La incertidumbre es la peor de las condenas.
Hennie
Mis padres nos pidieron a Haden y a mí que regresáramos a la casa, ya que en el hospital no había mucho que hacer y ya había muchas personas en la sala de espera. No nos quedó de otra que obedecer y regresar a la casa.
Haden estaba destrozado no quería nada, ni siquiera quería estar con Lieve que se veía igual que todos los demás. Ella era una gran chica y quería a mi hermano, eso lo podía ver desde lejos. Pero lo que mi hermano ahora quería era estar solo, nada más que eso y teníamos que respetar su decisión.
Esperaba en el lobby de la casa, impaciente, aterrada y sobre todo preocupada. Me estrujaba los dedos y miraba la puerta esperando, impaciente. Dios. ¿Cuánto tiempo había pasado?
El sol todavía no salía y no hacia mucho que habíamos llegado a la casa.
Me senté en el último escalón y me pase las manos por todo el rostro, con la intención de quitar un poco la pesadez que llevaba encima de mí.
—¿Aún no llegan? —negué con la cabeza.
Lieve salió de la cocina con una taza de té en las manos. La pobre ahora estaba metida en esto y no tenía la culpa de nada de lo que estaba pasando.
—Voy a dejarle esto a Haden e intentar hablar con mis padres —suspiró.
—Todo va a estar bien —la miré hacia arriba.
—Gracias, Hennie —empezó a subir las escaleras y yo me quedé sentada en mi lugar.
De repente la puerta se abrió de golpe y detrás salió Harm, a su lado venía Mannes, con cara de preocupación. Al verlo me puse de pie, al verme dejó sus cosas en el suelo y corrió hacia mí.
—Hennie —lo abracé a mí. Me devolvió el gesto y sus brazos se cerraron en mi cintura, pasando su mano por mi cabello.
—Mannes —solté un sonoro y profundo suspiro al poder tocarlo.
—¿Qué está pasando? —preguntó.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y mi pecho se contrajo de tal modo que sentía un profundo dolor en esa zona.
—Mees y Alen están en el hospital, Mannes. No sabemos como están, pero sí graves.
—Dios —me dio un beso en la mejilla y me separé de él.
—Por eso le pedí a mi padre que si podías venir aquí, es peligroso que estés solo en esa casa —Mannes asintió y cogió mis manos entre las suyas.
—Lo entiendo.
—Perdón sino te avise pero entre más rápido te sacara de ahí mucho mejor —sonrió dulcemente.
—No tienes que disculparte, Hennie. Me sorprendió que Harm llegara a mi casa y me dijera que tenía salir de ahí pero me explicó que tú lo habías mandado y entonces entendí que algo malo había pasado, aunque la verdad no pensé que fuese algo así.
—Lamento todo esto, Mannes.
—¿Qué dices? —elevó una ceja.
—Si yo no hubiese entrado en tu vida nada de esto estaría pasando.
—No vuelvas a decir esto, Hennie —subió una mano a la altura de mi mejilla izquierda y acarició con cuidado —. Tú eres la casualidad más bonita que ha llegado a mi vida. Me hubiese gustado que nos encontráramos antes, pero si tenía que ser en este momento y en estas circunstancias está bien para mí.
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Atracción Fatal II (COMPLETO)
RomanceAntes El deseo de lo prohibido. (Libro II) Dicen que el deseo llama. Que aquello que te es prohibido es lo que más deseas, lo que ansías con mucho más ímpetu. Dicen que lo prohibido es lo más tentador. Dicen que cuando algo es de tu agrado y no lo...