Doce años más tarde.
—Gracias por dejarme prepararme aquí, mamá. Chloe y su equipo se han apoderado de nuestra casa —le digo, agarrando una galleta de la mesa y dándole un mordisco.
—No tienes que agradecérmelo. Esta es tu casa también. Lo sabes —dice mamá, tomando una galleta también—. Los dos sabemos que me emociono y lloro a menudo por estar aquí, solo voy a decir que estoy muy feliz de que tú y Chloe se hayan encontrado uno con el otro. Estoy muy orgullosa de ti, como siempre y probablemente voy a llorar a moco tendido cuando bailemos más tarde.
Dios, mi mamá es la mejor. Conoció a mi padre cuando tenía tan solo unos días, después de que mi verdadera madre murió al darme a luz. Papá no sabía lo que iba a hacer solo con un bebé y luego conoció a mamá. Nunca sentí que algo faltó en mi vida y nunca sentí como si fuera una sustituta o alguien que estuviera tratando de tomar el lugar de mi verdadera madre. Ha estado ahí para todo, en cada evento, en cada hito, incluso las veces en que me he metido en problemas, que fueron unos cuantos. Pero sé que se emociona porque hay momentos en que se siente mal de que mi verdadera madre no esté aquí, o porque piensa que me gustaría que estuviera aquí.
No voy a mentir, hubiera sido bueno tenerla, tenerlas a ambas, pero no funcionó de esa manera. A veces, me siento mal de que mi verdadera madre perdiera la vida por darme la vida a mí, pero sé que tengo la suerte de haber conseguido a una mamá que me criara. A la primera oportunidad que tuvo, me adoptó, asegurándose de que fuera legalmente su hijo. Fue la primera mujer que quise y ella y papá me enseñaron lo que es el amor, lo que significa en realidad, todas las cosas que quiero darle a Chloe.
—Debes saber algo —digo, apoyado en el mostrador.
—¿Qué?
—Cuando baile contigo esta noche, debes saber que no habrá nadie más con quien preferiría estar bailando.
—No tienes que decir eso.
—Lo hago porque es verdad. La llevo conmigo y sé que ella está conmigo, mamá, porque tú y papá me lo han dicho toda mi vida. Tú te aseguraste de que la conociera, pero cuando todo esté dicho y hecho, tú serás mi mamá —le digo. Miro con una pequeña cantidad de humor, mientras pierde su batalla contra las lágrimas y tira de mí para un abrazo—. Eres tan tonta, mamá —le susurro al oído.
—Lo sé —responde entre sollozos—. Está bien, vete. Ve a prepararte. Tu padre quiere verte antes, sin embargo. Creo que está en tu antigua habitación.
Le beso la frente y voy arriba, en busca de mi padre. Como dijo, lo encuentro en mi habitación, de pie, mirando por la ventana.
—¿Papá?
—Hey, amigo —dice, inclinando la cabeza hacia mí.
—Mamá dijo que querías verme.
—Sí. —Deja escapar un suspiro y se aleja de la ventana, en dirección hacia mí y se detiene a unos pocos metros de distancia—. No estoy seguro de si lo sabes o no, pero cuando naciste y me di cuenta de que estaba solo con un niño, de hecho contemplé darte en adopción.
Me río porque he oído esa historia de mamá antes.
—Sí. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—Un montón de cosas, pero ____ me dijo que sería un pinchazo egoísta. Darme cuenta de que Keri sacrificó su vida para que tú y yo diéramos un paso adelante e hiciéramos lo correcto por ti, y esto...—dice empujando un trozo de papel en mi dirección.
—¿Qué es eso? —pregunto tomándolo de él.
—Es una carta que te escribió Keri mientras estaba embarazada. Me aferré a ella, siempre buscando el momento adecuado para dártela, para no incomodarte cuando eras un niño y el momento nunca pareció correcto.