Capítulo 1

8.2K 400 25
                                    


Harry Potter se encontraba paseando por los pasillos de su amado colegio en medio de la noche, sabía que estaba prohibido pero había algo que no lo dejaba dormir, mejor dicho alguien. Pansy Parkinson. Esa serpiente terca y orgullosa que no deseaba dar su brazo a torcer, no claro que no. Él siempre sintió un cierto flechazo por la pelinegra, pero jamás le dio importancia ya que era un imposible a toda regla. Casa enemigas en el colegio y en bandos opuestos en la guerra. La guerra, la maldita guerra que le quitó casi dos años de su vida, pero al final lo había logrado junto con sus amigos y eso tranquilizó su perturbado corazón hasta que la volvió a ver en el Callejón Diagon casi dos años después de la guerra, a un mes antes de entrar a terminar el año que Voldemort les había quitado. Cuando la vio se le paralizó el mundo, verla caminar entre la gente de forma despreocupada a la vez que elegante, su largo cabello negro cayendo en ligeras ondas por su espalda que se movían al ritmo de su andar al igual que dobles de su falda negra, pero lo que le quitó el aliento fue su polera roja de mangas tres cuartos, que dejaba ver la marca tenebrosa en su brazo izquierdo, pero ver esa marca no le importó en lo más mínimo sino el color que llevaba. Rojo. El color de su casa, su color. Sintió un ligero cosquilleo en sus encías acompañado de un tenue gruñido que salió de su interior, sentimiento que le duró una fracción de segundo cuando fue sacado de su burbuja por su amigo Ron. No la volvió a ver hasta que llegaron a Hogwarts, su mirada esmeralda la seguía sin que él pudiera evitarlo, era como un imán, aquello le desconcertaba muchísimo y no le encontraba ninguna lógica hasta que una tarde se la topo sola en un pasillo, no había nadie solo ellos dos, y ahí fue que lo sintió esa calor que le embargó el pecho mientras era embriagado por un fuerte olor a vainilla mezclado con café, sus olores favoritos. Pansy era su pareja predestinada. Ella había entrado en celo solo con ver a Harry y sentir ese olor a regaliz con miel, pero a diferencia de él que lo embargo una emoción gigante, a ella le embargo el miedo y la rabia, así que reuniendo todas las fuerzas que le quedaban lo rechazó con dureza y se dirigió lo más rápido posible a la enfermería, dejando a Harry desconcertado y a su alfa interior gimiendo de dolor. Ese tema era que le quitaba el sueño a Potter, que su pareja predestinada la estuviera rechazando una y mil veces hasta había llegado a hechizarlo con solo verlo cerca, pero el dolor físico que él sentía no era para nada comparado con el dolor que sentía por dentro con cada rechazo sentía que lo desgarraban por dentro. Ya no sabía qué hacer, había hecho de todo para acercarse aunque sea un centímetro a ella para hablar, ni siquiera para que lo aceptara sino simplemente hablar y conocerse, ya se estaba dando por vencido y eso solo hacía que se sintiera peor, incluso prefería enfrentarse mil veces de nuevo a Voldemort que seguir pasando por ese calvario.

- ¿Harry? -una voz hizo que saliera de sus pensamientos dándose cuenta de que estaba sentado en el suelo abrazado a sus rodillas. - ¿Estas bien? -alzó la mirada encontrando con su mejor amiga, su hermana. Hermione. La cual iba acompañada de su pareja, Draco Malfoy. Puta ironía de la vida, ellos dos se odiaban a muerte, pero cuando se dieron cuenta que eran predestinados dejaron ese odio y prejuicios atrás dándose la oportunidad para conocerse y darse cuenta de que era tan iguales como diferentes y eso hizo que se enamoraran profundamente. ¿Porque con él no podía ser así?

-Me encantaría decirte que estoy bien, pero no puedo mentirte-contesto con un intento de sonrisa. -No sé qué hacer.

-Oh, Harry-la castaña se arrodilló abrazando a su amigo.

-Lo siento, Potter-dijo Draco sintiendo pena por el Gryffindor, -sinceramente no sé qué tiene en la cabeza Pansy para hacer todo esto. Créeme cuando te digo que intentado hacerla cambiar de opinión.

-Tranquiló, Malfoy-dijo Harry, -no es responsabilidad tuya, ya decidí que voy a respetar su decisión-se deshizo del abrazo de su amiga para poder levantarse, -no me queda de otra al fin y al cabo.

-Harry, si solo pudieras...

-Hermione, estoy cansado-suspiró. -iré a dormir. Buenas noches.

La pareja vio como el niño que vivió, El Salvador del mundo mágico caminaba hacia la torre de Gryffindor como alma en pena, parecía un fantasma más del Castillo. A la castaña ver a su amigo en esa condición le partía el alma y su pareja sentía la aflicción que sentía.

-Tranquila se va a solucionar-consoló acariciándole el cabello.

-No estoy tan segura de eso, Draco-dijo mirando a su alfa con la preocupación escrita en la mirada. -Han pasado 6 meses de que descubrieron que son predestinados y Harry cada vez se deteriora más, está perdiendo todas las esperanzas y es ver como si se estuviera muriendo de apoco.

-Créeme que lo entiendo, pero ¿qué más puede hacer? Creo que ha hecho de todo.

-No todo-dijo Herms con algo de temor de solo pensar en esa alternativa.

- ¿No me digas que pensó deshacerse de su alma? -preguntó Draco consternado. Almus Evanesco era un hechizo que solo personas capacitadas del ministerio podían hacer con el fin de ayudar aquellos omegas o alfas que había sido rechazados o que su predestinado hubiera muerto y el dolor fuera insoportable. La práctica era muy efectiva y la persona quedaba relativamente bien, podía seguir su vida como si nada, pero quedaba como una muñeca, sin emociones, vacío. Era algo muy extremo e irreversible.

-De esa vez que lo hechizo y quedó mal herido ha sacado ese tema como unas tres veces-comentó Hermione.

- ¿Lo crees capaz?

-Sinceramente, si lo creo capaz en el estado que esta.

Mi serpiente -HANSY-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora