—Es hermoso —dice, dirigiéndome su radiante sonrisa. Se ve feliz, casi etérea, y quiero tocarla, paso mis manos por su cabello de la manera que solía hacerlo a veces, cuando me dejaba llevar mientras estábamos descansando en la cama.
—Lo es, Keri. Lo hiciste bien, nena.
—Lo intenté. Traté de quedarme contigo, con Xander, pero no pude.
—Sé que lo hiciste.
—Vas a ser un gran padre.
—No, Keri, no puedo hacer esto. Tienes que entender.
—Mantenlo a salvo, mantenlo contigo, se necesitarán entre sí. Lo necesitarás.
—No creo...
—Es tu decisión contarle sobre mí. Nunca me conocerá si no se lo dices. Nunca sabrá cuánto lo quiero. Necesita saber que tú también lo quieres. Cuida de nuestro hijo.
—Keri...
—Cuida de nuestro hijo, Harry.
Me despierto sobresaltado y asustado como la mierda por mi sueño. Un sueño que se sintió un poco demasiado malditamente real para mí. Un sueño que me hace cuestionar lo que ya había decidido hacer. ¿Y si esa mierda era una señal de que Xander se supone que debe quedarse conmigo? Jesucristo, estoy mal de la puta cabeza, escuchando los sueños y tratando de encontrar su significado. Me paso la mano por el cabello frustrado y me siento en la pequeña cama de hospital. Lo primero que tengo que hacer es llamar a mi jefe, Jack, y decirle que hoy no iré a trabajar. Después, voy a tener que poner las cosas en marcha para averiguar sobre un hogar permanente para Xander. Después de eso, me pondré en contacto con la funeraria por Keri. Ninguna de estas cosas es algo que quiera hacer. Tomo mi teléfono de la cabecera y llamo a Jack, quien, independientemente de que sea mi jefe, es más padre para mí que mi propio padre.
—¿Hola? —responde a la segunda llamada.
—Jack.
—Hola, hijo, he estado esperando saber de ti. ¿Cómo va todo?
—Tengo un hijo.
—Estupendas noticias —dice, con verdadera felicidad en su voz—. ¿Cómo está tu chica?
Mi chica. Mierda. Incluso Jack tenía la esperanza de que sacara la cabeza de mi trasero y le diera una oportunidad a Keri. Dejo escapar un suspiro irregular y paso una mano por mi cabello.
—Murió, complicaciones durante el parto. No lo logró, hombre.
Esto es recibido con un largo silencio y una brusca inhalación.
—Mierda, Harry. Lo siento. No sé qué decir.
—No hay nada que decir —respondo, pensando que toda esta situación es tan jodida que realmente no hay nada que alguien pudiera decir. Nada que pudieran decir o hacer haría esto mejor.
—¿Aún estás en el hospital? Puedo estar allí en quince, veinte minutos máximo —ofrece, y sabía que eso es exactamente lo que haría; es solo el tipo de persona que es. Me recibió incluso después de descubrir que tenía antecedentes y estaba en libertad condicional. Eso fue hace más de siete años, y si no fuera por él, no tengo dudas de que finalmente habría terminado en la cárcel. Si tuviera que ver a alguien en este momento, sería a él, pero honestamente preferiría estar solo. Tal vez sea porque estoy triste, en estado de shock, y abrumado, pero sobre todo porque me siento culpable y avergonzado por lo que estoy a punto de pedirle.
—No, está bien, no tienes que hacer eso.
—No es problema.
—No, yo sólo. —Presiono mi frente contra la palma de mi mano—. Necesito que me ayudes en esto ahora mismo, porque realmente quiero salir corriendo.