La semana pasó volando y cuando menos lo esperé solamente faltaba un día para que mi mejor amiga volviese de sus vacaciones. Tenía todo pensado para ver los DVD juntas, le diría de quedar el día siguiente y montaría un pequeño cine al rededor lleno de chocolate y palomitas saladas. Estaba bañándome en la piscina cuando el teléfono empezó a sonar, salí y me cubrí con la toalla para secarme. Miré el móvil y la cara de Estrella apareció en ella.
- ¿Cómo está la persona que más quiero? -pregunté descolgando-.
- Mal -dijo- tenemos que suspender la quedada de pasado mañana-.
- ¿Qué? ¿Porqué? -me quejé- No puedes hacerme esto ya lo tengo todo planeado-.
Suspiró.
- Sabes que tenía muchísimas ganas en volver pero al parecer tiene que ir a algo de ropa y no llegaremos hasta la próxima semana -explicó con voz triste-.
La notaba bastante triste. Sabía que era una putada, pero lo suyo era mucho más. Iba a pasar una semana más ahí sola. Tenía que hacerlo más ameno.
- Te voy a mandar una lista con cosas que quiero que me traigas de Italia -dije sentándome en la hamaca-.
- ¿Qué cosas? -preguntó con un tono menos serio-.
Bien, había llamado su atención. Mi amiga era una loca de las compras, así que la mejor manera de pasar una semana más en Italia sin hacer nada, porque eso es lo que hacia ya que sus padres se iba por ahí a pasarelas de moda, la mejor solución era tenerla entretenida para que se lo pasase bien. Cada año iba a Italia de vacaciones, y cada año las pasaba solas así que tenían que ser cosas que no las encontrase fácilmente.
- Esta noche te pasaré la lista -dije sonriendo- tendrás que esforzarte mucho para encontrarlas-.
- Estás hablando con la loca de las compras -dijo volviendo a reír- no hay nada que no pueda encontrar y comprar-.
Y así era como se conseguía pasar de una Estrella enfadada y con ganas de matar a una con un objetivo entre ceja y ceja riendo. Nunca me podría reprochar que fui una pésima amiga. Me explicó lo que hizo durante la semana y la relación que tenía con Alex, una que no estaba definida aún. Luego colgó y yo me estiré en la hamaca, mi baño había terminado ya.
Poco duró la tranquilidad en mi jardín cuando la puerta que daba a la calle sonó cerrarse. Levanté la cabeza para ver de quién se trataba. No podía ser otro que Álvaro. Molesta por su aparición sorpresa me senté, mientras él caminaba hacia mi me puse la camiseta de un equipo de fútbol.
- Hola -dijo con las manos en los bolsillos-.
- Voy a pedirte que me devuelvas las llaves de mi casa -dije levantándome-.
- ¿Por qué? -preguntó serio-.
- Porque no quiero que entres en ella cuando te venga en gana -respondí cruzándome de brazos- ¿Qué quieres?-.
Hasta que no se sentó en la hamaca que tenía a un lado no respondió.
- Hablar contigo -dijo mirándome desde ahí- quiero pedirte disculpas-.
- Te escucho-dije sentándome-.
- No estuvo bien que pagase contigo mi enfado, no tenías la culpa ni sabías la razón de ella así que lo siento -dijo apoyando los codos en sus piernas-.
- Sí fuiste un gilipollas -dije mientras asentía con la cabeza- pero he de decir que hay algo que no es cierto-.
Frunciendo el ceño me miró.
- No recuerdo si fue antes o después de la tienda, pero vi una foto de Sara contigo donde decía que estabas dentro de lo profesional -dije haciendo una mueca- ¿Fue por eso?-.
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No me rompas de nuevo
RomanceTuve mi amor de la infancia. Me enamoré de él hasta las estrellas. Crecimos, dejamos de vernos. Dejé de estar enamorada. Seguí creciendo y me enamoré más veces, pero no de él. Él se fue desapareciendo de mi vida como una sombra hasta no quedar casi...