No sé qué demonios fue eso, pero fuera lo que fuera, necesito más. El sexo nunca ha sido así para mí... NUNCA. Uno lee sobre esa mierda en los libros, pero realmente nunca espera experimentarlo. Harry no me dio uno, sino dos orgasmos... Dos. Es un hacedor de milagros. A medida que la nube de euforia empieza a desaparecer, comienzo a registrar su respiración irregular en la base de mi cuello. Me hace sentir caliente; sus manos están en mi cabello ahora, sus labios se arrastran y deja suaves besos a través de mi barbilla y luego en mi boca.
—Hola —susurra suavemente. Siento eso en todas partes... Todo lo que tiene que hacer es susurrar, y le daré cualquier cosa, haré lo que sea.
—Hola.
—¿Estás bien?
—¿Qué piensas tú? —pregunto en un risa.
—Creo que estás bien. —Él arrastra el “bien”, haciéndome sonreír por su
arrogancia.—Estoy genial.
Con un último beso en la punta de mi nariz, se aleja lentamente de mí. Siento su pérdida, y es una hermosa pérdida. Una chica podría acostumbrarse a ese tipo de pérdida.
—Voy a encargarme del condón. —Sale de la cama dándome una magnífica vista de sus activos a medida que camina hacia el baño. Mierda, estoy en serios problemas si así es cómo siempre será con él. No creo que pueda llegar a tener suficiente. Vuelve unos momentos después saliendo del baño completamente cómodo y a gusto con su desnudez. Bonito.
—Abre las piernas —exige volviendo a la cama. Sin mostrar paciencia, coloca una mano en mi muslo interno y lo empuja hacia abajo, hacia el colchón, obligándome a hacer lo que me pidió. El calor de la toallita que utiliza para limpiar entre mis piernas se siente como felicidad. Este es sólo otro nivel de intimidad que nunca he experimentado antes. Nunca habría pensado que él podría ser tan dulce. Cuando termina, lanza la toalla en mi mesita de noche y se acuesta sobre su lado tirando de mí hacia él, así que estamos cara a cara. Coloca una mano en la parte baja de mi espalda y hace perezosos círculos arriba y abajo de mi espina.
—¿Tienes que irte a casa? —pegunto, esperando que la respuesta sea no, pero anticipo que la respuesta es sí.
—No. La señora Park se quedará con Xander esta noche.
—¿En serio? —pregunto con entusiasmo—. ¿Estás de acuerdo con dejarlo?
—Está justo al otro lado del pasillo, nena. La señora Park sabe dónde encontrarme.
—¿Lo sabe? —De repente, me siento tímida y un poco avergonzada con el pensamiento de la agradable y dulce señora Park sabiendo exactamente lo que Harry y yo estamos haciendo esta noche.
—Sí.
—Bueno, eso es mortificante.
Su mano me da un apretón y no puedo evitar notar la sonrisa molesta en su rostro.
—Nena, somos adultos. Creo que lo entenderá.
—Lo que sea. —Me burlo enterrando la cabeza en la almohada con fingida cólera, a la vez que disfruto de la sensación de sus manos sobre mi espalda—. Eres muy bueno en eso —le digo, mi voz amortiguada por la almohada.
—Me alegra que pienses eso.
Mi cabeza se levanta, y no sé por qué lo hago, pero le pregunto:
—¿Has estado con muchas chicas? —Quiero retractarme al instante porque no es naaaada de mi incumbencia. A decir verdad, no estoy tan segura de que quiera saberlo. Esta noche ha sido demasiado perfecta para ser empañada con lo que su pasado pueda o no haber sido.