Capítulo 4

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La música resonaba por toda la casa, la nueva canción de Miki Núñez, Eterno Verano, me tenía como una loca mientras quitaba el polvo a los muebles. Una maravilla de canción y como tal mi cuerpo lo demostraba bailando y cantando. No había nadie en casa, porque sino no lo hubiese hecho. Con la única que bailaba hasta caer muertas era con Estrella, y ésta aún no se había despertado seguramente.

Seguí limpiándolo todo, pasé el polvo y la aspiradora. La noche anterior fue un poco caos con tanta comida de por medio y lo que es la cocina no es que terminase precisamente muy muy limpia. Sí, antes de irme a dormir puse el lavavajillas, pero nadie lo recogió luego. No sabía si al final Álvaro se quedó por aquí y se fue, pero tampoco quería darle mucha importancia. De repente escuché la puerta principal cerrarse.

- ¡Hola familia! -chilló Estrella tan solo entrar-.

Pues me equivoqué, sí que estaba despierta. Y eso me extrañaba porque no había recibido ningún mensaje suyo. Pero tal y como entró supe que no me la sacaría de encima hasta la noche casi. Venía preparada para pasar el día en mi casa, más concretamente en mi piscina.

- Y yo que pensaba que estabas durmiendo -dije dejando la aspiradora para abrazarla-.

- Y lo estaba -dijo dejando su bolsa en el sofá- pero al despertarme sabía que no podía enterarme de lo que había pasado por un mensaje de texto-.

- Así que te has auto invitado -dije dándolo por hecho-.

- Ahí te equivocas amiga -dijo señalándome- me invitaste ayer por la noche, y yo me lo he tomado al pie de la letra-.

Y no le faltaba razón, mientras estaba hablando por teléfono con ella en mi habitación, antes de que tuviese que colgar porque Álvaro estaba en mi puerta, le dije que se pasase esa noche si quería, y que dejaría la ventana abierta.

- Tienes razón -dije levantando los hombros dándome por vencida-.

- Genial, a otro tema -dijo poniendo cara de picara- tienes que explicarme como fue, absolutamente todo-.

Puse los ojos en blando y suspiré. La verdad es que no había pasado gran cosa. Bueno sí, pero no quería verlo así. Habíamos mantenido una conversación más larga de dos holas por primera vez en muchos años. Y eso es lo que le expliqué, porqué tuve que colgar cuando hablaba con ella, la tensión en la comida cuando saqué el tema de la universidad y la conversación en la cocina.

-Así que sus padres no quieren que estudie -afirmó intrigada- ¿y porqué será?-.

- No tengo ni idea, pero debería haber visto a su padre, no levantó la mirada del plato hasta que cambiaron de tema, fue su madre quien explicó el porqué- dije-.

- ¿Y a ti qué te parece? -preguntó-.

- A mi me da igual lo que haga con su vida -dije sin más- pero parecía, enfadado-.

- Bueno a mi si me pasase lo mismo también estaría enfadada, y con razón- dijo mirando al techo- o a lo mejor estaba enfadado porque discutió con Sara-.

- No tengo ni idea -dije pasándome una mano por el pelo- bueno, ¿Qué planes tienes para hoy?-.

Estrella sonrió y se levantó de un salto del sofá.

- Primero de todo subirás arriba y te cambiarás porque conmigo no vas a estar vestida así, y luego nos meteremos en la piscina -dijo aplaudiendo con las manos-.

- ¿Has traído juegos? -pregunté levantándome-.

- Me ofendes si crees que no -dijo dramática- mueve tu culo arriba y ponte un biquini-.

***

- Enserio tía, has de mejorar mucho para ganarme -dije riendo-.

Estrella me lanzó una mirada de fuego. Habíamos jugado a tres juegos y ahora íbamos por nuestro favorito, o creo que ya solo el mío. El UNO. No habría juego en el mundo que pudiese superarlo. Hacia un día espectacular y no había mejor plan que pasarlo las dos en la piscina jugando. La música se escuchaba desde dentro de casa y daba un ambiente muy vacacional. Más de una vez lanzaba miradas a su casa, no me lo podía sacar de la cabeza. Su comportamiento me extrañaba y me intrigaba a la vez.

- O tiras ya, o me voy -dijo Estrella levantando una ceja- ¿soy yo o esperas ver a tu vecino?-.

- ¿¡Qué?! NO -mentí-.

- Sí claro, y el color de tu cara no te delata, para nada -dijo poniendo los ojos en blanco-.

- Perdón -me disculpé- parezco una niña pequeña-.

- No te lo quería decir yo, pero sí-.

La facilidad que tenía mi amiga para decirme las cosas a veces me desconcertaba, pero no podía enfadarme con ella. Era mi amiga y prometimos decirnos las verdades aunque fuesen dolorosas. Era mejor una verdad dolida que una mentira bonita.

- Te quiero -dije lanzando una carta- ¿lo sabes?-.

Tardó, tardó en responder y sabía porqué, había vuelto a ganar.

- Eres una hija de puta -dijo quejándose- ¿lo sabes?-.

- Mira por donde, ya somos dos- dije-.

Las dos nos reímos. Así eran los días cuando estábamos juntas. Una maravilla.

- ¿Te apetece hacer algo esta noche? -dijo apoyando las manos detrás-.

- Siempre que empiezas con esa pregunta, la noche no termina muy bien que digamos -dije poniéndome en la misma posición-.

Necesitaba ponerme morena, muy morena. Sino, el verano no sería lo mismo.

- Eso no es verdad -dijo-.

- Acabaste vomitando en la calle, y para joderme tuve que aguantarte el pelo -me quejé lanzándole algunas cartas a la cara- tuve que tirar las sandalias, amaba esas sandalias-.

Se rio, como se notaba que poco se acordaba de esa noche. Cuando llegamos a casa estaba casi inconsciente. La metí en la cama y hasta la tarde no volvió a despertarse. Una gran noche para las dos.

- Ya te pedí perdón -dijo riendo por lo bajo- me lo vas a recordar toda la vida, ¿o qué?-.

- Las veces que haga falta -dije levantándole el dedo- quedas avisada-.

- ¿Sabes mi compañero de las optativas? -preguntó- Alex, bueno pues hace una fiesta en su casa para celebrar el fin del bachillerato y de la selectividad-.

- Pero ya fuimos a la despedida de todo eso -dije- ¿quieres volver a ir?-.

- Esa solo fue para calentar motores después de dos meses sin poder salir de fiesta estudiando -dijo dramática- esta es la de verdad, y nos a invitado a las dos-.

- ¿Cuándo pensabas decírmelo? -dije apoyándome en los brazos mirándola-.

- ¿Ahora? -dijo sonriendo como un ángel, pero era un demonio, un demonio muy malo-.

- Eso ha sido una encerrona -dije frunciendo las cejas- y lo sabes-.

- Ya lo sé, ¿pero qué esperabas? -dijo- después de la que te lie iba a ser muy difícil convencerte de volver a una fiesta-.

- Así que lo admites eh -dije disfrutando de mi triunfo-.

- Bueno pero tampoco te emociones -dijo sería- entonces, ¿te apuntas?-.

- Claro -dije sonriendo- no quiero que otra te coja el pelo cuando vomites, eso me pondría celosa-.

- Oh dios mío, eres la mejor- dijo casñi chillando-.

No me rompas de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora