1| La melodía que alguien olvido una vez

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Sus dedos acariciaron el teclado con delicadeza y precisión, cada melodía llenaba la habitación de riqueza musical y un ambiente pacífico y agradable cubría todo el entorno, el aire y permitía a los demás sentirse reconfortante. Ella siguió tocando la delicada melodía que siempre rondaba en su cabeza, pensando en ella una y otra vez, intentando recordar más allá de solo unas cuantas notas. Recordarlas, no crearlas. Pero como cada día que se sentaba frente al piano, nunca lograba encontrar las notas que reemplazarían sus palabras. Sin querer, había cambiado la melodía que tocaba a una melodía completamente nueva, una que se complementaba con el sonido de los pasos que hacían eco en el pasillo junto a la habitación. Mantenía los ojos cerrados, reconociendo cada tecla gracias a su memoria.

Entonces las puertas se abrieron y un sonido ahogado salió de las teclas, cuando ella abrió los ojos molesta.

– Arruinaste mi canción.

– Estás en problemas.

La pianista de cabellos ardientes como el fuego alzó la mirada hacia una muchacha mayor que ella, de cabello rubio corto. La diferencia de edades no era muy notoria, pero existía. La muchacha, con ambas manos extendidas para sostener las puertas del salón familiar, la miraba sin expresión de burla, molestia o preocupación, simplemente la miraba.

– Papá va a matarte.

– Tengo derecho de tocar el piano si quiero – La chica respondió volviendo a tocar las teclas – por algo está aquí, ¿no?

– Sí y cada día quiero lanzarlo por la ventana – La joven dijo con cierto tono amargo al referirse al gran instrumento musical – ¿Te das cuenta de qué hora es?

– ¿Las cuatro?

– Sí, hace cuatro horas – Se burló – Te perdiste la cena familiar con invitados de otros reinos. Él está enfadado.

El piano dejo de sonar bruscamente y lo primero que hizo la muchacha, además de tensarse, fue alzar la mirada hacia la pared en donde el reloj de pez se encontraba marcando las ocho treinta de la noche.

– Oh...

– ¿Eso es todo lo que tienes para decir?

– En realidad no quería asistir tampoco – Se encogió de hombros volviendo a toca el piano.

– ¿No acabas de salir de un castigo como para entrar en otro?

La muchacha se encogió ligeramente mientras apretaba los dientes.

– Es algo natural – Ella volvió a teclear suavemente en su instrumento mientras ignoraba la presencia de la chica que se encontraba detrás – ¿Sabes? Tal vez no lo creas, pero hay personas que no están hechas para este tipo de cosas.

– Ya lo creo – Una voz profunda inundo la habitación y nuevamente el teclado se detuvo bruscamente. Con los hombros y el cuello tenso, una mueca se asomó en el rostro de la pelirroja que volteó lentamente, con temor, la mirada hacia donde se encontraba un hombre de piel morena de pie junto a la muchacha rubia.

Su rostro enfadado, repleto de un aire potente, la observó de brazos cruzados mientras esperaba alguna excusa que fuera válida para haberse saltado la cena. La muchacha se volteó completamente, apoyó las manos sobre su regazo y observó al hombre mayor con temor.

– Yo... ¿lo olvide?

Él sacudió la cabeza mientras daba unos pasos dentro de la habitación. La muchacha apretó los labios mientras seguía con su mirada a su padre pasearse por toda la habitación. Su larga barba apenas se movía con cada paso y su cabello ya canoso, siempre bien peinado, en ese momento se encontraba algo despeinado.

Melodía del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora