➺ Dieciséis.

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No se atrevió a responder aquel último mensaje, sin embargo eso no le impidió observar la pantalla de su móvil embobada hasta caer dormida junto a una sonrisa de oreja a oreja, dándole la libertad a sus sueños. 

Aquella mañana habría despertado con el mejor de los ánimos, de no ser porque apenas abrió los ojos, unos escalofríos inmensos recorrieron su cuerpo, obligándola a encogerse entre las sábanas. 

Logró arrastrarse fuera de la cama ayudándose de las paredes en su propio dramatismo e intentó aclararse la garganta ante el penetrante dolor. — Mierda… — Susurró para sí misma y se maldijo por no haber subido al carro apenas Adrien se lo había pedido. 

Reprimió una queja en medio de un bostezo mientras sus ojos se congelaron en el calendario en la pared y palideció aún más. 

Allí, remarcado con un amarillo radiante yacía la palabra “discurso” bajo la fecha de aquel día. 

Se movió veloz al cuarto de baño, ignorando el aspecto fatal de su reflejo y tras asearse y arreglarse entre molestias del inoportuno catarro, logró devolver un poco de vida a su apariencia. 

Buscó algunas píldoras dentro de su neceser, las tragó en seco y rogando por recuperarse en la siguiente hora se aventuró a la cocina en busca de un zumo de naranja. — Voy algo tarde. — Comentó hacia su madre con voz débil, demasiado como para no preocuparla. — Desayunen sin mi, nos vemos por la… 

Sabine se interpuso entre su hija y la puerta de salida, llevó una mano a su frente con decisión y sus ojos se abrieron al percibir aquello que ya venía venir. — Estás hirviendo Marinette, vuelve a la cama. — Ordenó, pero la joven negó enérgica.

— Hoy… hoy es el discurso mamá. — Habló con urgencia, conservando aquel tono decaído. — Estamos a punto de acabar el año y… no puedo fallar ahora. — Sus ojos se sentían pesados a pesar de haber dormido y reprimió como pudo el deseo de obedecer a su madre. — Adrien espera a que vaya y...

— Si Adrien te quiere, entonces va a entender que no puedes ir con esa fiebre a clases. 

Marinette dejó ver una mueca al oír aquella frase, aún no reunía en coraje suficiente para confesarle a sus padres que el rubio jamás había cumplido tal papel en su vida. — Mamá… — volvió a suplicar la chica y al ver la misma decisión en el rostro de la mayor, cambió su rumbo hacia las escaleras pisando con la poca fuerza que le quedaba cada escalón con su madre detrás. 

— Treinta Y Ocho grados. —Soltó Tom observando el termómetro con Clara preocupación. La chica cubrió su rostro con las sábanas, agotada de recibir sermones de parte de sus progenitores. — ¿Deberíamos ir al médico? — Averiguó observando a su esposa. 

— Es solo un resfriado, mañana ya estará mejor. — Depositó un beso sobre el cabello mientras la chica se removía entre las sábanas. — Hija, tú salud es más importante que cualquier discurso. — Acabó por soltar mientras ambos salían del cuarto en busca de la medicina. 

Sin embargo el discurso no era más que una fachada. A Marinette le daba igual, eso hasta que Adrien entró al juego. 

Se había dormido con la idea de volverlo a ver el día siguiente. De robarle uno o dos besos en los recesos, de provocar aquel leve rubor que tanto amaba. 

Se resignó cuando su cuerpo volvió a temblar y los dolores la atacaron. 

Alcanzó su teléfono como pudo y buscó el chat de Alya, donde los cuestionamientos sobre su paradero comenzaban. 

Marinette _7:49

No podré ir hoy Alya, desperté algo enferma y mamá se niega a dejarme poner un solo pie fuera de esta casa. 

𝗥𝗨𝗗𝗘 𝗕𝗢𝗬 ┊Adrinette | Collab ft Jo_WhiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora