XLII

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- Hola, Sebastián, no nuevo-

...

Y entonces todo se volvió oscuridad

Su voz hizo eco en mi subconsciente y entendí cuanta falta me había hecho escuchar su voz.

Volví a abrir mis ojos cuando me percaté que dejé de admirar el paraíso.

Su sonrisa era brillante y noté como sus manos temblaban levemente.

—Lucas —pronuncie lentamente saboreando cada letra

Dio un par de pasos en mi dirección y sentí como mi corazón se detuvo por unos segundos.

Podía verme, tras esos cristales había un par de ojos azules que adoraba, pero saber que podía ver, me causaba una alegría amarga.

Que tal si después de todo esto, después de tanto tiempo, yo no le gustaba, jamás le mentí sobre mi aspecto, siempre le aclaré lo mal que me miraba, y en estos momentos con unas claras ojeras, el cabello despeinado y esa cicatriz sobre mi ojo, no era la excepción.

—¿Como haz estado?— pregunto, y pude captar una pizca de desesperación en su tono.

Quise decirle que me encontraba del carajo, que no podía dormir y que la Soledad me estaba consumiendo.

Pero en vez de responder con la verdad, acorte un poco la distancia imitando esos pasos que el había dado.

Negué con mi cabeza y me encogi de hombros al tiempo que le sonreía un poco de lado.

Separo un poco sus labios y un corto suspiro escapó desde su pecho

—Te he extrañado tanto— pronuncie sin poder creer que había logrado decirlo

Sus ojos se tornaron brillosos y unas gotas escaparon de la marea alta que se había formado detrás de esas ventanas.

—Lo siento—mi voz me lastimó la garganta al pronunciar tales palabras— no debí decir eso—

El miedo me envolvió y me sentí estupido al creer que aceptaría mis palabras tan fácilmente.

Lo menos que quería era hacerlo llorar o causarle alguna incomodidad

-—Sebastián no— limpio sus ojos con su suéter y siguió hablando—no tienes por que pedir disculpas, yo también te he extrañado—

Volví a atreverme a mirar su rostro y me sentí aliviado cuando me obsequió una pequeña mueca donde sus labios se curvaban hacia un lado

Tome todo el valor que en ese momento se encontraba esparcido por el pequeño salón.

Cerré los ojos fuertemente, abrí mi boca y pronuncie firmemente

—"Y si en diez años volvieras a mi, y si en diez años me dieras permiso, volvería a ti arrastrándome, volvería a besar cada peca de tu cuerpo, volvería a provocar gestos de placer en tu rostro

Y si en diez años volvieras a mi, agradecería a tu Dios. Seria felizmente tu prisionero"—

El salón quedó en silencio, mi respiración se escuchaba como una melodía junto a la de el.

Abrí mis ojos y nuevamente su rostro se encontraba inundado, en sus mejillas quedaban los restos de las gotas de las lágrimas que se abrieron paso entre esas pecas que tanto adoraba.

Se comenzó a acercar peligrosamente hacia mi, solo se escucharon sus pasos y en mi estupidez levanté mi mano y le indiqué que parara con tan solo una seña

—Espera Lucas—suplique—detente—

Se detuvo tan rápido como pudo y me miró con su rostro lleno de confusión, ladeo un poco su cabeza causando en mi tanta ternura, que juraría que podría derretirme ante el.

—Por favor, te pido que te detengas— intentaba ordenar mis palabras para no sonar estupido

—Perdón, pensé que...—

—Dejame terminar—lo interrumpi— te pido que te detengas, por que no creo ser capaz de contenerme, no creo ser lo suficientemente fuerte para no lanzarme sobre ti, te pido que te detengas ahora mismo, por que sé que si das un paso más, te sostendre en mis brazos y te besare como si mi vida dependiera de ello—

Ahora era yo quien se encontraba con el rostro húmedo y la respiración entrecortada

Su sonrisa se amplió, miro hacia sus pies, y sin decir nada dio un paso más.

Mi ser se inundó de sorpresa, esa era la señal que necesitaba. En su rostro encontré una mueca traviesa, como retandome a cumplir la amenaza que acababa de lanzar al aire.

No pude sonreír, aún cuando la alegría me estaba ahorcando, no supo de dónde salió la valentía de acortar la distancia entre ambos, pero lo hice.

Tome su rostro entre mis manos, y volver a sentir la suavidad de su piel, hizo que mi corazón se retorciera en mi pecho.

Cerro sus ojos, al mismo tiempo que levantaba suavemente su cabeza hacia mi, entregandome sus labios, para que cumpliera mis intenciones.

Con mi pulgar dibujé la línea de su labio inferior, asegurandome que no era un sueño.

Sonrió ante tacto y fue la gota que derramó el vaso, roce sus labios con los míos y pude sentir su tibia respiración en mi rostro.

Fue el beso más delicado que alguna vez tuve, un beso lleno de miedo, sentía que con cualquier movimiento brusco, Lucas desaparecería y yo me volvería a encontrar en el departamento totalmente a solas.

Su paciencia se termino más rápido que la mía, rodeó mi cuello con sus manos y con un tactico movimiento hizo que la presión en nuestros labios fuera más intenso.

El calor lleno mi cuerpo, al sentir como Lucas lamia mi labio superior con la punta de su lengua.

Lleno de nervios prosegui con el beso, mezclando ambas lenguas al punto de causar otra reacción en mi.

Me aleje de golpe, moriría en sus labios si no recuperaba el aire que Lucas acababa de arrebatarme violentamente, aunque sería una muerte que yo adoraria

Contemple nuevamente su rostro, que ahora se encontraba a un par de centímetros del mío.

Abrió sus ojos, y a travez del cristal note un par de nubes opacando el azul de sus ojos, supuse que eran obra de la cirugía o tratamientos.

— Sebastian— su voz me hizo reaccionar

Sonó a suplica, y me encanto la manera en que pronuncio mi nombre

— Lucas— me di el placer de pronunciar su nombre de manera lenta

— Te amo—

...

Tus Pecas y las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora