— No se supone que quieras besar a tu hermano, Kun. — Pronunció Chenle sobre la boca del mayor, respirando el mismo aire caliente emanar de sus labios.
— Solo estoy borrando de tus labios el sabor de ese mocoso inglés. Eres mío, Chenle.
— No lo creo.
— Créelo. — La voz del cantante se volvió más ronca, sus labios mordieron su boca sin gentileza, lamiendo sus labios instantes después, corrompiendo la boca del menor, inmiscuyendo su lengua en la humedad cavidad. — Te marcaré hasta que no lo puedas olvidar. — Rodeó la cintura del menor con un brazo y con la otra movilizó su rostro, hundió su boca en su cuello y bajó con su boca descubriendo su hombro, donde hundió sus dientes, lento, sin prisa. Chenle no se sintió capaz de decir o hacer nada, un pequeño gemido escapó de sus labios, su pecho subía y bajaba, conmocionado, curioso, febril. Kun sintió como la excitación se apoderaba de él, de esa necesidad enfermiza por querer probar cada rincón, cada pedazo de piel del rubio, ahora mismo le importaba un carajo estar deseando tan enfermamente a otro hombre, solo lo quería suyo. Imaginar a Lucas o Hrvy respirando el mismo aire de él lo enervaba, no podía alguien más ser el primero para él, no podía gemir esa boca dulce suspirar otro nombre que no fuese de él.
Lamió sus labios una vez más y con la mano que antes tomaba su cintura, está vez desabrochó el jeans que cayó por las piernas del menor, quién en ese momento se tensó, sin saber bien como reaccionar, no hasta cuando las manos de Kun acariciaron la entrepierna dura, las rodillas le temblaron ligeramente.
— Tranquilo. — Siseó sobre su oído, haciéndose camino por bajo las telas, sintiendo por primera vez la hombría de otro hombre en su mano. Caliente, palpitante. Su diestra se cerró entorno al falo, comenzó a bajar y subir. — ¿Haces esto en tu habitación? Dime... ¿Piensas en Lucas... o piensas en mi, Lele?
Chenle era un mar de gemidos, de sensaciones nuevas apoderándose de él ¿Qué era exactamente aquello? No podía razonar, no tenía el ingenio de siempre para responder. Pero entonces, Kun de rodillas frente a él, su boca se abrió en asombro y antes de notarlo, sus ojos se cerraron, las piernas le temblaron, sintió podía desvanecerse o estaba tocando el cielo cuando la boca del de cabellos azules atrapó toda su hombría, succionando su pene de un modo tan maravilloso, que Chenle jamás pensó que pudiese existir una sensación tan increíble como aquella. Sus manos se aferraron a los hombros del adverso para no caer, era demasiado para el jovencito que dejaba recién la adolescencia.
— Mi nombre, Chenle, dilo, dilo. — Kun no podía creer que tenía el pene de un hombre en su boca, pero ahí estaba, sintiendo que el sabor de Chenle era néctar de dioses, succionando ansioso, recorriendo con su lengua desde la base hasta el glande. Una de sus manos se deslizó hasta los glúteos del adverso, donde uno de sus dedos intentó introducirse en el menor, no sabía exactamente como hacerlo con un chico, la humedad era distinta, mientras su mano se ocupaba de su propia erección, la voz del chino gimiendo su nombre, deshaciéndose en jadeos para él y por él lo estaban volviendo loco.
— Chupalos. — Ordenó, llevando la diestra hasta la boca del menor. Kun alzó la mirada ¡Diablos, diablos! Podía correrse de tan solo ver como su indice y dedo medio salían y entraban en la boca casta. Cuando los sintió húmedos, bajó hasta su entrada e introdujo el índice, comenzando a dilatar en ese forcejeo por entrar y salir, pero al entrar el segundo dedo, Chenle, estimulado aún por la boca del cantante y ahora los toques precisos en su interior, terminó por correrse en su cara, en su boca. Kun se detuvo, observando al menor, que suspiraba extasiado, lo observaba, con la frente perlada en sudor.
Kun dejó de estimular su propia hombría, se puso de pie, quitó la camiseta que tenía puesta el menor y quitó la camisa que él vestía,lo acorraló contra el mesón, girándolo, besando su cuello, su nuca, el camino de su espina dorsal. Chenle pudo sentir su excitación cuando el mayor tomó su falo y lo deslizó entre sus glúteos, estaba húmedo, como a punto de reventar... Se restregó suave, lento, placentero.
¿Realmente iba a entrar? Kun dudó, con tan solo estar así, podía llegar al éxtasis. Tenía la nariz hundida en su cabellera, restregaba su nariz por su cuello.
— Kun... No te detengas ahora, no lo arruines. —La voz de Chenle sonó como una suplica. Giró el rostro por sobre su hombro y Kun lo besó otra vez, mientras con la mano que mantenía en su falo comenzaba a direccionar y empujar en la entrada virgen. Apenas pudo meter la cabeza, sentía que no duraría si se clavaba ahora.
— Kun.
— Pídemelo.
— Kun, por favor.
Kun de un solo movimiento se clavó en él, el jadeo de Chenle se dejó escuchar por todo el recinto. Luego solo hubo silencio irrumpido por el respirar de los dos jóvenes amantes.
— Quiero... sigue... — Pronunció Chenle, recargando su frente en el mesón, curvando su cuerpo, preso del momento, de las sensaciones, incapaz de razonar, pero queriendo todo del mayor. Kun besó su espalda de porcelana, succionó la nívea piel, dejando un cardenal. Y luego volvió a moverse, lento, rápido después, solo fueron un par de estocadas más, hasta acabar en el interior del menor. Había tomado por primera vez a un hombre, es más, había tomado la virginidad de Chenle. Era de él, suyo, de nadie más.
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Sick
FanfictionNo se supone que él viera aquello. Una declaración equivocada. Mentiras, dulces mentiras. Chenle. Kun. Lucas.