Había pasado una semana desde que eramos libres y, Estrella y yo, nos lo habíamos tomado al pié de la letra eso de aprovechar el último verano antes de la universidad. Habíamos ido de fiesta a la casa de un compañero de clase, al cine, a la bolera, de compras, al parque de atracciones, a comer por ahí, habíamos quedado para pasar las tardes juntas de relax en la piscina. Y ahora nos íbamos a pasar la tarde a la playa.
- Oye no tardaré en volver a casa -dije cogiendo mi bolsa del maletero del coche-.
- ¿Y eso? -preguntó-.
- Mis padres han invitado a Alvaro y su familia a cenar -respondí poniendo los ojos en blanco- para celebrar que ya hemos terminado las clases y que empezaremos la universidad-.
- Así que Alvaro eh -dijo ella dándome un pequeño empujón con el hombro- que romántico-.
- No empieces Estrella -dije señalando le con el dedo- no somos ni amigos-.
- Pero vuestros padres sí, sería muy de película que terminaseis el uno con el otro -dijo quedándose quieta en la arena- aquí-.
Entre las dos pusimos un pareo enorme, de color azul, en la arena y encima nuestras toallas, con las bolsas en medio para no perder las de vista. Nos pusimos crema la una a la otra y nos estiramos en las toallas para tomar el sol.
- Super bonito -murmuré-.
Giré la cabeza y vi que ella ya se había puesto sus gafas de sol y los auriculares. Rebusqué dentro de mi bolsa y encontré mis gafas, las saqué y me las puse. En vez de volver a estirarme, me quedé sentada observando a la gente pasar. Observé a los niños pequeños jugar en la orilla, las personas mayores tomar el sol, a la gente que se bañaba, al socorrista que pasaba en ese momento por ahí, a todos en general. Hasta que mis ojos se pararon en un grupo de chicos que estaban más lejos, sabía quienes eran. Y tanto que lo sabía.
Ahí teníamos a los chicos más populares de, se casi podría decir, toda la ciudad. Todo el mundo quería ir con ellos, hacer las cosas que ellos hacían, vestir iguales, tener los mismos amigos. Y entre ellos no podía faltar Alvaro. Aunque también se tenía que decir que, de entre todos los chicos de ese grupo no era el más popular, osea sí que lo era, pero habían otros que lo superaban, y no solamente en eso también en gilipollez. Se podría decir que Alvaro era el único listo del grupo y eso, aunque no lo pareciese, no gustaba tanto. A parte de que estaba con Sara, así que era hombre cogido.
Lo sé, una mierda de sociedad en la que puedes entrar en un grupo solamente por tu físico. Pero es lo que había, y tampoco había alguien que intentase cambiarlo. Nos habíamos acostumbrado a eso.
Aparté la vista de ahí, volví a mirar a mi amiga y decidí que esa era la mejor opción. Cogí mis auriculares, los conecte al móvil. Entre en Spotify, y la primera que me salió fue la que puse. Volví a estirarme y cerré los ojos. Era hora de relajarse.
***
Al cabo de las horas Estrella y yo nos estábamos dando nuestro último baño, antes de regresar a casa y a la estúpida cena que me esperaba en casa. Cuando ya me sequé entera miré el móvil, las siete y cuarenta, era hora de irse. Entre las dos quitamos la arena del trapo grande y lo doblamos. Nos acercamos a las duchar para quitarnos la arena. Una vez estuvimos listas andamos hasta el coche, nos metimos y regresamos a casa.
- Ya me irás contando como va la noche -dice ella desde la ventanilla de su coche- quiero detalles-.
- Tenlo por hecho -dijo ya metiendo la llave en la puerta- avisa cuando llegues-.
- Pásalo bien -dijo guiñándome un ojo-.
Me despedí de ella con la mano. Sonriendo y a la vez negando con la cabeza, subí hasta casa, entré y saludé a mis padres, que no dudaron en meterme prisa para que me duchase y arreglase para esa noche. Así que subí a mi habitación, dejé las cosas en el suelo y abrí el armario. Iba a pasar la noche en mi casa, con mis vecinos de toda la vida así que tampoco iba a arreglarme mucho. Cogí una camiseta de tirantes blanca básica y unos pantalones cortos de tela negros con pequeños lunares blancos, mi ropa interior y entré en el baño.
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No me rompas de nuevo
RomanceTuve mi amor de la infancia. Me enamoré de él hasta las estrellas. Crecimos, dejamos de vernos. Dejé de estar enamorada. Seguí creciendo y me enamoré más veces, pero no de él. Él se fue desapareciendo de mi vida como una sombra hasta no quedar casi...