Hay amenazas que no deberíamos dejar pasar.
Robin
Khail se había ido un día atrás y yo lo extrañaba como una loca desesperada. Sé que las cosas entre nosotros no terminaron de la mejor manera pero esperaba de todo corazón que regresara y así poder arreglar aquello que se había roto por culpa de los dos, porque esto fue por ambos, ambos no supimos calmarnos y he de aceptar que yo no supe como manejar la situación. Nadie podía culparme, era la primera vez que me enamoraba de esta manera tan intensa y tan profunda, era la primera vez que quería la felicidad plena para la otra persona y tampoco lo quería tener atado a esta ciudad y mucho menos a mí cuando él tenía que arreglar cosas en su país y con su padre.
Amaba a Khail tanto como amaba mi vida y a mi familia, por eso quería tenerlo lejos por su seguridad, estar conmigo era una sentencia de muerte para él y yo no me iba a perdonar si algo llegaba a pasarle, no iba a poder vivir en paz con esta culpa.
Hoy entrenaba con Joep, necesitaba sacar todo este coraje que llevaba dentro, no dejaba de pensar en la insípida esa. Maldita rubia tonta. No sabía con quien se estaba metiendo, haría de su muerte la más lenta y dolorosa de todas, le haría pagar el atrevimiento de haber lastimado a mi hermano y a Mees, y sí, quizá ella no había apretado el gatillo de aquella pistola pero ella tuvo mucho que ver e iba a sufrir las consecuencias de sus estúpidos actos.
Joep sostenía el saco del otro lado con ambas manos, mientras yo le daba patadas a diestra y siniestra sacando este coraje que crecía y crecía dentro de mí.
—¡Robin! —ahora golpeaba con mis nudillos, dolía sí, pero era la única manera para sacar esto, este dolor que me estaba quemando el pecho —. ¡Robin, basta! —escuché a Joep y solté el saco —. ¿Qué pasa contigo?
Sostuvo el saco que se movía de un lado al otro por la fuerza ejercida por mis puños.
—Déjame en paz, Joep —resoplé y fui hacia la banca donde tenía una botella con agua y una toalla. Me senté y cogí la botella, la abrí ignorando el ardor en mis nudillos y bebí desesperada.
—¿Cómo quieres que te deje en paz? ¿Ya te viste? —señaló mis nudillos.
—Esto no es nada —escupí molesta. Joep se sentó a mi lado.
—No puedes hacerte eso, Ro, esta no eres tú —cogió una de las toallas y con precaución tomó mi mano para con la toalla limpiar los restos de sangre que tenía. Los nudillos se me habían despellejado y ni siquiera me importaba —. ¿Qué pasa contigo?
—¿Qué pasa de qué? —pregunté de mala gana.
—Contigo y este carácter, parece que estás molesta con todo el mundo —Joep seguía limpiando mis heridas, no sentía dolor en esa zona solo una ligera molestia. De nuevo le di un sorbo a la botella y esperé que Joep terminara con mi mano izquierda. Dejó mi mano izquierda y ahora limpiaba los nudillos de mi mano derecha.
—No estoy molesta con todo el mundo —le aclaré a Joep.
—No, solo con la ex de tu ex novio.
—Khail no es mi ex novio —lo miré de reojo.
—¿Y él sabe eso o sigue creyendo que lo suyo se terminó? —inquirió.
—Déjame en paz, Joep, tú no sabes nada —quise ponerme de pie pero Joep agarró fuerte mi mano impidiendo que me pusiera de pie, me obligó a sentarme de nuevo a su lado y no me quedó de otra que escuchar lo que sea que tenía para decir.
—No puedes huir toda tu vida, Ro, lo hiciste conmigo y desapareciste por bastante tiempo, ahora has alejado a Khail con un pretexto tan tonto que hasta a mí me parece absurdo. Si de verdad lo quieres no te vas a ir, no lo vas a alejar y no vas a dejar que el miedo gane, no esta vez.
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Atracción Fatal II (COMPLETO)
RomanceAntes El deseo de lo prohibido. (Libro II) Dicen que el deseo llama. Que aquello que te es prohibido es lo que más deseas, lo que ansías con mucho más ímpetu. Dicen que lo prohibido es lo más tentador. Dicen que cuando algo es de tu agrado y no lo...