CAPÍTULO 29

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Sasuke

—No puedo creerlo, amigo. Lo que me estás contando es
surrealista. Joder, ¿cómo has hecho para esconderlo todo este
tiempo? —exclamó Kakashi al otro lado del teléfono.

—No tengo ganas de hablar de eso. Los recuerdos ya tenían
la mayor parte de mi vida.

—Podría haberte ayudado.
Sonreí. Es cierto podría haberlo hecho.

—Puedes ayudarme ahora. Necesito que vengas aquí. Tengo
que recuperar a mi hija y no puedo manejarlo solo. No estoy
seguro de poder controlarme —Me pasé la mano por el pelo.

Estaba de vuelta en la playa. Dentro de la casa todavía había
quedado su olor. El olor de Sakura y por mucho que la odiara
en aquel momento, era todo lo que quería percibir.

—No tienes ni que pedirlo. Naruto podrá encargarse del
despacho mientras no estemos. Sasu, Rin vendrá
conmigo, ¿lo sabes no?

—Por supuesto, no sería lo mismo sin ella.
La esposa de Kakashi tenía buena mano con los niños. Estaba
criando al hijo de Kakashi, obito, como si fuera suyo. Amaba a
ese niño y si bien Sarada tenía el doble de edad que obito
estaba seguro de que ella también se llevaría bien con él.

Al contrario que a mí.

Ni siquiera sabía qué mierda decirle.

¿Qué haría una vez estuviera en Nueva York?

Mi ático había sido concebido para un hombre soltero y no
para una familia.

Lo pensaría más tarde.

Además, tendría que arreglar mil cosas de mierda.

Colgué el teléfono y lo puse en mi bolsillo.
Dark siempre estaba a mi lado. Lo acaricié y él respondió
con una lamida entre mis dedos.

—Lo sé, te descuidé. Nuestra vida cambiará a partir de hoy.

No más mujeres en la casa. No más mujeres con las que solías
divertirte asustándolas.

Sólo habrá una, un poco más alta que
tú y que te encantará.

Caminamos a casa, al día siguiente llegaría Kakashi y
desarrollaríamos una estrategia para resolver el asunto.

Quería llevar a sarada lejos de allí. De Danzo y su
violencia.

¿Se saldría con la suya el Dr. Shimura?

¿Debería haber cerrado los ojos y no haberme entrometido
en toda esa historia?

Era tanto su culpa como la de Tan, ambos deberían pagarlo.

Él por todo el daño que me había hecho a mí y a todas las
mujeres que habían perdido su hijo.

Hinata vino a mi mente.
¿Cuál era la verdad de su historia? ¿Por qué Naruto había
encontrado una foto de ellos dos?

¿Realmente había sufrido el mismo destino?

Tenía la impresión de que esto era sólo la punta del iceberg,
que se escondía mucho más detrás de aquella historia.

Tomé el pequeño camino que conducía a la villa en el
acantilado. Dark, que siguió mi propio ritmo, comenzó a
correr y ladrar.

Miré frente a mí y vi a sarada sentada en las escaleras.

Aceleré el paso y cuando me acerqué me di cuenta de que
estaba temblando, la lluvia, aunque no demasiado fuerte, le
había mojado el pelo y la ropa.

¿Cuánto tiempo llevaba ahí?

Tan pronto como me vio, se puso de pie.

Se secó las lágrimas con la manga de la sudadera.

—El doctor se llevó a mamá y no sé a dónde la llevará. Ella
me dijo que huyera y no sabía a dónde ir. Lo siento, lo siento
si vine a ti, Sasuke. No sabía qué hacer. Yo no sabía —se
echó a llorar.

La cogí en brazos y la llevé adentro.
Sus palabras me retumbaban en la cabeza cuando la apreté
por primera vez sabiendo que era mi hija.

Sarada puso su cabeza sobre mi hombro. Por fin mi niña
tenía cara y un corazón que latía tan fuerte que lo sentía en mi
piel.

La llevé al baño, la senté en el borde de la bañera y encendí
el secador de pelo.

Los dos estábamos en silencio mientras trataba de infundirle
calor y evitar que temblara.

Sabía que el temblor no sólo se debía al frío, a la ropa
empapada, sino a algo que llevaría dentro por toda su vida.

Para siempre. Y dependía de mí hacerla feliz.

Yo lo habría hecho. Me lo juré a mí mismo.

¿Pero cómo? Si Sakura no estaba con ella,

¿soportaría su
distancia?

¿Lo habría logrado sin ella?

¿Y yo?

¿Lo habría logrado?

¡Sakura!

¿Dónde estaba?

¿Adónde la había llevado Danzo?

Tenía que encontrarla.

—Sabes cómo usar esto, ¿no? —dirigí mi mirada hacia el
secador de pelo que le señalaba.

—Tengo doce años, no dos —dijo levantándolo.

Había sido concebida por Sarada, pero estaba claro que
Sakura la había criado, de ella había aprendido aquella insolencia.

—La encontraré —dije antes de dejar que se secara sola.

Saqué el teléfono de mi bolsillo y llamé a Neji, esperando
que tuviera la información que necesitaba.

Él respondió al tercer timbre.

—¿Qué carajo quieres?

—Necesito saber la matrícula del auto de Danzo shimura.
Trabajas para su empresa de seguridad, no será difícil
encontrar esa información. —Fui directo al grano.

—Dame unos minutos.

Asentí, pero tuve la sensación de que eran demasiados.

Mientras más tiempo pasaba, más peligro correría Saku.

Empecé a caminar de un lado a otro.
Pasaron unos minutos cuando el teléfono se iluminó en mis
manos y Neji me daba la información que le pedí.

Mientras tanto, Sarada había salido del baño.

Marqué otro
número y le indiqué a ella y a Dark que me siguieran.

Estábamos entrando al auto cuando Adam contestó el teléfono.

—Necesito que encuentres esta placa y le digas que me paso
por el forro la ilegalidad. Está en juego la vida de personas,
por lo que necesito esta información, de lo contrario, tan
pronto como ponga un pie en Nueva York, será el primero en
recibir mi visita.

Adam trabajaba en una empresa de investigación de
localización de dispositivos en Nueva York.

Después de darle la placa, nombre y apellido, colgué.

Apreté el acelerador y me dirigí aprisa hacia casa de mis
padres.

En diez minutos estábamos frente a mi madre que, en la
puerta, miraba a Sarada de pies a cabeza.

—Te lo explicaré todo más tarde. Ahora déjala entrar.

—Ella es… ella es… la hija de saku…

—Sí, es ella. —No le permití que terminara la frase, tenía
prisa. Había recibido el mensaje con las coordenadas de dónde
se encontraban Danzo y Sakura en ese momento.

Más tarde le explicaría que era su nieta, con la esperanza de
no fuera un golpe fuerte para el corazón de mis padres.

—Vamos lindo. —Me volví hacia Dark y corrí de regreso al
Jeep.

Detendría a Danzo.

Sólo esperaba que no fuera demasiado tarde.

ELLA ME  PERTENECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora