sentir astronauta, perdido en el espacio.

Me di cuenta que lo estaba mirando fijamente, cuando sus labios se curvaron hacia arriba, y un leve brillo contrasto en sus océanos

Quise decir tantas cosas, quería gritarle que lo amaba, y extrañaba como loco, quería correr hacia el y aferrarme a su cuerpo para jamás dejarlo ir.

Pero no pude

Me quedé como un idiota en mi lugar, abrí mi boca pero ningún sonido salió de ella, sentía las palabras enredadas en mi garganta y sentí como si alguien me hubiera golpeado en el estómago.

Sentía que en cualquier momento perdería la razón

Mi pulso choco contra mis oídos y retumbó en mi cabeza, mis ojos se inundaron de nostalgia y el dolor paso de ser verdadero a insoportable.

- Hola, Sebastián, no nuevo-

...

Tus Pecas y las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora