8. Te recordé.

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— doctora Daniela, la paciente se encuentra estable... — dijo la enfermera Hernández una vez entré a la habitación de la paciente.

Caminé hasta la camilla y comencé a tomar sus signos vitales, todo parecía perfecto, y perfecto que tenía el resto del día libre para pasarlo con el amor de mi vida.

— perfecto, mañana a primera hora vengo a revisar de nuevo sus signos y esperemos que despierte. — la enfermera asintió y salí de la habitación, directo a mi consultorio para arreglar los cosas e irme a casa.

— ¡Ay! Quién como tú, que ya te tienes que ir, aún a mí me faltan pacientes que atender — dijo mi amiga Carmen entrando por la puerta de mi consultorio.

— aún no canto victoria, estoy segura de que mañana será un día muy agotador, pero me alegra ver es progreso de mis pacientes — dije simulando secar mi frente — bueno, nos vemos mañana — pasé a su lado y me despedí de beso en la mejilla.

Salí del consultorio y comencé a caminar directo a la salida.

— ¡Urgencias! ¡Rápido! ¡Preparen el quirófano! ¡La paciente está muy grave! — los enfermeros corriendo hacia mí con una camilla y sobre de ella una persona... Todo pasó en cámara lenta.

Pude divisar que llevaba unos tenis demasiodo familiares para mí, los había visto en la mañana, antes de venir a trabajar. Los enfermeros pasaron casi corriendo a un lado de mí aún con la camilla dejandome ver de quién se trataba.

Inmediatamente mi pulso se comenzó a acelerar, los ojos me comenzaron a picar y una sensación horrible cruzó por todo mi cuerpo.

No esto no puede estar pasando.

Con unas lágrimas comenzando a salir de mis ojos corrí detrás de ellos. Y llegué hasta la camilla.

— Poché...! — me alteré — ¡No Poché no puedes ser tú! ¡Amor...

— doctora Calle, tranquila, nosotros estamos a cargo — dijo un enfermero quitándome de la camilla, pero fue imposible porque me safé de su agarré y volví con la persona que más amaba en este mundo.

— Poché... Mi amor... — mis vista se comenzó a nublar, y todo se volvió color negro.

Mis ojos se comenzaron a abrir poco a poco, cuando mi vista se acostumbró a la luz de la habitación, me di cuánta de que estaba sobre una camilla del hospital, me levanté lo más rápido posible provocando un mareo.

— ¡Ey! Cuidado... — dijo una voz conocida. Miré a todas partes encontrandome con Valentina, la hermana de Poché sentaba en el sillón con los ojos rojos.

— Vale... ¡Vale! ¿Estás bien? Poché... Poché... ¿Ella está bien? Tengo que ir con ella...

Dije lo más rápido saliendo de la habitación y yendo al quirófano en donde metieron a Poché antes de que me desmayara, supongo.

Las imágenes volvieron a aparecer como flashback dentro de mí cabeza haciendo que de nuevo sintiera un gran nudo en la garganta y los ojos me picaran.

No le puede pasar nada, ella es fuerte, necesito que esté bien, no sé qué haré sin ella, sí ella se va.

— Doctora Calle... — la voz del doctor Phillips me hizo parar y voltearme hacia él y regresé alterada hacia él.

— Poché... Ella, la camilla... ¡Joder! Esto no puede estar pasando — y de nuevo rompí en llanto. El doctor Phillips me sostuvo y me abrazó, como buenos amigos y colegas que hemos sido en todas la jornadas de trabajo.

— Calle... Calle, escuchame, tranquila. — me enderece y me limpié las lágrimas, tengo que ser fuerte — Poché está estable... — esas palabras me hicieron aliviar un poco — pero grave, se rompió dos costillas y se golpeó la cabeza muy fuerte, también tiene una gran herida en la mano, pero esa... — no, esto no estaba bien, ella estaba grave. Pero tengo que ser fuerte.

One shots. (caché) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora