Sasuke
Desde que me mudé a Nueva York, había contratado a personas que cocinaban para mí, ordenaban mi casa y
aseguraban de que mi vida fuera siempre perfecta. Ahora, sin
embargo, me encontraba en una pequeña cocina friendo tiras
de panceta y tostando pan. Y esa no era la parte divertida. Era que la estaba haciendo por una mujer que había convertido mi vida en un infierno y que hubiera preferido estar en cualquier
lugar, pero lejos de mí.Bueno, también quería estar lejos de ella.
Hubiera querido no tener que encontrarla de nuevo. Hubiera
querido no verla nunca más y, sobre todo, no la quería bajo mi
propio techo; pero ella estaba allí, tenía que hacerlo y quería averiguar qué ocultaban sus ojos y su boca.Pensé en sus labios y la idea de saborearlos me causó una punzada de dolor en el pecho. Dolor de un deseo que no debería haber sentido. Me dolía mucho querer a la hermana de
sarada, pero era así y por mucho que intentara mentirme a mí mismo, esconderlo, mi cuerpo revelaba la verdad.El sonido de un teléfono interrumpió mis pensamientos y el silencio que reinaba en toda la casa.
Darks levantó la vista tratando de averiguar de dónde provenía. Miré a mi alrededor hasta que vi el bolso de Sakura
al pie del sofá. El sonido venía de allí. Me acerqué al pasillo, hacia el baño, dentro, el agua de la ducha corría.Regresé al salón diáfano, pero el timbre había cesado. Eché un último vistazo al corredor y decidí que era hora de tener
pruebas concretas. Quienquiera que estuviera llamando al teléfono, tenía que hablarle.Saber algo más de ella y de sus
contactos. Rápidamente lo abrí y saqué el teléfono. De repente, comenzó a sonar de nuevo y sin pensarlo dos veces, presionar el botón verde.—Mamá… mamá.
Mi aliento se detuvo en la garganta cuando
escuché la voz de
una niña.
¡Mamá!
Sakura tenía una hija.
Tragué saliva, pero mi boca se había secado y las palabras estaban luchando por salir.
—Mamá, ¿estás ahí? —gimió la voz infantil al otro lado del teléfono.
Hubo un momento de confusión y una mezcla de voces,
cuando al final alguien habló, la reconocí a la primera sílaba.
—Hija ahora sí que estás realmente en problemas. ¿Dónde estás? —reprochó la mujer.
—Chiyo —pronuncié débilmente.
La abuela de Sarada fue la única que creyó en mí, en ella, en nosotros. Ella siempre nos había apoyado y sostenido.
Ella estaba de nuestro lado.
—¿Quién habla? —preguntó alarmada.
—Sasuke—respondí apretando el auricular.
—Oh, Dios mío, ¿Sasuke realmente regresaste? Gracias a Dios estás aquí muchacho. —Su voz ocultaba la misma
agitación que brillaba en los ojos de Sakura —. ¿Sakura está ahí? —preguntó sin dejarme responder a la primera pregunta.—Sí, y aquí puede estar tranquila.
—Tienes que decirle que vuelva a casa. Danzo está aquí, vino a buscar a la pequeña Sarada. Sólo Dios sabe de lo que es capaz.
Chiyo colgó antes de que pudiera responder. Miré el teléfono.
—¿Qué estás haciendo?
Moví mi cabeza hacia arriba y la vi caminando a grandes zancadas por la sala.
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ELLA ME PERTENECE
RomanceUna a una las noches, entre nuestras ciudades separadas, se suman a la noche que nos une. (Pablo Neruda) Esta historia no es mía ni los personajes me pertenecen ACLARACIÓN: Sasuke estaba casado con Sarada Pero no es Sarada su hija le puse este nombr...