Nunca te metas con un De Vaux.
Mees.
Mis ojos buscaban la cabellera roja de Elise, sabía que la había visto por ahí, ella no se iba a perder esta tardeada ya que era la primera a la que venía así que aquí estaba, pero no lograba verla por ningún lado. El Geen Fout estaba a reventar de adolescentes queriendo probar todo lo que en su día a día se les negaba, ya fuera alcohol, droga o hasta sexo. Era el pub más popular de todo Ámsterdam y mi padre era el dueño de él, al igual que de los otros pub's que estaban cerca, pero este se llenaba de personas cada noche y de adolescentes cada viernes.
Alen y Haden habían ido a la barra por algo de beber, mientras yo esperaba que llegaran aprovechaba para echarle un vistazo a las chicas que pasaban por ahí. Había chicas guapas pero nadie cómo Elise y quizá era una obsesión mía pero me parecía la cosita más hermosa que existía en toda la jodida tierra.
Era una costumbre venir cada viernes con mis primos, mi hermana y a veces mis primas. Por ser hijos y sobrinos de los De Vaux teníamos pase directo al pub y podíamos consumir lo que sea, hasta lo que no estaba permitido. Pero papá no podía saber de esto.
—Hola, Mees —una chica castaña se acercó a mí. Lo primero que vi fueron sus tetas. Era imposible no verlas se las exhibía cómo un niño con un juguete nuevo.
—Hola...—me quedé pensando si podía recordar su nombre pero me fue imposible hacerlo. Solía no recordar nombre que no fueran importantes.
—Daphne —dijo ella —, mi nombre es Daphne —se acercó un poco.
Le di una calada al petilla que sostenía con los dedos. La tal Daphne puso sus manos en mi pecho y sin siquiera preguntar se puso de puntitas y apretó sus labios a los míos. No me desagradaba que lo hiciera, pero al menos podía preguntar, ¿no?
Sin aviso su lengua se metió con descaro a mi boca y se pechos se apretaron a mi pecho. Una de sus manos bajó hasta detenerse en mi entrepierna y apretó, con fuerza ahí abajo. Un jadeo salió de su boca y yo no podía pensar en nada más que no fuera en Elise. Si de por sí ella me mandaba a la mierda cada dos por tres y decía que era un cualquiera, con esto, con mayor razón lo iba a decir.
Mis ojos estaban abiertos, ni siquiera podía cerrarlos o disfrutar de este beso.
Del otro lado alcancé a ver a Elise y esa larga cabellera roja, con las manos en sus hombros aparté a Daphne quien parecía quería mucho más, yo solo quería que se fuera lejos.
—Oye —le sonreí. Se quiso acercar pero le detuve —. Me da gusto verte, pero de verdad tengo que hacer del baño.
—Pero...
—De verdad, me estoy meando —hizo un puchero y me hice a un lado para escapar de ella.
Corrí para alcanzar a Elise que se perdía entre la multitud que había esa noche. Le di una calada al petilla y me di paso entre aquellas personas. Vi que Elise entró al pasillo que llevaba a los baños y decidí esperarla ahí, con la espalda apoyada en la pared.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Alen y me entregó un vaso con quien sabe que bebida. Haden estaba a su lado, mirando a las chicas que andaban por ahí.
—Estoy esperando que Elise salga del baño.
—Uh, andas en modo acosador —Alen levantó una ceja.
—Cierra la puta boca —le di un empujón y este se molestó porque derramó un poco de su bebida.
—Imbécil —masculló.
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Atracción Fatal II (COMPLETO)
RomansaAntes El deseo de lo prohibido. (Libro II) Dicen que el deseo llama. Que aquello que te es prohibido es lo que más deseas, lo que ansías con mucho más ímpetu. Dicen que lo prohibido es lo más tentador. Dicen que cuando algo es de tu agrado y no lo...