Sakura
Yo no era tonta, sabía que no sería capaz de ocultar la verdad
durante toda la vida. Tarde o temprano lo sabría.
Tarde o temprano, Sarada lo buscaría.Pero aún era muy pronto.
Aún su vida no estaba a salvo.
Todavía dependía de mí.
Tomé su manita y la conduje fuera de la habitación de
Sasuke.Por primera vez en doce años, no sabía qué hacer. Dónde ir.
Sus dedos apretaron los míos, la miré y ella asintió.
Los apreté a la vez, como si quisiera absorber algo de su
ingenuidad, de su optimismo.Cuando le conté acerca de su padre, su verdadero padre, la
comprensión que ella mostró ante aquella verdad demasiado
fea como para contarla a una niña de sólo diez años, me hizo
comprender lo madura que era y, sobre todo, lo aliviada que
estaba al saber que el que la había engendrado no era danzo.Verla sufrir por como la trataba me había consumido el
corazón, buscar una justificación para llevarla a un internado
me había dejado sin fuerzas.Y cuando la situación se volvió insostenible, decidí contarle
la verdad.Todo.
Cada detalle.
Y ella simplemente respondió “ok”.
Le prometí que más tarde ella podría buscarlo, una vez que
alcanzara la mayoría de edad, eso la haría libre.Ahora, era demasiado pronto y si Danzo supiera que Sasuke sabía de ella, habría arrojado su ira sobre mí.
Como siempre. Desde que decidí tenerla, a toda costa.
Mi vida cambió aquel día. Cuando fui a verle al hospital.
Cuando le revelé que había escuchado la conversación que
tuvo con mi padre.Cuando le mostré los documentos de papá y le propuse que
podía quedarse con todo, que podía amenazarlo, denunciarlo,
matarlo si quería… podía hacer cualquier cosa mientras la niña
se quedara con mi hermana.Danzo no aceptó mi propuesta aquel día, pero lo hizo la
noche en que murió Sarada.Aquella noche hicimos un trato. Me había vendido a mi
sobrina y a cambio, elegiría la forma más fácil de tomar toda
la riqueza de mi familia… casarme.Acepté con una cláusula.
Sarada a los dieciocho años habría sido libre y yo también.México tenía una superficie de mil novecientos setenta y tres
kilómetros cuadrados, esconder el inframundo era un juego de
niños, pero esconderse de él era prácticamente imposible.Teníamos que huir.
Tan pronto como fuera posible.
No sólo estaba mi esposo, ahora también estaba Sasuke,
que removería el mundo para recuperar a su hija.—Momy —me llamó Sarada mientras esperábamos el taxi
—. Es él, ¿no? Mi padre.
Bajé la cabeza mientras trataba de contener las lágrimas.
—Sí. —Mi respuesta fue más un silbido que una
declaración.—Es agradable. Me gusta —dijo encogiéndose de hombros.
Miré al cielo y recé.
La última vez que invoqué el nombre de Dios, fue en el
internado, obligada por sus estrictas reglas. Pero hoy. Hoy
necesitaba apoyo. Necesitaba apoyo y sólo podía buscarlo en
Dios porque estaba sola en este mundo.
Completamente sola.Escondí el Mercedes no lejos de Playa El Paraíso, Danzo
seguía cada uno de mis pasos, estaba segura de eso, estaba
segura de que sabía dónde estaba en ese preciso momento.Nos detuvimos al borde del camino.
Me temblaban los dedos cuando marque el número de taxi,
había perdido toda esperanza de abandonar el país ya que no
tenía el pasaporte de mi hija.Sarada estaba junto a mí.
¿En qué estaba pensando ahora?
Cuánto sufrimiento y problemas para una niña tan pequeña.
Había hecho un desastre.
Pero si no lo hubiera hecho, nunca la habría vuelto a ver, con
sólo pensarlo, mis ojos se llenaron de lágrimas.Lo conseguiríamos. Como siempre. Habríamos salido de
esta.El sonido de un automóvil frenando frente a nosotros me
advirtió que el taxi había llegado.Miré hacia el frente para acercarme, pero el SUV azul
metalizado de Danzo me congeló en el acto.Sarada se aferró a mi brazo, aterrorizada después de lo que
había visto.Me quedé mirando el auto inmóvil.
Mi esposo bajó con la habitual sonrisa falsa en su rostro y
vino hacia nosotras.—Subid —ordenó aparentemente tranquilo.
—No. —Lo desafié. Tenía miedo, pero estaba acostumbrada
a sus acciones violentas.—Entra o pagarás las consecuencias —me susurró al oído,
mientras fingía saludarme.Me hubiera gustado romperle la cara, hacer todo el daño que
me había hecho, pero ¿qué habría sacado? Habríamos pagado
las consecuencias.—Sólo yo —Me obsequió con una sonrisa malvada—. Ella
es mi hija. La he criado yo. —Nuestra mirada se encontró. Las
arrugas rodeaban sus helados ojos, mostrando la verdad sobre
su edad mayor.Los pequeños labios habían tomado una curva delgada y
dura.¿Cómo había podido confiar en él?
¿Cómo había logrado
sobrevivir todos aquellos años?Me agarró la muñeca. La apretó casi para querer romperla y
lo más probable es que lo hubiera hecho si no le hubiera
seguido.—Ella fue una mercancía de cambio. Te convertiste en uno
de los hombres más ricos gracias a mi hija. Obtuviste lo que
querías de ella, ahora déjala libre.La risa resonó entre las casas y los árboles que adornaban la
calle desierta. La lluvia le había dado algo de paz a la bahía,
pero estaba volviendo a ser densa.
—He dicho que salgáis. No me hagas repetir Sakura o te
arrepentirás.Estaba cansada. Cansada de sus modales. De sus órdenes. De
su actitud.Cansada de esa vida.
Me di la vuelta, Sarada me miró con los ojos llenos de
miedo.—Huye. —Inicialmente el tono fue más como un susurro,
pero cuando noté que Danzo había comenzado a apretarme la
muñeca, no pude soportarlo más.—Corre, Sarada. Huye —grité.
Grité muy fuerte.Agarré todo el dolor que sentía y me aferré al valor que
surgía sólo cuando la vida de mi hija estaba en juego.—Momy —Sarada comenzó a llorar.
—Escapa. Por favor. Ahora.
Dio unos pasos hacia atrás. Danzo me soltó para agarrarla a
ella, pero fui más rápida a lanzarme contra él.Escuché los pasos de mi hija alejarse.
Podía dejar de luchar.
Nunca habría ganado.
Pero al menos él me tendría.
Sólo a mí.
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ELLA ME PERTENECE
RomanceUna a una las noches, entre nuestras ciudades separadas, se suman a la noche que nos une. (Pablo Neruda) Esta historia no es mía ni los personajes me pertenecen ACLARACIÓN: Sasuke estaba casado con Sarada Pero no es Sarada su hija le puse este nombr...