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Sus ojos están puestos en mí mientras reviso mi menú. Puedo sentirlos. Después de nuestros primeros encuentros, no habría estado de acuerdo con eso, pero ahora... Ahora, me gustan sus ojos en mí. Es una locura, lo sé. Su vida es caótica. La madre de su hijo murió hace sólo dos semanas y todavía no sé nada de ella o de su relación. No podría estar pensando en algo más que una amistad conmigo. Creo que está muy agradecido de que me acercara y le ayudara con Xander. Lo que pasa es que hay momentos en los que no se da cuenta de lo vulnerable que se ve. Momentos en los que parece perdido y no sé por qué pero quiero ayudarlo. Al principio, tenía una conexión con Xander porque pensé que Harry no lo quería. Una parte de mí entendía eso- lo que se siente tener un padre que no te quiere.

Cuando pensé que podría estar en problemas, tuve que ayudarlo porque no podía hacer nada. Entonces me di cuenta de que Harry no era tan malo; me di cuenta de que quería a su hijo. No podría entenderlo, pero el ver su reacción anoche con lo de la niñera me lo confirmó. Quiere a Xander, pero se perdió y está solo, y puede incluso tener miedo de hacer las cosas mal. Pero lo he visto ver a su bebé con orgullo, he visto lo tierno que puede ser con él, y me gusta. Un buen hombre existe en algún lugar debajo de la actitud que emana, y he visto atisbos de él. Eso es lo que me atrae.

La camarera viene y se lleva nuestros pedidos. Miro a Xander, que está dormido en su coche, sobre un cabestrillo en el extremo de la mesa. No tengo otro lugar a donde ver, excepto a Harry.

—Este lugar es genial —digo, en un esfuerzo por tener una pequeña charla.

—¿Nunca antes habías estado aquí? —Se siente extraño tener toda su atención. Él no parece el tipo de persona que da su atención fácilmente.

—Me acabo de mudar de Connecticut. En realidad no he estado en ningún sitio.

Se inclina hacia atrás en su silla con un movimiento muy fluido. Tiene una facilidad, un aire de confianza que lo hace genial sin esfuerzo.

—¿Qué te trajo aquí?

—Obtuve un trabajo.

—Para conseguir un trabajo tenías que haber estado buscando uno.

—Sí, ¿y?

—Así que estabas buscando dejar algo atrás.

Oh, mierda, no me gusta el tema de conversación. Tengo que encontrar una manera de salir de esto e ir a temas menos inquietantes.

—No. Sólo pensé que sería bueno para mí de ganar un poco de independencia. Salir de bajo el techo de mis padres. Creo que eso es normal, ¿verdad?

—No lo sabría —dice encogiéndose de hombros—. He estado solo desde que tenía diecisiete. —Lo dice como si no fuera gran cosa, como si este tipo de cosas sucediera todos los días.

—¿Diecisiete?—pregunto tratando de ocultar el hecho de que esa revelación me aturde. Estoy segura de que estoy haciendo un mal trabajo con ello.

—Sí.

—¿Por qué tan joven? —Lo sondeo, deseando escuchar la historia detrás de esto.

—Mi madre se fue cuando era chico. Ni siquiera me acuerdo de ella. Mi padre era un inútil. No quería un niño, pero me aguantó. Me mantenía bien alimentado, protegido y algo vestido. Cuando llegué a edad suficiente, empecé a cuidar de mí mismo.

—¿Qué edad fue suficiente?

—Diez. —Toma el vaso de agua y bebe un sorbo, sin apartar los ojos de mí.

—¿Cómo cuidaste de ti mismo?

—Conseguía mi propia ropa, me alimentaba, e iba a la escuela, cosas así.

Un Pedazo de ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora