Capítul❍ 2.

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Si podría definir las horas de estudio en dos palabras seria:

Aburrimiento extremo.

Estábamos en 2075, y aunque las tareas ya hayan sido abandonadas, las horas en las que debíamos pasar sentados aumentaron notoriamente.

Nos explicaban sobre aquello que debíamos saber cuando salgamos de universidad al mundo externo. Definitivamente lo genial del curso, pero no le quitaba lo aburrido.

Cerré mis ojos unos segundos, percibiendo a alguien por el pasillo, aquel color dorado le pertenecía sin duda al director de la institución.

Y a su costado su secretaria, la señorita Hwang.

No era difícil de distinguir gracias a su hijo, Hwang Hyunjin; era el tipo popular de los populares y tenía a tres cuartos de los estudiantes detrás suyo, incluyendo hombres y mujeres.

Y no tenía una idea de como se colocaba un condón.

No era inocente, solo muy tonto. O talvez era tontamente inocente.

Sin embargo alguien más venía con ellos. Pero no podía distinguir quien, y tampoco me dedicaría a tomarle importancia.

Por lo del color dorado.

Llegaba la hora de contar sobre mí. Pues bueno, mi padre fue uno de aquellos con descendencia del tercer ojo activo, y por consiguiente yo.

El tercer ojo en resumidas palabras era aquello que te permitía ver algo que lograba ir más allá de lo normal, algo que muchas de las personas que sufrían antes de la vista obtenían.

Y casualmente mi tatarabuela fué ciega.

No todo era color de rosa, pues no dejaba de oír pequeñas conversaciones en la cabeza, ya sea de mi subconsciente o de los demás a mi alrededor, era extremadamente sensible.

Y las personas las aprendí a diferenciar por colores. Los hombres tenían un aura mas potente, como un azul o verde oscuro; y las mujeres normalmente la tenían más leve, como rosa pastel o melón.

En caso del director, como era una autoridad y sobretodo era muy confiado en sí mismo pero al mismo tiempo amable con nosotros, el aura que emitía resplandecía como un amarillo, aunque parecía más dorado. El de la señora Hwang era de un verde claro limón algo chillón, por lo que siempre evitaba cerrar mis ojos al estar cerca.

Simplemente no lo soportaba.

Y si se lo preguntaban, el color que portaba Jisung era similar a un naranja opaco, pero con toques amarillos, como si de una llama se tratase.

Todo aquel problema del tercer ojo me había traído ceguera, la razón por la que usaba lentes.

Pasando de tema, también habían auras oscuras, las conocía por tres facetas, la primera que era la que varios hombres portaban, que se asimilaba al azul oscuro o azul noche. Luego venían aquellos que eran horrorosos a la vista, como un verde vomito o similar. Y por último, el que portaban aquellos culpables de asesinato o los que tenían graves problemas, los de aura totalmente negra.

Y normalmente en las personas el aura no cambiaba mucho, el color solo se opacaba o crecía, volviéndose chillón.

Mi mente se llenaba de eso todos los días, por ello no era ameno a tantas personas en un lugar, como las fiestas o ferias.

Contando más sobre mí y para que puedan entender mi situación.

Vivo solo con mamá aunque ésta todo el tiempo tenga un aura gris, que muchas veces se volvía chillón, como si tuviera paranoia por algo.

El chico de mi novela.  ლ〚2MIN〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora