Capítulo 1

1.5K 19 0
                                    

Verano del 2020, un año duro. Pero para eso estaban nuestras queridas vacaciones, que tanto ansiábamos desde hacía meses y meses. Merecidas vacaciones aquellos que como yo, habíamos terminado la selectividad ese año, pero por fin la luz del final del túnel había explotado hasta inundarlo todo de alegría y paz para mi cabeza. 

Salí del último examen que tenía que hacer, miré por todas partes hasta encontrar esa melena descabellada de mi amiga Estrella. Levantando los brazos y gritando como una loca se acercó a mi hasta abrazarnos y dar saltitos de alegría.

- ¡Aún no me puedo creer que seamos libres ya!- dijo con una sonrisa que no parecía que se le fuese a quitar pronto-.

- Llega a durar un día más y me hubiese tirado por el balcón de mi casa -bromeé cruzando su brazo con el mío hasta quedar cogidas- ¿te vienes a casa?, mi madre ha hecho macarrones-.

Una de las características que tenía Estrella era su deseo por cualquier tipo de comida, pero en especial por los macarrones de mi madre. Te preguntarás que si tenían algo de especial y mi respuesta es que no. Simplemente los hacía mi madre y para Estrella eran como ojo puro. Las dos cogidas conseguimos salir de entre toda la gente que había aglomerada en la entrada del instituto donde se hizo la Selectividad. Mi instituto, uno de los lugares que no echaría en falta de esta ciudad, Barcelona. Me subí al coche de Estrella, ya que ella tenía el carnet de coche desde hacía cuatro meses y a mi aún me faltaban dos meses para tener la mayoría de edad. Pusimos la música a todo volumen y salimos de allí riendo a carcajadas.

Éramos afortunadas de vivir en las afueras de Barcelona, donde el ruido y el estrés desaparecían poco a poco, Estrella vivía en la misma zona que yo así que durante los últimos meses me llevaba y me traía ella, y eso esa una maravilla. Se podría decir que económicamente mi familia estaba muy bien, no éramos ricos ni nada por el estilo, pero si es verdad que mis padres trabajaban en el hospital como doctores, así que tenían un buen sueldo y la casa donde vivíamos no estaba nada mal. Con el mando abrí la puerta del garaje y Estrella aparcó dentro. Mis padres no estaban en casa porque trabajaban, pero mamá siempre dejaba comida para el día siguiente, y hoy tocaban sus exquisitos y maravillosos macarrones con tomate, que tanto le chiflaban a mi mejor amiga.

- Bueno, vamos allá -dijo con la mima sonrisa de antes- me ruge el estomago-.

- Vamos petarda -dije pasando mi brazo por sus hombros- hora de alimentarte-.

- Oye ni que fuese un animal -dijo con una ceja levantada-.

- Asaltas mi nevera dos veces a la semana -dije riendo- ¿Cómo le llamas a eso?-.

Estrella me lanzó una mirada de fuego pero siguió subiendo las escaleras que llevaban hasta el interior de casa sin rechistar. Abrí la puerta y el olor a lavanda, que tanto me gustaba, entró por mis fosas nasales y salió poco después. Dejamos las cosas en el sofá y nos fuimos directamente a la cocina. Entre las dos preparamos los platos de macarrones, los calentamos y nos pusimos a comer, riendo y haciendo el gilipollas hasta que se me salió agua por la nariz por su culpa.

- Dime, ¿habéis pensado en iros de vacaciones a algún sitio?- me preguntó terminándose el último macarrón de su plato-.

- No tengo ni idea, sé que si nos tenemos que ir será más bien tirando a Agosto ya que papá tiene una operación importante en Julio- dije acabándome el yogur- pero tampoco hemos hablado del tema, ¿vosotros?-.

- Para mi lo que hacemos no son vacaciones -dijo seria-.

Los padres de Estrella trabajaban algo así como ojeadores de moda, iban a alfombras rojas, eventos y pasarelas para escoger a los mejores creadores de ropa y hacer que trabajasen con su marca de ropa, Louis Vuitton, y la moda nunca para. Así que sabréis, la palabra vacaciones nunca estaba literalmente en esa familia, siempre había un desfile, una conferencia o algún evento al que ir, y eso frustraba mucho a Estrella, y no la culpaba, si yo fuese ella no se si aguantaría una semana viviendo con ellos. A parte, sus padres casi siempre estaban fuera, de viaje por trabajo, y ella se quedaba sola aquí, así que la mayoría del tiempo se quedaba en casa. 

No me rompas de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora