—Di papá —susurro en el oído de Xander mientras lo mezo en su silla.
—Pa —responde, haciéndome reír.
—Buen trabajo, amigo. Suficientemente cerca. —Pongo un beso en su frente antes de levantarme y acostarlo en su cuna. Él succiona su chupón y se acuesta en el colchón con su peluche favorito. Cada vez que lo hace, quiero recogerlo, besarlo, y apretarlo con mucha fuerza. Cada. Maldita. Vez. El niño sabe cómo derretirme; ni siquiera tiene que intentarlo. Acaricio su pequeña mejilla antes de prender el clásico CD de música de cuna que ____ le compró.
—Buenas noches, hombrecito.
La señora Park está en mi sofá viendo la última película de Lifetime cuando camino hacia la sala de estar. Me hará el favor de cuidar a Xander por la noche mientras salgo con ____. Sólo hacemos esto unas cuantas noches al mes, por lo que nos gusta aprovechar el tiempo juntos cuando podemos. Los meses pasados han sido agitados con el anuncio de mi colaboración en el trabajo y teniendo más horas y responsabilidades, así que realmente usamos estos momentos para conectarnos.
—Podría haberlo puesto en la cama por ti, sabes. —Se voltea del televisor a mí.
—Lo sé. Me gusta pasar tiempo con él cada vez que puedo. —Ella sonríe y asiente. Siempre ha sido muy buena en respetar los límites. Es una de las razones por las que estoy muy contento de que vigile a Xander por mí—. ¿Tiene todo lo que necesita? —pregunto mientras agarro las llaves de la mesa.
—Estoy bien, cariño. Ve y pásala bien, te llamaré si te necesito.
—Gracias —le digo al dejar el apartamento, cerrando la puerta detrás de mí. Caminar los pocos pasos al apartamento de ____ me hace poner los ojos en blanco. Se negó a vivir conmigo hasta que su contrato expirara porque se siente mal por romper el contrato.
Realmente, creo que todavía tiene un poco de miedo de que algo salga mal entre nosotros. Me enfurezco cuando tomo el pomo de su puerta y se abre de forma inmediata.
—Nena, pensé que te había dicho que mantuvieras tu puerta cerrada con llave.
—Acabo de abrirla para ti —grita desde algún lugar de las profundidades de su apartamento, probablemente del cuarto de baño.
—Mantén la puerta cerrada con llave —le grito de vuelta. No responde, probablemente debido a que lo que dijo, lo murmuró en voz baja.
—¿Cuándo llegaste a ser tan mandón? —pregunta, haciendo una aparición en lo que sólo puedo describir como el vestido negro más pequeño. Estoy duro sólo de mirarla; la puta cosa hace que sus piernas se vean como de un kilómetro de largo. La imagen visual que eso trae es agradable... muy agradable, pero lo sacudo y le sonrío.
—Siempre he sido mandón, nena. ¿Apenas te estás dando cuenta de eso?
—Lo que sea. —Ella me mira y agarra su bolso. Cortando la distancia entre nosotros, extiendo la mano hacia ella, tirándola hacia mí, y llevo mis labios a su oreja.
—Si sigues así, te pondré sobre mis rodillas, te levantaré el vestido, y te azotaré.
—No lo harías.
—Lo he hecho antes, y estoy bastante seguro de que te gustó.
La mirada se devuelve.
—¿Me estás sacando a una cita o me estás haciendo enojar, Harry?
—Si puedo salirme con la mía en ambos...
—No puedes —interpone.
Sonriendo hacia ella, digo.