CAPÍTULO 25

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Sasuke

Había llegado el momento de lidiar con la realidad. Ya no quería huir de mí mismo. De reprimir mis emociones.

Había estado en la cama con Sakura. O más bien, habíamos follado en cada parte de la casa.

No. Estaba. Programado.

Lo había querido

Deseado.

La exigía.

Los primeros rayos del sol despuntaban iluminando todo el horizonte y la casa que dejaría tras unas horas.

Me encontraba a punto de regresar a Nueva York. Ahí estaba mi vida. Ahí estaban mis amigos. Mi trabajo. Mis folladas ocasionales.

No obstante, dejar México ya no era una necesidad, como lo había sido muchos años antes.

Por entonces no me importó alejarme de mis padres, no me costó dejar a todas las personas que conocía. Eran para mí una
fuente de dolor. De recuerdos que quería olvidar.

Pero hoy…

Hoy todo había cambiado.

No había olvidado a Sarada ni a la muerte de mi hija.

Nunca podría hacerlo.

Pero podría comenzar de nuevo.

Me pasé la mano por el pelo y luego vacié la taza de café de un sorbo.

¿Comenzar de nuevo con Sakura?

¡Que gilipollez! Toda esa historia era un puto problema.

Todavía no me explicaba cómo pudo convertirse en súcubo de su esposo.

¿Cómo podría dejarse tratar así?

Pensaba en el día en que llegó a casa desde el internado.

Cuando la vi nadar en la piscina.
Todavía recordaba cómo mi polla palpitó en el momento en que la agarré entre mis brazos.

Recordaba cuán difícil que era ignorarlo, cada vez que estaba frente a ella. Cada vez que sus venenosas palabras me
hacían querer azotarla y luego sumergirme en ella.

Me sentía culpable por la atracción que se revelaba.

Sarada, sin embargo, nunca había sospechado esto, no tenía nuestra malicia.

Pensé en lo difícil que había sido elegir seguir un amor racional en lugar de una pasión visceral en una noche de verano.

Al final había elegido estar con Sarada. Ella era como yo.

Ella compartía mis mismas ideas.

Ella era más fácil.

Sakura era un caos. Un desastre que me había atormentado durante muchos años.

Puse la taza en el fregadero.

Cuando me di la vuelta me encontré frente a una pequeña mujer con cabello oscuro y ojos claros.

Tenía su mirada fija en mí. Se estaba mordiendo el labio, la barbilla levantada y me miraba con expresión de carencia.

Ciertamente esa actitud la había heredado de su madre.

Pero aquella niña estaba en grado de incomodarme. Tremendamente.

—¿Entonces debes ser Sasuke? —dijo en español.

Me quedé inmóvil mientras continuaba mirándola.

—Mamá me dijo quién eres.

Saku le había contado sobre mí, probablemente para explicarle por qué la estaba buscando.

ELLA ME  PERTENECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora