epílogo

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-¿Podrías dejar de temblar? –dice Cassie, tomándome del brazo. 

Asiento, pero con los dientes castañeando. No entiendo por qué siempre que estoy nerviosa me da frío y mis dientes castañean sin parar. 

-Ya es la hora –anuncia ella. 

Le sonrío y levanto un poco mi largo vestido para poder avanzar. Cassandra me toma firmemente del brazo, pero mis nervios hacen que encaje mis largas uñas en su brazo y ella dé un leve gemido. Lo disimula con una sonrisa. 

-Tranquila –susurra-. Basta. 

Tomo un poco de aire fresco. 

Mis pies también se tambalean no sólo por culpa de los nervios, sino porque los tacones altos no son lo mío. Mis oídos se han hecho tan sensibles que ahora puedo escuchar el crujido del pasto cuando lo piso. 

Dejo de mirar al piso y alzo la cabeza. Veo a muchos de mis amigos observándome atentamente y con una sonrisa en sus rostros. Melanie alza sus pulgares disimuladamente y puedo leer en sus labios la palabra: ‘Hermosa’ 

Le sonrío y vuelvo a mirar hacia el suelo. Rápidamente la famosa ‘marcha nupcial’ llega a mis oídos. Creo que ya se habían tardado.

No puedo evitar sonreír y morder mi labio. 

‘Hoy es el mejor día de mi vida’ me digo a mí misma, tratando de dejar los nervios. 

Alzo la cabeza nuevamente y observo a los lados. Ahí está Steven con su novia Melissa. Connor, que ahora se encuentra en un mejor estado, con su novia Aline –la conoció cuando estuvo internado-. Hay tantos rostros familiares dedicándome sonrisas. Pero sin embargo, cuando miro hacia en medio, mi mundo se detiene. 

Él está parado frente al altar, con un anciano a su lado que parece ser el sacerdote. Tiene puesto su smoking negro, y un pequeño moño del mismo color que se luce en el cuello de su camisa blanca.

Tiene esa sonrisa que tanto amo observar, con unos perfectos dientes blancos, tal y como las perlas. 

Por fin logro mantener mi cabeza alzada, aunque mi mirada es sólo para él. Mis piernas siguen temblando, pero han dejado de hacerlo exageradamente. 

El camino se vuelve más corto de lo que me parecía una eternidad. 

Puedo sentir el brazo de Cassandra salir del mío. Me obligo sólo esta vez a apartar mi mirada para verla y sonreírle. 

-Tu padre estaría orgulloso –me susurra. 

Se acerca y me da un beso en la mejilla. Le sonrío y le dedico un asentimiento de cabeza en agradecimiento. 

Le dedica a Noah una mirada fulminante, pero luego sonríe. 

-Ahora cuídala –dice. 

Él asiente. Observo a Cassandra alejarse y de pronto la marcha nupcial se ha acabado. 

Siento su mano rozar con la mía, y luego la entrelaza. Vuelvo a mirarlo y admiro el hermoso color de sus ojos. 

-Perfecta –me susurra él, para que sólo yo escuche. 

Mis labios se curvan y bajo un poco la mirada. 

Ahora él sujeta mis dos manos y les hace leves caricias. Me doy cuenta que los músicos han empezado a tocar melodías en un volumen muy bajo. 

El anciano nos mira a ambos, sonríe y carraspea para aclarar su garganta. 

-Estamos todos aquí reunidos para celebrar la unión en matrimonio de la señorita ______ Reeves y el señor Noah Cameron Schnapp...

Y el sacerdote sigue hablando. No puedo ni siquiera escuchar lo que dice, estoy tan perdida observando al amor de mi vida que hasta puedo notar algunas pecas en su rostro. 

Empiezo a recordar cómo comenzó todo. Llega a mi mente el día en que llegué a la casa de mi padre, de cómo le pedí ayuda a Noah para encontrar mi habitación. No podría olvidar su mirada tan penetrante y misteriosa. Recuerdo nuestro primer beso, fue sin duda, el mejor que tuve en toda mi vida. 

Nuestras pequeñas peleas para mantenerlo alejado de mí. Las tantas veces que me pidió que fuera su novia. Y ese día en el centro comercial. Ya he podido recordar lo que pasó. 

De pronto el sacerdote hace que salga de mis pensamientos. 

Steven y Melissa se acercan con una pequeña caja en sus manos. La abren y me entregan el anillo de Noah y a él mi anillo. 

Con una sonrisa, ambos se alejan. 

-_____ Reeves –dice el anciano-. Pon este anillo a tu esposo como señal de amor y fidelidad. 

Sonrío y tomo la mano de Noah y con cuidado pongo el anillo en el dedo anular de su mano derecha. 

-Noah Cameron Schnapp–le dice a Noah-. Pon este anillo a tu esposa como señal de amor y fidelidad. 

Noah toma mi mano con mucha delicadeza, y antes de poner el anillo, deposita un beso en mis nudillos. 

Cautelosamente coloca el anillo en mi dedo anular y me da una pequeña caricia. 

-Así pues –dice el sacerdote, después de un rato-, ya que queréis contraer el santo Matrimonio, unid vuestras manos y manifestad vuestro consentimiento ante Dios. 

Las manos de Noah son tan calidas y fuertes. Jamás podría olvidar este tacto. 

Me mira con los ojos llenos de felicidad y podría jurar que los míos tienen el mismo aspecto. 

-Yo, Noah Cameron schnapp–dice-, te recibo a ti, ______ Reeves, como mi esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en la prosperidad y la adversidad. En la riqueza y en la pobreza. En la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida. Acepto. 

No aparto mis ojos de los de él y sonrío. 

-Yo, _____ Reeves, te recibo a ti, Noah Schnapp, como esposo y me entrego a ti. Prometo serte fiel en la prosperidad y la adversidad. En la riqueza y en la pobreza. En la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida. Acepto. 

El hombre pone sus manos sobre las de nosotros y cierra sus ojos. 

-El señor confirme con su voluntad este consentimiento vuestro que habéis manifestado y os otorgue su bendición. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre –Hace una pausa y mira a Noah-. Puede besar a la novia. 

Noah asiente. Pone su mano derecha en mi mejilla y se inclina para que nuestros labios choquen. No necesito ponerme de puntitas, ya que mis tacones son los bastante altos. Pongo mis brazos alrededor de su cuello y logro hacer nuestro beso más profundo. Muevo mis labios al compás de los de él y poco a poco nos volvemos como uno solo. 

Lentamente nos alejamos. Mis pulmones arden a falta de aire y cuando se inundan de éste siento un gran alivio. Todos los invitados nos aplauden y nos dedican sonrisas. Supongo que ellos también se sienten felices por nosotros.

Noah me envuelve en sus brazos y besa mi cuello. 

-Te imaginas –me susurra- si hubiéramos seguido con ese beso. Seguro habríamos tenido nuestra noche de bodas aquí mismo. Ese vestido te queda muy bien, ¿sabes? Luces hermosa. 

Suelto una risita y le doy un pequeño beso sobre los labios. 

-Te amo, Noah. 

Acaricia mi mejilla. 

-Yo te amo. Ahora eres completamente mía. Mi esposa.

-Siempre he sido tuya. Siempre lo fui y siempre lo seré. 

Ambos sonreímos. Me pongo de puntitas y beso a mi esposo nuevamente con todo mi amor, mientras la gente vuelve a romper en aplausos. 



Esta historia ya tiene un final, pero realmente no me gusta tanto porque siento que aún tiene más para dar. Estaba pensando en hacer una segunda temporada, no se que tan largo sea pero siento que falta mucho aquí. Realmente quieren segunda temporada?

negocios miserables (Noah Schnapp Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora