Existen personas que nos llevan al límite de nuestras emociones.
Robin
Mi padre junto a Daen y Hein nos pidieron a Joep y a mí que entrenemos a los chicos, ya que ni uno de ellos había tenido que usar un arma nunca, pero ahora era necesario hacerlo, al igual que las chicas quienes habían resultado ser muy buenas y no les temblaba la mano para disparar hacia los objetivos.
Se acondicionó el patio trasero con objetivos pegados en la pared y armas de todo tipo para enseñarlas a disparar lo primero que sea que tuvieran en frente.
Joep, Khail y yo mirábamos cómo disparaban y que ya no le tenían miedo a hacerlo, no como hace unos días atrás. Mi padre estuvo de acuerdo con que usáramos su casa para entrenar, ya que también se les estaba enseñando a defenderse por cualquier cosa que pudiera pasar.
—Lo hacen bien —Khail estaba cruzado de brazos.
Traía puestas unas gafas negras, que cubrían sus hermosos ojos de los rayos del sol que resplandecía a esas horas de la tarde. Su camiseta de manga larga se ajustaba a los músculos de sus brazos, dejando ver lo anchos que eran. Joep se paseaba detrás de mis primos asegurándose que lo hicieran bien.
—Empezaron tan solo hace una semana y míralos —los señaló —. Son muy buenos, todos.
—Estoy orgullosa de ellos —sonreí al ver que Dev descargaba todas las balas en el objetivo unos metros más adelante de ella —. Más que nada de mis chicas —estaba a su lado.
Él sonrió también.
—Debes estarlo, ellas son impresionantes —miró hacia nuestro lado izquierdo y murmuró —. Tu padre no nos quita la mirada de encima.
Se volteó lentamente hacia mis primos.
—¿Lo dices porque ahora está sentado en la terraza viendo todo como un águila? —asintió con la cabeza —. Sí, él no nos quita la mirada de encima.
—Más que nada que no eres nada disimulada —abrí la boca, estaba ofendida.
—¿Perdón? ¿Me hablas a mí? —puse una mano en mi pecho.
—Eres la única rubia sexy que veo aquí, así que sí.
—Eso me ofende mucho, pero tienes razón. Además, yo no tengo la culpa que desde que llegamos no podamos tener ni un momento juntos.
—Si quieres que tu padre me mate, dame un beso ahora mismo —se quitó las gafas y las sostuvo entre sus dedos.
Negué con la cabeza lentamente. No me iba a arriesgar.
—Mejor no —me miraba atentamente.
—Lo sabía, no eres tan cruel.
—¿Entonces? —levantó una ceja.
—¿Entonces qué rubia?
—Podemos ir a tomar algo, fumar un poco, bailar y después nos vamos por ahí, a perdernos en la ciudad.
—¿Me estás invitando a una cita? —me mordí el labio.
—Algo así —encogí un hombro —. Tal vez —una encantadora sonrisa se deslizó en sus labios, los cuales quería morder y devorar ya.
Estos días habían sido una completa tortura sin poder besarlo como se debía. Solo habían sido besos fugaces cada que podíamos hacerlo y cuando nadie miraba. Es decir pocas veces al día no como a mí me gustaba.
Ahora solo quería pasar tiempo con él y besarlo hasta que ya no pudiera más. Solo eso y nada más.
Devany
ESTÁS LEYENDO
Atracción Fatal II (COMPLETO)
RomanceAntes El deseo de lo prohibido. (Libro II) Dicen que el deseo llama. Que aquello que te es prohibido es lo que más deseas, lo que ansías con mucho más ímpetu. Dicen que lo prohibido es lo más tentador. Dicen que cuando algo es de tu agrado y no lo...