Capítul❍ 6.

299 52 17
                                    

—¿Lee Minho? —levanté mi vista al oír mi nombre, era Seungmin, yo asentí.

—Dime.

—El director te está buscando —señaló una de los pasillos que me llevaría hasta dirección, observé el camino y asentí.

—Ya voy —me levanté del césped y Jisung me siguió.

Cerré los ojos de nuevo, de rosa a gris, luego cambió a un azul.

Fruncí el ceño, el cambio había sido muy rápido.

Habíamos tomado otro atajo, caminando hasta el edificio de dirección.

—Tu libro es extraño —empecé a hablar—, ¿puede adivinar días?

—¿Perdón? —me miró divertido—, es un libro que encontré por mi casa, tranquilo.

Lo observé varios segundos, asintiendo a lo dicho, ví el edificio más cerca y entramos.

°[MrMockbap]°

Después de todo el cuestionario que nos hicieron, caminamos hasta clases, parando al ver como las puertas estaban cerradas.

—Las clausuraron porque los profesores ayudan con la investigación —la voz de Ryujin sonó a nuestro costado, ambos la vimos—. ¿No creen que es mejor? Nos dejarán tarea de este caso si llega a ser un secuestro.

—Si llega a ser un secuestro lo que clausurarán serían las clases o la institución.

—Cierto —rió Jisung, ¿yo era el único intranquilo en todo esto?

—Vamos a comer, quedándonos aquí no se abrirán las puertas —asentimos entre los dos, siguiendo a la fémina hasta cafetería de nuevo, yo no comería nada así que iría por allí a perderme de nuevo.

—Chicos, creo que voy a... —paré de hablar al ver a ambos correr hasta Hyunjin, quien conversaba con una profesora y llevaba algunos libros en brazos.

Reí bajo dando media vuelta, yéndome afuera a pasear, el lugar era grande y había conocido cada rincón, pero todavía no sabía que encontrarías por el camino.

Podían ser buenas, podían ser malas.

Podían ser los de básquetbol.

Dí vuelta por una esquina, tarde, si no era suficiente con que me hubieran visto, me había ido por uno de los callejones que no tenían ni salida ni cámaras, a veces me gustaría tener una supervisión para esas cosas.

En un parpadeo ya me habían rodeado, tomado por el cuello y levantado, me había acostumbrado tanto que ya sabía como respirar en esa situación.

Eran de básquetbol, prácticamente median como unos veinte centímetros más que yo, eran más fuertes y sabrían hacerme una bola para tirarme por una cesta.

No era broma, una vez me habían dejado en una de las cestas del estadio, me había quedado mucho tiempo hasta que el conserje me encontró y me ayudó a salir.

—Nos dijeron que fuiste uno de los que encontraron las gafas —habló el líder, quien de todas maneras no había motivo de nombrar.

No respondí, tomó con más fuerza mi cuello, chocando mi cuerpo con fuerza a la pared. Coloqué por instinto mis manos en la suya y en su brazo, tratando de hacerlo para atrás.

Podría patearlo, pero no tenía tanta fuerza para hacerlo para atrás, solo lo dañaría, no podía hacerle una llave porque no podía, y no podía patearle la cara porque eso significaría una pelea, y eso estaba mal para mi conducta escolar y para mi nota.

El chico de mi novela.  ლ〚2MIN〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora