A veces la felicidad no está donde tú crees.
Haden.
Tengo una familia muy grande, demasiado grande. Tengo dos tíos y sus esposas, y cada uno de ellos tiene dos hijos, así que tengo cuatro primos, fastidiosos y ruidosos, más que nada Robin que puede llegar a ser muy extrema cuando quiere. Ella es la clase de chica que rompe con todas las reglas y se le perdona, ¿por qué?, quizá sea el hecho de que es fuerte e independiente. Después de ella está Alen, su hermano menor a quien debe de estar cuidándole el culo porque es muy idiota para su edad. Ellos dos son hijos de mi tío Rykel, el mayor de los hermanos De Vaux. Después sigue mi hermana, Hennie, ella es más que nada la niña linda, con muchos talentos pero que no sabe lo que quiere, tenía diecinueve años, creo que a ese edad nadie sabe lo que quiere. Yo soy menor que ella por un año nada más, me defino como un chico normal al que le gusta la comida, no soy coqueto como Mees o Alen, no tuve muchas novias y siempre defiendo a mis primos. Los más pequeños son Devany y Mees, los hijos de Daen. Devany era la chica ruda y amargada que odiaba la existencia y a todas la personas estúpidas y su mellizo era el coqueto enamorado de la chica de la que no debía estar enamorado.
Más allá de mis tíos y mis primos estaba Anne, la hermana biológica de Daen, quien tenía una hija, AnneMarie —sí, sí, madre e hija tienen nombres parecidos—, por cierto, Alen estaba enganchado de la más pequeña de los De Vaux, ¿por qué?, no sé creo que cuando no puedes tener algo te aferras más a eso.
—Bájale a tu puta música —espetó Devany a Mees, que tenía la música a todo volumen.
—Obligame —la retó él, subiendo mucho más el volumen.
—Ya van a empezar —me dijo Alen. Era una costumbre ya que todos nos regresáramos del colegio juntos.
Fuimos a la misma escuela desde el preescolar, eso hasta que mi hermana —un año atrás— decidiera salirse del colegio y dejar de estudiar.
Asentí con la cabeza y esperé el golpe por parte de Devany hacia su hermano. Seguí esperando y seguí esperando, hasta que de un momento al otro le dio de lleno detrás de la cabeza con el libro que estaba leyendo.
—¡Estás loca! —nos fuimos de lado y me golpeé la cabeza con la ventanilla. Alen se dio en la frente. Mees estabilizó el auto pero no se detuvo, siguió conduciendo.
—¡Te dije que le bajaras a tu maldita música!
—¡Es mi puto coche, Devany!, si no te parece vente caminando y deja de joder.
—¿Pueden dejar de pelear? —me sobe la frente, estaba caliente y me dolía.
—¡Tú cállate! —me gritaron los dos al mismo tiempo. Se notaba que eran mellizos.
—Le voy a decir a papá que me regale un auto —le susurré a Alen pero lo que obtuve de él fue una sonrisa burlona.
—Suerte con eso —se cruzó de brazos.
—Eso no fue mi culpa.
—Le chocaste el maserati, yo creo que te tienes bien merecido esto —señaló a los mellizos que seguían discutiendo.
—No, esto es el infierno, no me merezco esto.
—Pues suerte —levantó un pulgar y me ignoró.
Genial, ahora todos me ignoraban.
Cuando Mees me dejó frente a mi casa suspiré de alivio. Ya no había gritos, ni peleas, ni golpes.
—Hogar dulce hogar.
ESTÁS LEYENDO
Atracción Fatal II (COMPLETO)
RomanceAntes El deseo de lo prohibido. (Libro II) Dicen que el deseo llama. Que aquello que te es prohibido es lo que más deseas, lo que ansías con mucho más ímpetu. Dicen que lo prohibido es lo más tentador. Dicen que cuando algo es de tu agrado y no lo...