Hay despedidas que duelen en el alma.
Hennie
Llegamos al hospital por la noche ya que Haden insistió en venir y no lo íbamos a dejar solo, así que aquí estábamos todos, con él, hasta Lieve había venido ya que no se atrevía a decirle a sus padres lo que en realidad estaba pasando y temía que la alejaran de mi hermano por esto.
—¿Hennie? —Mikhail junto a Elián se pusieron de pie al vernos llegar. Los dos estaban sentados en los sillones de aquella pequeña sala.
—Hola —nos acercamos y nos saludamos con un beso en la mejilla —. ¿Cómo están? ¿Cómo está todo?
—Bien, no hay malas noticias...
—...al menos —añadió Elián y Mikhail le dio la razón.
—Les hemos traído algo de comer —volteé a ver a mis papás y los dos hablaban con Ruud. De nuevo me giré hacia ellos —. Sabemos que la comida aquí no es muy buena y tampoco hay mucho qué comer, ¿donde están Dev y Ro?
—Están adentro con Mees y Alen —asentí con la cabeza.
A estas horas de la noche el hospital estaba tranquilo, no había muchas personas ni mucho ruido, lo típico de los hospitales: el sonido de los teléfonos sonar, los murmullos y el llanto, las pisadas de las personas que iban y venían, al igual que los doctores y enfermeros. Olía a limpio, a desinfectante y cloro.
—Voy a verlas —deje la bolsa en las manos de Haden. Miré a Mannes y solo asintió con la cabeza.
—Al final del pasillo, la puerta izquierda —informó Elián.
Camine por el pasillo, donde a cada lado había puertas y más puertas, me detuve al final de este y mire a mi lado izquierdo, empuje lentamente la puerta y me asomé, ahí dentro todo estaba a oscuras. Cerré con cuidado y entorné los ojos para intentar ver algo, pero no podía ver más allá que la punta de mi nariz.
—¿Ro? ¿Dev? —lo único que podía escuchar era el pitido de las máquinas y el ruido de los motores de los autos en la calle.
Ahogué un grito cuando me pegué en la rodilla con quien sabe qué y casi caigo de culo al suelo.
—¿¡Quien eres y qué quieres!? —gritó Robin. Una molesta luz me dio de lleno en el rostro y me llevé ambas manos a los ojos.
—¿¡Qué pasa!? —escuché a Dev.
—¡Soy yo! —levanté mi mano, todavía cubriendo mis ojos con la otra mano.
—¿Hennie? —la luz se apagó pero la habitación se iluminó —. Tonta casi me matas de un susto —suspiró Ro.
Dejó su móvil encima de la camilla y se acercó para darme un beso en la mejilla.
—Lo siento, debí avisarles que íbamos a venir.
Ro me soltó y fue el turno de Dev.
—¿Quien vino? —inquirió Dev para después bostezar.
—Haden, Lieve, Mannes y mis padres.
—Bien —ahora fue Ro la que bostezo —. Voy a hacer pipí —pasó a mi lado y vi que abrió una puerta frente a las camillas.
—¿Qué les han dicho? —le pregunté a Dev, acercándome a Alen.
—Han venido a supervisarlos, revisar el suero, ponerles más analgésicos y esas cosas, pero siguen diciendo lo mismo: se están recuperando —suspiró.
—Todo va a estar bien, ya verás —una sonrisa triste se dibujó en sus labios.
Bajé la mirada para ver a Alen y cogí su mano para darle un ligero apretón.
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Atracción Fatal II (COMPLETO)
RomanceAntes El deseo de lo prohibido. (Libro II) Dicen que el deseo llama. Que aquello que te es prohibido es lo que más deseas, lo que ansías con mucho más ímpetu. Dicen que lo prohibido es lo más tentador. Dicen que cuando algo es de tu agrado y no lo...