CAP. 21. COREY

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Hice el mismo recorrido que había hecho en las últimas dos horas. De lado a lado del pasillo, mirando mis pies avanzar y un silencio sepulcral por todos los que estábamos presentes ahí. 

Acaricié mi rostro de una manera nerviosa, sintiendo que me volvería a marear como ya lo había hecho tres veces antes, volviendo a notar ese nudo pesado en lo más profundo de mí, ese que me mataba de miedo sin poder controlarlo. 

Detuve mis movimientos cuando escuché otro grito ahogado al otro lado de la puerta, girando con velocidad a Harry y a las mil mantas que lo cubrían, su cabezonería en quedarse ahí aún sabiendo que volvería a enfermar y sin ningún tipo de palabra que le hiciera cambiar de opinión. 

Zayn suspiró girando en su sitio, estirando con sus manos el pelo de su cabeza con la misma frustración que teníamos todos ahí. La pierna de Niall se movía con la misma velocidad que los latidos de mi corazón, sus uñas ya inexistentes por la cantidad de tiempo que había dedicado en morderlas y su mirada totalmente fija en la puerta delante nuestro. Liam tenía los brazos en su pecho, aparentemente el más relajado ahí pero con un color pálido en su piel que delataba sus actitudes. 

Algunos empleados iban y venían, preguntando por noticias nuevas cuando obviamente no había nada. No había nada desde hacía más de tres horas. Tres malditas horas en las que el nerviosismo y el miedo habían conseguido destrozar todo lo que me componía, habían conseguido enervar mi cuerpo entero, ponerlo en completas llamas, habían conseguido también hacerme temblar en mi sitio cada que escuchaba los gritos de Charlotte al otro lado, las indicaciones del doctor Méndez y los suspiros que salían por la boca de algunos de los presentes. 

—No puedo más— Susurré sentándome justo al lado de donde estaba Harry, el suelo frío y duro y las mil mantas de Harry ahora rozando mi piel. 

Él acarició mi mano, temblando un poco y mi cuerpo levantándose, arrodillado ahora enfrente suyo, entre sus piernas, para acunar su rostro sin importar nada. 

Su piel ardía, ardía tanto que ni siquiera me preocupé por ocultar mis maldiciones cuando lo tapé mejor con las mantas y lo acerqué a mi pecho, quitando con cuidado el pelo que estaba pegado sobre su frente sudada y intentando no prestarle demasiada atención a su vista ida. 

—Harry por favor vete de aquí, ya.

—No. Yo… No quiero dejarte solo, Lou, puedo aguantar un poco más... 

Lo separé de mí acunando su rostro más cerca, mirando ahora sus ojos y su piel pálida haciendo añicos mi corazón. 

—Mi amor…— Susurré negando con mi cabeza— No puedes más, mírate Hazz… Me encantaría tenerte cerca ahora, pero no hay cosa que desee más que tu recuperación. Por favor… 

Harry miró mis ojos y mordió su labio inferior, comenzando una batalla de miradas que gané por su falta de fuerzas, sonriendo cuando lo vi asentir con pesadez. 

—Lo siento… De verdad quería estar aquí para tí. 

Sonreí más fuerte dejando un beso delicado en su nariz, besando después su mejilla y abrazándolo con cuidado mientras acariciaba su espalda. 

—Eres el mejor— Susurré cerca de su oreja, separándome después para ver la sonrisa en sus bonitos labios.— Liam, ¿Podrías, por favor…? 

—Por supuesto— Contestó ayudándome a levantarlo con cuidado, sin dejarme terminar de hablar— Lo dejaré en la cama. 

—Quédate con él— Dije apartando un mechón suelto del pelo de Harry y dejándolo detrás de su oreja— Iré nada más nazca el bebé. 

Liam asintió agarrando mejor a Harry, ayudándolo a caminar por todo el pasillo solitario y desapareciendo de nuestra vista con facilidad. 

Última Respiración || Larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora