CAP. 20. TRES DÍAS

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Abrí mis ojos intentando exteriorizar un enfado inexistente, dejando la bandeja sobre mis piernas y suspirando para buscar la poca paciencia que quedaba en mi interior.

—Harry— Dije calmadamente mientras frotaba con mis dedos el puente de mi nariz— No te lo pienso repetir dos veces. Abre la boca. 

Harry negó con su cabeza y yo apoyé la bandeja a mi lado, levantándome de la cama y caminando a paso lento hasta la salida de nuestra habitación. 

—¡Louis, Louis! ¡No! Está bien, me lo comeré, pero no te vayas. 

Me giré hacia él apoyando las manos en mis caderas, negando con mi cabeza e intentando no reír mientras lo observaba sentado en la cama, sus piernas tapadas y su resfriado leve intentando ser sanado. 

—Mary te ha preparado eso con todo el cariño del mundo para que mejores, deberías por lo menos darle una oportunidad. 

—Vale, vale, está bien, pero ven aquí. 

Caminé hacia él de nuevo sentándome en el sitio que estaba ocupando antes, colocando de nuevo la bandeja en mis piernas y sintiendo su mirada asqueada sobre la sopa enfrente nuestro. 

Aunque llevaba varios días sin tener fiebre y el doctor Méndez había asegurado que su constipado iba en descenso, Harry pasó su tercer día en la cama, ante mis atentos cuidados y mi ayuda para realizar cualquier función. 

Le intentaba ayudar en todo momento, en cualquier cosa que quisiera hacer y mostrándole mi apoyo mediante besos en las mejillas y caricias en su pelo casi siempre atado. 

Liam solía venir cada hora a nuestra habitación, pues el que Harry estuviera enfermo no quería decir que Inglaterra tuviera que detener su batalla. Harry seguía haciendo su trabajo, pero ahora desde la cama a mi lado. 

Niall también venía varias veces al día, acompañado de un Zayn silencioso que observaba con lupa todos los movimientos y contactos que Harry tenía conmigo y que, sin duda, nos llegaba a incomodar por mucho que Niall intentaba taparlo. Oh, y de Niall cabe resaltar que pocas veces se dignaba a mirarme a la cara y, cuando lo hacía, sus mejillas se teñían de un color carmesí que sólo provocaba risa en mi interior. 

—¿Tienes que ir a ver a Charlotte?— Preguntó Harry haciendo una mueca de asco cuando tragó la sopa, haciéndome soltar una carcajada.

—He ido esta mañana, seguramente vaya después de comer. Su barriga ya está muy gorda. 

—El bebé tiene casi ocho meses, es normal. 

—Sí, lo sé, pero nunca imaginé a mi hermana así… 

—Yo tuve una hermana— Dijo de repente volviendo a ingerir otra cucharada de sopa. 

Abrí mis ojos intentando mostrar mi sorpresa, girando para verlo mejor, acomodándome mejor y haciéndolo sonreír. 

—Cuéntame eso. 

—Te he contado muchas veces que mi madre falleció cuando me tuvo. Mi padre trabajaba viajando así que pocas veces estaba en casa. Mi tía fue quien me cuidó. A ella le gustaba mucho hablar y una vez que contó que mi madre tuvo una hija de otra relación, no sé si un despiste o alguna violación… Intenté buscarla pero no hay demasiadas pruebas ni indicios de su existencia. 

—¿Tu padre nunca te contó nada sobre eso?— Pregunté mientras le extendía una servilleta y él sonreía susurrando un agradecimiento. 

—Mi padre era un salvaje, digamos que no tenía mucha compasión. Siempre le he tenido mucho respeto y jamás me atreví a preguntarle sobre eso por miedo a que se enfadara. Supongo que fue por él por el que me convertí en militar. 

Última Respiración || Larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora