CAP. 4. AGUA

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Habían pasado dos semanas y podía asegurar que la intención de Harry para nada era hacerme daño. 

Le pedí perdón a Niall después de ese día, no se merecía que pasara de él como lo hice. Pareció entenderlo y para mi suerte, al día siguiente continuó con su maravilloso tour por todo el lugar y ahora sí que podía asegurar que era mucho más grande de lo que pensé. 

Miré el techo como cada noche, estaba seguro de que podría dibujarlo con los ojos cerrados y que en mi memoria tendría esa imagen para siempre; daba verdadero asco. 

Mi garganta estaba demasiado seca y el miedo de levantarme al grifo del baño y beber agua intoxicada era algo que no me abandonaba. 

Giré mi cuerpo hasta mirar a Harry. Su cuerpo estaba encogido por el frío y la respiración salía de una manera pesada por su boca. Las facciones de su rostro eran tan perfectas que lo miré durante algunos segundos, su piel parecía suave y similar a la de un ángel. 

—Harry— Susurré tan débil que apenas se movió— Harry… 

Sus ojos se abrieron lentamente y miró mi cara frotando su rostro con delicadeza y cansancio. 

—¿Qué pasa? 

—Tengo mucha sed y no sé ir a la cocina. 

Pude ver como la sonrisa se iba formando en sus labios lentamente, sus ojos se volvieron a cerrar y por algunos segundos tuve miedo a que se volviera a dormir. 

—Harry— Volví a decir moviéndolo un poco. 

—Voy— Dijo con dificultad suspirando— Voy. Vamos. 

Quitó las mantas de su cuerpo y yo lo imité sintiendo el frío de la noche invadiendo mi cuerpo por completo, obligándome a abrazarme para buscar el calor que no me podía dar nada. 

Harry me miró y arrancó un manta de la cama acercándose a mí, pasándola por mi cuerpo aún con un cansancio demasiado notorio, arrastrando sus pies por el frío suelo hasta que estuvo frente a mí. 

—Siento despertarte— Susurré cuando lo tuve delante— ¿Quieres que se lo diga a algún guardia de la entrada? 

Se podía decir que en ese momento, Harry era la persona más importante de Inglaterra, obviamente que nuestra habitación tenía guardias vigilando las entradas las veinticuatro horas del día. Lo descubrí cuando pensé en escaparme y me di cuenta de que sería imposible por la extrema seguridad que me perseguía en todo momento. 

—No pasa nada Louis, tengo sueño pero aún soy consciente para llevarte donde quieras. 

Fruncí un poco el ceño de un manera divertida y él me regaló un sonrisa pícara mientras se alejaba y abría la puerta, sobresaltando a los guardias a la salida. 

Pasé a su lado, la manta ahora tapándome un poco pero sin llevarse del todo el frío que nos abrazaba. 

Harry comenzó a caminar sin dar explicaciones y yo me sitúe a su lado observando cómo los guardias nos seguían detrás. 

Eso era algo que me llegaba a incomodar. Cuando estaba con Niall, él me había llegado a decir cosas que igual yo había comentado solamente con Harry, lo que quería decir que los secretos en ese lugar duraban demasiado poco y estaba seguro de que al Capitán Styles le haría poca gracia. 

Llegamos a la cocina y Mary— una de las mujeres encargadas del mantenimiento de todo eso— me observó confundida hasta que divisó a Harry a mi lado, poniéndose más recta ante la autoridad. 

Durante mi estancia ahí, podía asegurar que los empleados de las cocinas eran los más agradables. Me trataban como el mismísimo rey y cuando les pedí que dejaran de hacerlo, pude ver la verdadera bondad que cubría cada uno de ellos y las vidas tan trágicas que habían tenido que pasar hasta llegar ahí. 

Última Respiración || Larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora