Hablar de lo que sentimos es lo mejor que uno puede hacer.
Robin
Les mande mensaje a mis primos y primas para avisarles que haría una pequeña reunión en la casa, aprovechando que mis padres saldrían todo el día y la casa estaría sola. Beber y platicar no nos haría mal dadas las circunstancias en las que estaba la familia De Vaux-Venner.
Todo era un puto caos, hombres vigilando a la tríada, a los italianos que ahora mismo no tenían un jefe estable ya que desde la muerte de los hermanos nadie se había podido hacer cargo del negocio de manera digna, nadie pudo llevar sobre sus hombros la carga de lo que implica ser un mafioso y tener una organización criminal tan importante cómo lo era la 'Ndrangheta. No todos tenían los pantalones para ese cargo.
En mi caso, cuando mi padre ya no pudiera hacerse cargo de la Penose, sería yo quien ocupará su lugar y no me podía sentir más orgullosa y llena de regocijo por ello. Miraba los terrenos de la casa, a los hombres con sus armas andando de un lado al otro, vigilando la propiedad. La puerta de mi habitación se abrió y escuché un par pasos acercarse a mí.
—Rubia —sentí sus manos rodear mi cintura y atraerme a él. Su torso acariciaba mi espalda.
—Ruso —murmuré.
—¿Pasa algo malo? —inquirió.
—¿A parte de todo lo malo que está pasando? —se rio y apoyó su barbilla en mi hombro desnudo.
—A parte de todo lo malo que está pasando —dijo muy bajito, cerca de mi oreja.
Mi cuerpo no tardó en reaccionar a su suave y dulce voz, era lo que el tonto ruso provocaba en mí. Que cada uno de los vellos de mi cuerpo se levantaran, que mi corazón latiera rápido y mi cuerpo quisiera estar solo cerca de él.
—Es por tu padre, ¿verdad? —asentí. Un nudo se formó en mi garganta.
Me di la vuelta sin separarme de él. Mis manos subieron el cuello de su camisa y se deslizaron por el borde de esta hasta llegar a los botones. Se veía muy bien con camisa blanca y esos pantalones de vestir. Mi ruso era sexy, joder, me había sacado la lotería con él.
—Si tú me dejas yo puedo hablar con él —volteé a verlo y temía esa dulce mirada en los ojos. Mikhail podía ser el hombre más sanguinario y cruel, pero en sus ojos podía ver el mismo cielo y sentirme en el cada que estaba a su lado.
—No, esto es algo que debo hacer yo. Además no sabemos si hablar con él empeora las cosas, al menos no te ha corrido de la casa.
—Sí, pero no nos dirige la palabra, no quiere que estemos cerca, ni siquiera nos habla. Yo pienso que lo mejor sería irme.
—¿Qué estás diciendo? —mis manos cogieron el cuello de su camisa y lo atraje a mí. Mi mirada era de todo menos agradable y con esto me estaba poniendo de malas —. ¿Quieres irte de mi lado, Mikhail?
Abrió los ojos y puso las manos encima de las mías que mantenían su agarre en sus ropas.
—No, claro que no, Ro, es solo que...—ni siquiera lo deje terminar. Esto no estaba en discusión.
—Entonces no digas esas cosas, Mikhail —su nombre salió de mi boca tan despectivo que el pobre se hizo pequeño en su lugar —. No te vas a ir de esta casa a menos que mis padres digan lo contrario y ni uno de ellos te ha corrido, así que no, no te vas a deshacer de mí tan fácilmente.
Una dulce y encantadora sonrisa se dibujó en sus labios. Sus manos me atrajeron mucho más a él.
—Yo nunca voy a querer deshacerme de ti, rubia. Tú me encantas y te quiero demasiado.
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Atracción Fatal II (COMPLETO)
Любовные романыAntes El deseo de lo prohibido. (Libro II) Dicen que el deseo llama. Que aquello que te es prohibido es lo que más deseas, lo que ansías con mucho más ímpetu. Dicen que lo prohibido es lo más tentador. Dicen que cuando algo es de tu agrado y no lo...