Mis ojos se volvieron a abrir en un movimiento lento. Mi cabeza dolía tanto que parecían garras rasgando las paredes que me componían; fue infernal.
Mi vista se paseó por la habitación en la que me encontraba. Era grande comparada con lo que estaba acostumbrado. Sus paredes eran de tonos claros que contrastaban con los muebles de madera oscura. La cama en la que me encontraba era grande y cómoda y estaba alejada del— seguramente— baño, cerrado con una puerta de madera clara. Había una chimenea situada cerca de la ventana, tenía polvo lo que me hizo pensar que hacía demasiado que nadie habitaba ahí y que, sin duda, necesitaría su calor más de una noche, si es que llegaba a salir vivo de esa.
La puerta que daba a la salida se abrió y se volvió a cerrar con velocidad llamando mi atención, giré mi cabeza al otro lado y pude ver a varios hombres, todos temerosos mientras me apuntaban con armas más grandes que las había visto jamás.
Mi corazón se aceleró con velocidad e intenté moverme en mi sitio débilmente para ver si notaba algún dolor corporal que me indicara una violación o algo por el estilo. Para mi fortuna solo recibí un dolor punzante en mi pierna herida y mis muñecas ya sin metales ardiendo bastante.
Bajé la vista por debajo de las sábanas que me cubrían y me sorprendí al ver la venda blanca que me cubría toda la herida en la pierna.
La puerta de la entrada se volvió a abrir desviando mi atención de nuevo ahí, cuando el hombre que parecía tener el poder en ese lugar apareció bastante calmado mientras me observaba.
Mordí la cara interna de mi mejilla con tanta fuerza que el sabor metálico no tardó en llegar a mis papilas gustativas, los hombres yéndose de ahí mientras le daban un arma a él por cualquier cosa que pudiera hacer yo. ¿De verdad me consideraban un peligro?
—Hallo— Dijo con una sonrisa nerviosa una vez que estábamos solos.
Su mano fue a su bolsillo trasero y, por pura inercia, me tapé mejor con las sábanas rojas que tenía sobre mi cuerpo, pegándome más a la pared mientras veía como sacaba un papel y carraspeaba su garganta dispuesto a leerlo.
—Ich bin der Captain Styles, aber du kannst mich Harry nennen. Meine pflicht...
—¿Q-Qué?— Dije con el ceño fruncido deteniendo su lectura, un ligero temblor en mi voz borrando toda la seriedad que le quería dar a esa simple palabra.
Su vista se apartó del blanco papel hasta mí, de una manera firme que solo consiguió provocarme un nudo en la garganta difícil de tragar.
—¿No eres alemán?
Negué con mi cabeza con miedo, demasiado para poder relatarlo. Ese hombre había matado a un compañero suyo y había amenazado con cortarle la oreja a otro sin ningún tipo de miramiento. Obviamente no lo tendría con alguien como yo.
—Mejor— Dijo guardando el papel de nuevo en su bolsillo— Así sabré lo que estoy diciendo.
Se acercó un poco más, agarrando una silla que estaba cerca de un escritorio pequeño para colocarla justo a los pies de la cama, sus manos llenas de anillos dorados entrelazadas de una manera que mostraba sus largos y finos dedos a la perfección.
—Hola— Dijo de nuevo como si tuviera que empezar de cero todo su discurso— Soy el Capitán Styles, pero puedes llamarme Harry. Mi deber es defender a Inglaterra de las tropas aéreas que manda Alemania.
Me senté mejor en mi sitio, desviando su mirada hasta mis movimientos rápidamente, transmitiendo más miedo a mi persona.
—¿Cómo te llamas?
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Última Respiración || Larry
Fiksi PenggemarTras la Batalla de Inglaterra en 1940, Louis Tomlinson acepta ser enviado como espía inglés hasta Alemania, aprovechando que ésta va ganando la batalla. Con los meses, Alemania pierde territorio e Inglaterra recluta soldados alemanes para hacer más...