EPÍLOGO

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Sasuke

Entré en ella a cada momento del día. Cada vez que tenía la oportunidad, lo tomaba todo y dejaba que ella lo tomara todo.

Ella se había convertido en mi todo.

Empujé aún más profundo. Dejé que sus uñas se pegaran a mi carne, me rasgaran, se aferran a mí de la misma manera que
me aferraba a ella cada vez que hacíamos el amor.

Me había hecho una promesa a mí mismo y a ella.

No más moretones.

No más violencia.

No más sufrimiento.

Sólo amor.

Habría venerado su cuerpo y protegido su corazón a costa de mi vida.

Aquel amor que nos arrancaron muchos años antes.

Aquel amor que le había faltado y del que me habían privado.

Le acaricié la parte interna del muslo, llegando hasta su parte más sensible.

—Oh, Dios. ¡Sasu!

La besé quitándole el aliento y dándole el mío.

Después de todo, se lo debía. Desde que regresó a mi vida, ella me lo había devuelto.

—Quiero un hijo tuyo, Saku. Quiero un niño que podamos criar juntos —susurré cerca de sus labios.

Saku continuó gimiendo y cuando asumió mis palabras sus
ojos verdes se abrieron.
Me congelé, mi polla aún dentro de ella protestó.

—Sasu… yo…

Mordí su labio inferior y comencé a moverme de nuevo.

—Hay muchas maneras de ser padres y encontraremos la nuestra, pero empezaremos por hacer que te conviertas en mi esposa.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, sus manos bajaron para acariciar mi pecho, trazaron los límites de mis tatuajes.

Observé aquel gesto, todavía quedaba espacio en mi piel, en mi pecho.

En mi corazón.

En mi vida.

Fin

ELLA ME  PERTENECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora