Extra 6. Césped y Rosas

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Theo entró en la habitación azotando la puerta y lanzando la máscara a la cama. Se sentía sumamente asqueado y cansando. Deseaba gritar y mandar a su padre al mismísimo infierno. ¿Cómo era posible que la persona con la que compartía sangre pudiera disfrutar de tal manera haciendo semejantes atrocidades? Gruñendo se sacó su ropa para dirigirse al baño, donde estaría un buen rato sacándose la suciedad y el aroma tanto de alfas como de omegas impregnadas de lo que acababa de presenciar.

Después de dos horas en la que pudo estar en tranquilidad de su habitación y que se pudo tranquilizar bastante, tocaron a su puerta.

-Theo, abre la puerta. –la voz de Draco se hizo presente cuando no dijo nada. –Trajeron a un nuevo prisionero.

- ¿Y a mí que me importa? –gruñó hastiado. No era mucho pedir que se olvidaran de él y lo dejaran pudrirse en su habitación.

-Es una compañera de nosotros. -dijo Draco en un intento de sacar a su amigo de ahí. Toda esta situación tenia a todos casi trastornados; estaban cansados de ver tanta atrocidad, más sobretodo hecho por sus padres. Sin embargo, quien está aún más cansado de todo y con un gran daño psicológico era Theo, quien estaba encerrado la mayoría del tiempo en su habitación y salía mayoritariamente solamente en ocasiones estrictamente obligatorias.

Theo miró al techo de su habitación contando hasta 100 en búsqueda de paciencia de donde sea. Chisteando la lengua se levantó de la cama para abrir la puerta. Encontrándose con su mejor amigo portando su túnica de mortifago, además de que en el pómulo derecho estaba de un tono violáceo producto de un golpe, podía apostar toda su magia que ese golpeo había sido Lucius.

- ¿Quién es? -pregunto Theo algo extrañado. Los Carrow tenían muy bien controlados a los estudiantes como para hubiera la necesidad de tomarlos prisioneros en las mansiones, siendo que Hogwarts de por si era una prisión.

-Lunática. –respondió Draco colocándose su máscara. El castaño asintió encontrando sentido en ello. El padre de ella era el director de El Quisquilloso, donde se habían publicado más de un artículo en contra del señor Tenebroso, tener a la rubia iba a servir para tener controlado a su padre.

También colocándose su máscara se dirigieron al salón, de donde provenían unos gritos que podían poner los pelos de punta a cualquiera, junto con las características risas de Bellatrix. El escenario era el de esperarse. Lovegood en el suelo retorciéndose y llorando después de sufrir de unos cuantos cruciatus de parte de la tía de su amigo. Los dos se colocaron al lado de Blaise presenciando cosa semejante, a los tres les parecía algo horroroso, sobre todo ver sufrir de semejante manera a alguien para inocente como lo era Luna. No desean presenciar aquello, pero no podían desviar la mirada, porque si lo hacían y algunos de sus padres llegaran a darse cuenta los obligarían a torturar al prisionero.

Theo apretaba las manos y sus dientes hasta el grado que le dolía, pero tanto él como su alfa estaban enojados, furiosos por todo los que lo obligaban a presenciar imposibilitándolos de negarse o hacer algo al respecto. Por alguna razón no podía despegar su mirada de Luna, quien se encontraba sollozando en el suelo con su largo cabello rubio completamente desordenado y enredado, mientras jadeaban con baba escurriendo de su boca teniendo pequeñas convulsiones a causa de los crucios. Se le veía agotaba y extremadamente adolorida; sin embargo, cada vez que Bellatrix le hacia una pregunta apretaba los dientes y no decía ni media palabra aun sabiendo lo que le esperaba. Aguanto una hora más así hasta que cayó inconsciente, se le dio la orden a Colagusano a llevarla al sótano, que estaba dividido en distintas celdas; el traidor la tomo de las manos y la arrastro hacia las celdas, sin importarle que sus piernas rebotaran por las escaleras. Su alfa gruñó, a duras penas se controló. Los mayores dieron unas ultimas indicaciones antes de darles la autorización de retirarse, sinceramente no había oído nada de lo dicho lo único que le interesaba era ir a su habitación y quedarse ahí eternamente.

Mi serpiente -HANSY-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora